En Los Cristales soñadores (1950), que de acuerdo a la Wikipedia es la primera novela que publicó, Theodore Sturgeon empezaba a trabajar los temas que veríamos desarrollados con mejor tino en Más que humano (1953): seres humanos mutantes dotados de excepcionales capacidades psi que se ven (auto)marginados en una sociedad que sólo les permite existir como monstruos/fenómenos de feria. Lo que vienen siendo los freaks en el sentido original de la palabra inglesa, vaya.
Así pues, tenemos al niño protagonista, Horton Bluett, huérfano de origen desconocido y que disfruta de poderes excepcionales que solo con el tiempo logrará conocer y controlar (puede transformar su cuerpo, regenerarse, leer el pensamiento, etc.). Es adoptado por una pareja, y el padre Armand Bluett resulta ser un auténtico desalmado que maltrata al pequeño a placer. Así pues, con tan solo 8 añitos el pobre Horton se ve obligado a huir, siendo recogido por unos artistas de feria (los freaks) que le protegen y con mucha sutileza van moldeando su personalidad y dotandole de grandes conocimientos para que encuentre su destino de mutante. El director del circo es Pierre Monetre, un médico caído en desgracia por sus malas artes y que resentido con el mundo planea su venganza a base de desastres y pandemias a tutiplén. Para ello pretende utilizar los cristales que dan título al libro: unos increíbles y omnipotentes entes de origen extraterrestre que le van que ni pintado a sus ansias de destrucción, si los pudiera controlar, claro. Y ahí es donde el protagonista parece ser la clave para entender cómo funcionan.
Sin ser mala, además de breve, a mí la historia me ha decepcionado un poco porque es volver a repetir la misma canción, en esta ocasión con personajes muy maniqueos: los humanos más malos que la quina y los mutantes pedazos de panes que se le coge a uno un nudo en la garganta del buen corazón que tienen. Y por supuesto, a pesar de las humillaciones que sufren, de las vejaciones a que son sometidos, de las constantes burlas y desprecios que reciben del homo sapiens, los mutantes se empeñan en ser humanos porque los humanos tienen... sentimientos. ¡Ja!, mucha moralina veo yo. Y luego, siendo bastante benévolo, mi impresión es que toda la exégesis de la naturaleza y origen de los cristales soñadores no está demasiado bien desarrollada: que si son extraterrestres e indiferentes a la existencia del hombre, que viven en soledad pero a veces se acoplan por pares, que bajos ciertas condiciones sus sueños producen entidades vivas en la realidad terrestre, y un largo etcétera. En fin, a pesar de todo, hay ideas muy buenas, algunas de las cuales merecían mejor tratamiento. Admito que ese final, con el protagonista renunciando a las mieles de la humanidad para refugiarse entre sus iguales, me ha parecido de una dignidad asombrosa. El hecho de que la novela se lea en un par de sentadas me hace pensar que se podría haber sacado más jugo a toda la trama, ¡pero...!, las cosas son como son. Bajo mi punto de vista, puestos a leer algo de este hombre, sin duda mejor elegir Más que humano.
Tenéis otra reseña en el Sitio de Ciencia-ficción; aunque no comparto su entusiasmo por la obra, no deja de tener razón en los puntos que destaca. También podéis echar un vistazo a lo que los usuarios de La Tercera Fundación comentan en la ficha del libro. Según veo al único a quien no ha terminado de convencer es a mí.
Trilogia de la Terra Fragmentada - N.K. Jemisin
Hace 2 horas
3 comentarios:
A mí Sturgeon me parece un buen escritor, de los que intentan no soltar a sus lectores en ninguna frase, pero es cierto que a veces se deja llevar por unos sentimentalismos un poco simplistas.
Esta novela no me la he leído, pero sí 'Más que humano', y no me gusta tanto como algunos de sus cuentos.
@el convincente gon: Quizás mi queja sobre este libro se pueda resumir en que me ha parecido precipitado. Muy buenas ideas, sí, pero demasiado breve, sin tiempo a desarrollarlas suficientemente. Y que conste en acta que "Más que humano" es uno de mis libros preferidos.
Veo que mis recuerdos no me engañan, me resultó un poco aburrida.
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