Emboscada en Fort Bragg es una novela breve de Tom Wolfe que fue publicada originalmente por entregas en la revista Rolling Stone. Yo me topé con ella en La Casquería [LQ], un puesto de libros al peso del Mercado de San Fernando de Madrid. El autor norteamericano pone al descubierto las miserias de los medios de comunicación a raíz del asesinato de un soldado gay a mano de unos compañeros homófobos de su misma unidad de élite. Puesto que la cúpula del ejército ha despachado el crimen sin mucho interés en hallar a los responsables, es el productor ejecutivo de un archiconocido programa de actualidad quien se decide a desenmascararlos. Para ello recurre a todas las artimañas posibles: grabación no autorizada de conversaciones privadas, edición del material registrado para conseguir dar el mensaje más impactante, comprometedor y conveniente a sus intereses, manipulación del audio para ocultar detalles que podrían poner al público en contra, etc. Sería injusto decir que sólo los medios salen malparados, porque lo cierto es que Wolfe
deja bien patente la homofobia que había instalada en la sociedad
estadounidense hace 20 años, expresión clave de la cual era la famosa política Don't ask, don't tell
con que sus fuerzas armadas trataban la posible homosexualidad de los
soldados, en activo en el momento de redacción de este volumen (1997).
En fin, no hay mucho más que contar. El libro se despacha en un ratito y tiene todas las características de la obra de de ficción de este autor. Para empezar de nuevo emplea el habla incomprensible de algún grupo social como recurso literario, algo que siempre causa problemas a los traductores pero que a mí hasta el momento me parece que siempre han resuelto con mucha habilidad. En esta ocasión son los tres solados implicados en el asesinato, tres rednecks reaccionaros de algún estado del sur, quienes hablan un dialecto del inglés prácticamente ininteligible. Esto también le permite explotar la profunda brecha social que existen entre los estados costeros, que es de donde procede el equipo del programa de TV, tradionalmente más progresistas, y los estados del interior, mucho más conservadores. Y cómo no, le encanta dejar en evidencia a las élites, en este caso representada por los magnates de la comunicación, aunque también constata la hipocresía de las clases medias acomodadas de las grandes ciudades, dispuestas defender los derechos a las minorías no porque crean en ellos, sino por mantener una imagen y un statu quo en su entorno social, laboral, etc. Tenéis un reseña muy completa de este libro en La piscina de los sapos.
Pedro Juan Gutiérrez: Anclado en tierra de nadie
Hace 5 horas
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