Roger Wolfe y toda su familia (padres y cuatro hermanos) se trasladaron a la soleada España en 1967, debido a que su hermano mayor tenía una grave enfermedad respiratoria. El clima benigno de San Juan, pequeña localidad a pocos kilómetros de Alicante, eran justo lo que los médicos recomendaron para solucionar los problemas de salud del pequeño, como así se demostró rápidamente. Al poco aterrizaron también en la costa alicantina los abuelos maternos. Luz en la Arena es el primer volumen de unas memorias noveladas que nos muestran las aventuras de un grupo de ingleses expatriados en la España tardofranquista, todo ello visto con los ojos del pequeño Roger, que se adaptó perfectamente a la dinámica del país que le adoptó pero siguió siendo 100% británico debido a sus orígenes y entorno familiar. El libro comprende la infancia del autor y se extiende hasta que finalizó la EGB, con 14 años aproximadamente. Se estructura en un número muy elevado de capítulos cortos (entre 2 y 6-8 páginas máximo), sin conexión entre ellos. Wolfe narra sus correrías en una costa apenas edificada. Sus vivencias serán comunes a todos lo que fuimos críos en los 1960s y 1970s y crecimos en pueblos pequeños: muchas horas pasadas el aire libre, bien con las bicis o bien explorando el campo o el monte, gamberradas varias de mayor o menor calado, días de colegio y novillos, etc. Su procedencia y el hecho de que fuesen una de las primeras familias de ingleses en asentarse en la costa alicantina proporciona evidentemente una serie de anécdotas y experiencias de lo más divertido, favorecidas por la excéntrica fauna británica con quienes tenían contacto.
Me ha sorprendido agradablemente toparme con lo que a mí me ha parecido un excelente ejercicio de nostalgia bien entendida. Wolfe se cuida muy mucho de evitar la autocomplacencia y solo se muestra indulgente con el pasado cuando la ocasión lo merece, como en su crítica feroz a la destrucción urbanística del litoral o cuando rememora una naturaleza todavía casi salvaje, solo levemente modificada por la agricultura más básica. En general las imágenes que emplea para recordar aquellos días de la infancia son certeras, hermosas y hasta poéticas, no en vano como escritor puede que sea más conocido por su poemario que por su obra narrativa. Yo diría que en ningún caso ha caído el la insufrible melancolía y sentimentalismo barato que uno esperaría de alguien que evoca sus primeros años en el mundo, algo por lo que yo le estaré eternamente agradecido, porque si hay algo que me molesta es la glorificación (siempre injustificada) de la nostalgia. Por el lado negativo, señalaría que el formato de cada capítulo se repite pero con resultados desiguales. Tras desarrollar el tema de interés, en el cierre se intenta siempre conectar al adulto que escribe y su situación actual con los recuerdos que se acaban de exponer. Aunque a veces lo logra a la perfección, otras veces (muchas en mi opinión) resulta algo forzado. No diré que el libro sea imprescindible porque no lo creo, pero al verme reflejado en muchas de sus andanzas ha conseguido que me pareza muy emotivo por estar muy próximo a quien yo soy. Tenéis más reseñas en Paisajes eléctricos y Culturamas.
Trilogia de la Terra Fragmentada - N.K. Jemisin
Hace 3 horas
1 comentarios:
¡Dios mío! ¿Pero cuántos autores hay que se apelliden algo parecido a Wolf? Yo ya soy incapaz de asumir ninguno más. Mira que el libro tiene muy buena pinta, pero no sé si conseguiré reconocer al autor cuando me encuentre su nombre en alguna portada.
Por cierto, ¿aún no te habías leído 'Soy Leyenda'? Ay, tanto Dick y tanto Ballard...
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