8 feb 2015

Laberinto de Muerte - Philip K. Dick

Por lo que estoy comprobando el 2014 fue un año en que no sólo tuve mala suerte con las lecturas de ciencia-ficción, sino que además experimenté un claro alejamiento del género del que no se salvó ni mi admirado Philip K. Dick. De hecho, en todo el año pasado sólo me leí su volúmen de relatos cortos Cuentos completos III. ¿Descanso obligado? Pues igual sí, los seguidores de su obra ya nos conocemos al dedillo todas sus características, así que no resulta extraño que por más que te guste, con la repetición se vaya produciendo un agotamiento de la sorpresa tan necesaria en la literatura en general y en la prospectiva en particular. Centrémonos ya en la rentrée de hoy.

La trama de Laberinto de Muerte es típicamente dickiana: catorce colonos se traslada al planeta Delmak-O a realizar una misión cuyo objeto les será revelado cuando todos hayan llegado. El hastío de sus vidas ha sido el elemento común que ha provocado que soliciten un nuevo destino. Una vez reunido el grupo al completo se hace evidente que todos son bastante neuróticos y egocéntricos. No establecen relaciones entre ellos, cada uno mira su propio interés y se aisla en su habitáculo de la colonia tras mantener las presentaciones y encuentros obligados por cada nueva incorporación. Las cosas se complican además cuando falla la transmisión satélite que debía aclarar el propósito de su empresa, dejándoles por tanto en la más completa ignorancia. En un giro propio de novela negra un poco recordando 'Diez Negritos' de Agatha Christie, los colonos empiezan a morir uno tras otro. Algunos por accidentes aparentemente relacionados con la flora y fauna autóctona, otros son atacados por pequeños robots que pululan por el misterioso planeta, hay homicidios provocados por los celos, asesinatos en defensa propia,... Más que simples neuróticos, cualquiera diría que son psicópatas criminales, sin embargo sus posibilidades de salir del planeta sin ayuda son nulas, así que tendrán que hacer frente común para descubrir la verdad acerca de ese mundo y su misión por sus propios medios.

No doy más información porque la novela tiene un excelente giro inesperado a pocos capítulos del final, más sorprendente aún si consideramos que data de 1970. Como punto a destacar, en el momento (futuro) en que transcurre la acción la existencia de Dios ya ha sido demostrada. Dick ideó un marco teológico de clara base cristiana en el cual es posible dirigir las plegarias directamente al Intercesor, el Mentufactor, o el Caminante (nuevos nombres para los componenetes de la Trinidad católica), con la seguridad de que serán escuchadas si reciben la suficiente amplificación y difusión por el espacio. Como cuarto elemento de este modelo teologal está el Destructor de Formas, nueva designación para el el representante único del Mal/la Muerte. Por lo demás, los parámetros habituales en este autor: locura, psicoanálisis, realidades alternativas, paranoia y conspiraciones, robots, etc. La resolución de la historia vuelve a tener un poso terriblemente desesperanzador y deprimente, algo que por supuesto hace que me guste aún más. Como ya he repetido hasta aburrir, a pesar de emplear siempre con las mismas motivaciones, cada nueva obra suya que leo no deja de sorprenderme. Para otras reseñas esta vez no me complico lo más mínimo y os recomiendo los tres primeros resultados de la búsqueda en mi Google: el Sitio de Ciencia-ficción (ojo, que destripa la trama por completo), Gigamesh (breve, pero también da demasiadas pistas) y Desde la ciudad sin cines.

4 comentarios:

Kirilov Myshkin dijo...

Una lástima alejarse de un género entrañable... me atrevo a comentar que quizás en cuanto a ciencia ficción uno debe escoger con pinzas lo que lee. Es, en mi opinión, un género que se puede volver mecánico sin dificultad alguna, como el policial. Hay una receta básica. Pero tenemos a Philip Dick, a Fredric Brown, a Bradbury, luego a Chesterton, Poe, Conan Doyle... autores que parecen náufragos en una isla dándonos señales de humo y esperanza hacia la nuestra.

Fuera del tópico, estos días tengo en mente un tomo de loa cuentos de Dick. Estoy entre el I y el III, cuál me recomiendas?
Un saludo.

Cities: Moving dijo...

@Kirilov Myshkin: Revisando mis propias reseñas yo me inclinaría por el volumen III. Gracias por tu comentario, en ciencia-ficción como en cualquier otro género hay pequeñas joyas por descubrir entre toneladas de morralla. Espero tener más suerte este año, de momento no me puedo quejar.

Escotomo dijo...

¿Has leído el hombre demolido de Alfred Bester? ¿y el vivo, de Anna Starobinets?
Ambos muy recomendables. Siempre queda en la cieNcia ficción algo sorprendente que leer.
Saludos.

Cities: Moving dijo...

@Pablo G: El Hombre demolido fue efectivamente una sorpresa inesperada y muy agradable hace ya año y pico. A Anna Starobinets no la conocía, prometo curiosear su obra ya que me la recomiendas, gracias por la pista :)

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