Nieve de Primavera es una dramática historia de amor adolescente (tardío, eso sí, que los protagonistas rondan ya los 20 años), ambientada en el Japón de principios del S. XX, justo tras la muerte del emperador Meiji. Los personajes principales son Kiyoaki (él) y Satoko (ella), ambos pertenecientes a la nobleza, si bien los Matsugae (padres de él) y su marquesado son poco menos que unos recién llegados y nuevos ricos, mientras que los Ayakura (padres de ella) y su condado llevan generaciones como tales y están venidos a menos económicamente. No obstante, las relaciones entre ambas familias son estupendas, tanto es así que Kiyoaki se ha criado con Satoko y los Ayakura para de esta forma, impregnarse del carácter imperial que éstos últimos han experimentado desde siempre.
Naturalmente, al tratarse de una novela de Yukio Mishima los conflictos existenciales tienen que estar muy presentes. El protagonista es introspectivo, contradictorio, meditabundo, indeciso. Su inmadurez e inconstancia acerca de sus sentimientos por Satoko hacen que los Ayakura acepten una propuesta de matrimonio para su hija por parte del principe Harunori, hijo de su alteza imperial el príncipe Toin. Así pues, cuando la historia de amor entre los jóvenes parecía condenada, con la sanción imperial que ratificaba el enlace ya emitida, es cuando el apocado Kiyoaki se da cuenta de la pasión que siente por Satoko y ambos se embarcan en una truculenta aventura que termina, ¡ay!, con ella embarazada y haciendo peligrar sus futuras nupcias. Al margen de los problemas de índole personal del protagonista, que no hacen sino proyectar la complicada personalidad de Mishima, también nos encontramos con sus obsesiones particulares: su fijación con la decadencia de Japón y la pérdida de los valores tradicionales se puede palpar en casi todos los capítulos. Por no hablar de algunas referencias simbólicas puntuales en que establece un vínculo entre las acciones que él considera impuras con el sexo entendido como un acto sucio, que él además se encarga de situar en lugares abyectos.
La novela me ha gustado por muchos motivos diferentes. En primer lugar, es un maravilloso retrato de la sociedad japonesa de principios de siglo. Este aspecto histórico no se hace pesado puesto que muchas de las referencias a tradiciones y costumbres típicamente japonesas son ya bastante conocidas en Europa (por ejemplo el festival del cerezo, el teatro kabuki, etc.) y las que lo son menos, son fáciles de descifrar dado que vienen arropadas por muchos detalles que les dan forma (el mahjong, un juego de mesa, referencias a prendas de vestir, como haori, hamaka, etc.), o bien están explicadas directamente, como si el autor estuviese pensando en el lector de otras culturas. El siguiente punto que yo destacaría es el absoluto dominio que Mishima tiene del lenguaje poético. Las imágenes que consigue evocar con sus metáforas y símiles me parecen potentísimas, de una belleza asombrosa, delicadas y aún así rotundas, muy sólidas. Para mi tranquilidad no dan lugar a ambigüedades en su interpretación, algo que me saca de quicio cuando de poesía se trata, y afortunadamente nunca cae en sentimentalismos baratos ni lugares comunes. Para finalizar, hay un montón de personajes secundarios que sirven de contrapunto a la personalidad reflexiva y desesperantemente inestable de Kiyoaki. Así tenemos su íntimo amigo, Shigekuni Honda. Hijo de un juez, Honda representa la nueva sociedad, moderna y profesional, compuesta por personas decididas y sin vinculación con la nobleza, cuyo papel en el futuro del país va a ser determinante. Y para contrarrestar, anclada en un pasado que ya no ha de volver, está Tadeshina, la vieja sirvienta personal del Kiyoaki, experta en el arte de urdir y manipular situaciones en beneficio propio y de sus amos.
Para que no todo sean elogios, indicar que en ciertos momentos la trama se torna un poco folletinesca. Llega un punto en que la situación está tan enredada, que la solución que idea Mishima no encaja para nada en la trayectoria que llevamos leída. Pero bueno, son un par de puntos que al menos a mí no me han molestado demasiado. En conjunto el libro me ha encantado, así que tengo el propósito (no diré firme) de leerme en lo que queda de 2013 la tetralogía completa 'El Mar de la Fertilidad', que se abre precisamente con el volumen que me ocupa hoy. Espero que los siguientes estén al menos al mismo nivel.
Si queréis conocer otras opiniones, podéis echar un vistazo a las reseñas de Ni un solo Libro o Anika entre Libros.
Pedro Juan Gutiérrez: Anclado en tierra de nadie
Hace 38 minutos
2 comentarios:
Pues vaya. El otro día coincidimos en la lectura de "Sí" de Bernhard y ahora, tras ver que estas con "El color prohibido" (novelón de Mishima) me percato de las reseñas dedicadas a su trilogía. Precisamente mi ultimo Mishima fue "El color prohibido" y precisamente la tetralogía está permanentemente "pendiente de empezar", a ver si me animo. Mishima es especial.
@Maqroll: Bueno, como habrás podido comprobar si has leído la reseña, a mi El color prohibido no me ha estusiasmado que digamos. Aún teniendo muchas cosas buenas, personalmente no creo que sea destacable dentro de su producción.
Publicar un comentario