Summa technologiae recopila un total de ocho ensayos en los cuales Stanisław Lem anticipa la evolución a futuro del ser humano y de la sociedad. El punto de partida es el estado de la ciencia y la tecnología en el momento de la escritura de los mismos (principios de los 1960s). Podría pensarse que sus exploraciones han quedado obsoletas irremediablemente, sin embargo sorprende comprobar la gran capacidad visionaria del autor polaco, que se atrevió a apostar por conceptos que en aquellos años apenas pasaban de ser ideas de índole filosófico, pues se carecía por completo de los medios técnicos necesarios para realizarlos. Basándose en los asombrosos descubrimientos y avances de que había sido testigo en todas las ramas del saber, pudo prever con acierto que en pocos años dichas propuestas, que no pasaban de ser planteamientos casi de ciencia-ficción, serían factibles.
El libro resulta bastante arduo, complicadísimo a ratos. El contenido científico no creo que sea accesible a la mayoría de los lectores. Lem maneja principalmente conceptos de cibernética y teoría de sistemas a los que se suman, dependiendo del tema que esté tratando, las mátemáticas, la física, la teoría de la comunicación, la genética o la astrofísica (por poner solo unos ejemplos). Por si eso no fuera suficiente, en algunos momentos el texto se vuelve tremendamente filosófico, con desarrollos muy eleborados que comprenden cuestiones éticas tratadas con un gran nivel de abstracción. Tanto que me han obligado a releer párrafos enteros sin que eso haya servido para que llegue a entenderlos. Una cierta base científico/tecnológica ayuda, pero aun así hay que centrarse mucho para seguir todas sus ideas. El escritor polaco aporta ejemplos en la mayoría de los casos y además, justifica la viabilidad conceptual de sus proyecciones con mucho detalle. A veces, como cuando describe la realidad virtual (Fantomología según su nomenclatura), puede llegar a hacerse algo pesado, por más que sea comprensible la necesidad que pudo haber tenido de hacerlo para dotar de veracidad a sus planteamientos. Por cierto que algunos detalles de experimentos con animales que también le permiten tomar como válidas sus suposiciones dan bastante grima: perros a los que les han seccionado la columna vertebral, ratas con electrodos implantados en los centros del placer/dolor del cerebro, monos a los que han separado los dos hemisferios cerebrales, etc. Quiero pensar que a día de hoy hay algo más de sensibilidad sobre el uso de animales en experimentos científicos, pero la verdad es que dudo mucho que sea así.
Ya sea en la búsqueda de vida inteligente en el universo, en la inteligencia artificial (Intelectrónica), la ingeniería genética o la biónica, Lem hace gala de su reconocido anti antropocentrismo para evaluar todas las posibilidades que estas ramas de la ciencia y la tecnología nos pueden deparar en el futuro. De esta manera evita enfocar sus planteamientos desde una óptica exclusivamente humana, algo que es habitual en su obra de ficción. Por cierto que otro aspecto muy interesante de estos ensayos es que nos permiten comprobar que muchas de estas ideas se incorporaron en sus novelas. En Paz en la tierra incluye el desdoblamiento de la personalidad tras un procedimiento de neurocirugía (callosotomía), y también introduce unos entes no autónomos (que irónicamente denominó dispositivos LEM) como prolongaciones sensoriales y motoras externas al ser humano. La posibilidad de existencia de seres inteligentes en diferentes estados de la materia aparece en Golem XIV. El casi inconcebible concepto de máquinas autosuficientes modeladas según los principos de la genética humana y que se lanzan al universo a colonizar planetas, encaja a la perfección con las abundantes descripciones de enigmáticos centros de producción de Edén.
No deja de ser una suerte que por fin este título esté disponible en castellano. Es tremendamente interesante y anticipatorio, no podemos encontrar mejor prueba de la certera capacidad visionaria del autor polaco. Ahora que ligerito y fácil de leer no es, las cosas como son. Tenéis más reseñas en Los Inrockuptibles y Revista de letras.
Y terminó por encantarme también el Onceavo Doctor.
Hace 2 horas
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