28 feb 2019

El matrimonio de los peces rojos - Guadalupe Nettel

Los cinco relatos cortos incluídos en El matrimonio de los peces rojos se desarrollan como evocaciones de recuerdos en primera persona. Establecen paralelismos entre situaciones pasadas (normalmente de la infancia) y presentes para narrar una historia. Hasta terminarlo, yo no era muy consciente de por qué nunca me han gustado los textos escritos en este formato. Después de leerme cinco seguidos he sido capaz de abstraer las características que más me molestan, o por lo menos que más me han molestado según el estilo personal de Guadalupe Nettel. Para empezar, sus cuentos explican lo que sucede, sin permitir que sea el propio lector quién se haga una composición de lugar y los acontecimientos en base a lo que le van contando. En lugar de la recomendación "muestralo, no lo cuentes" que se hace en los cursos de escritura creativa, en su caso es "lo cuento que es más rápido y requiere menos esfuerzo, y sanseacabó". De ahí que los relatos, más que relatos, parezcan una confidencia que te está haciendo un amigo muy burgués. Una confidencia cargada de reproches y problemas de gente acomodada. Porque todas las historias versan sobre dificultades personales, familiares o de pareja, de los sinsabores de una vida que no ha resultado tan fe-no-me-nal como nos pensábamos. Me vais a tener que perdonar pero esa pseudo ficción terapéutica me resulta muy pretenciosa y de lo menos interesante del mundo. Y no es que los argumentos tengan posibilidades o no incluyan elementos originales. Es la forma de narrarlos lo que los hace cansinos. Las continuas explicaciones, el dale que te pego con los recuerdos, la constante auto exploración de los sentimientos del narrador. Me temo que no he conectado en absoluto con ninguno de ellos. Ni en la forma, ni en el fondo. Pero antes de seguir repartiendo estopa os dejo los títulos de los cuentos y así os doy un respiro antes de seguir:

  • 'El matrimonio de los peces rojos'. Yo suponía que tener un hijo iba a arreglar las cosas con mi marido pero por el contrario han empeorado.
  • 'Guerra en los basureros'. Por si no lo sabes mis padres hippies tienen problemas y me tengo que ir a vivir con mi tía de clase media que incluso tiene una asistenta interna en casa.
  • 'Felina'. Me dan una beca en Princeton y se me ha fastidiado la cosa porque me he quedado embarazada sin desearlo.
  • 'Hongos'. ¿Sabes? Me siento fatal porque me he enamorado de uno de los mejores violinistas del mundo y lo que había construído con mi actual pareja se está desmoronando.
  • 'La serpiente de Beinjín'. ¿Te puedes creer que después de treinta años de matrimonio mi padre tienen una amante mucho más joven que él y mi madre está deprimidísima?
Y es que si yo me he sentido como alguien que tiene que escuchar los problemas personales de un amigo, ahora me toca a mí usar el blog para volcar la frustración que me ha supuesto esta lectura. La verdad es que si hubieran sido diez cuentos en lugar de cinco, creo que no habría terminado de leerlo. Como apenas pasa de las 120 páginas, cuando me he dado cuenta de lo lamentable que era ya lo había terminado. Retomemos ahora la relación de molestias varias ocasionadas por este libro. Nettel transforma opiniones personales en leyes universales, pero como cada uno de nosotros tenemos nuestra propia percepción del mundo, la impresión que causa es la de partir de un punto equivocado y por tanto hacer que lo narrado no sea creíble. Por ejemplo en 'Felina' y en relación a una gata que tiene la protagonista, se lee:
"Qué otra misión, me pregunté, puede haber en la vida de los animales sino reproducirse".
Sin duda ha sido toda una sorpresa comprobar que estos relatos ocultaban entre sus renglones lecciones de filosofía de este calibre. Y ya que hablamos de animales, es imprescindible comentar que cada uno de los cinco cuentos se apoya en diferentes especies/especímenes animales como herramienta narrativa que permite a la escritora mexicana establecer analogías (bueno en realidad 'Hongos' bascula en torno a los causantes de una micosis). Lógicamente y como ocurre con el 99.99% de la población, la relación de los personajes con los animales es antropocentrista y especista. Compramos una serpiente en una tienda de animales, la encerramos en un terrario y luego la envenenamos porque nos da grima. Si se muere un pez que tenemos malviviendo en una pecera con muchos menos litros de los recomendados pues compramos otro. Son solo animales, están en el la Tierra para ser usados por el ser humano, ¿verdad? También los gozos y las sombras de la maternidad sobrevuelan de una manera u otra todos los relatos. Cuestión ésta la de la maternidad que por si no lo sabéis, no se encuentra entre mis 100.000 temas preferidos. En 'El matrimonio de los peces rojos' la joven protagonista nos informa bien pronto de que:
"Durante el embarazo, y creo que a lo largo de toda mi vida, había imaginado los primeros días en casa, después del nacimiento de un hijo, como los más romáticos y maravillosos que podia vivir una pareja."
La de 'Hongos' nos aclara:
"No tenía hijos. Lo había intentado durante un tiempo, sin éxito, pero lejos de atormentarme por ello, me sentía afortunada de poder concentrarme en mi carrera."
"Un niño hubiera representado un ancla muy poderosa al mundo tangible y cotidiano. Habría estado pendiente de su persona y sus necesidades. Me habría alegrado la vida con ese cariño incondicional que tanto necesitaba."
Todas estas proyecciones y tácticas de compensación psicológica refuerzan esa sensación de visita al terapeuta que me ha acompañado durante toda la lectura. Por no hablar de que nunca había visto tantos lugares comunes en tan poco espacio. Las protagonistas de los cuentos nunca se han cuestionado la arbitrariedad de las imposiciones sociales y por ello las siguen sin rechistar. Pero luego resulta que las cosas no eran como se las habían contado y todo les sale mal. Me temo que ese enfoque no va conmigo para nada. Y no digo que de ahí no puedan salir buenas historias, como conflicto es tan válido como cualquiera. Pero hay que trabajárselo para no aburrir al lector con lo que al final no parecen más que lamentaciones. Que conste que yo en realidad lo que quería leer era El huésped, pero no estaba disponible cuando fui a la biblioteca. Después de terminar este tomo la verdad es que se me han quitado las ganas. De todas formas y como siempre, es mi opinión personal, que incluye toda una vida de fobias y filias. Para conocer otras visiones, mucho más elogiosas, os recomiendo echar un vistazo a El gato que pesca, Espacio Ulises y Top cultural.

5 comentarios:

Gabriel Diz dijo...

Hola Cities: lo has destrozado! Me sorprendió que escribieras una reseña tan extensa para un libro que no te gustó.

Saludos

Cities: Moving dijo...

@Gabriel Diz: Destrozar un libro en el blog es un mecanismo de compensación ante la decepción/frustación que ha supuesto su lectura. En general me suelo divertir más escribiendo estas reseñas que las de libros que me han gustado. Gracias por pasarte por aquí.

Oriol dijo...

Muy buena reseña, Cities. A mí también me gusta extenderme en las mías, especialmente en aquéllas sobre libros que no me han gustado. Eso me ayuda a entender qué cosas son las que me han impedido disfrutar de la lectura.

Cities: Moving dijo...

@Oriol: Gracias, me alegro de que te haya gustado. Como ya he dicho más de una vez preferiría no escribir reseñas negativas, pero si no queda otra, intenterá disfrutar al hacerlo ya que con el libro que la ha provocado no ha podido ser.

Teresa R dijo...

OMG...This is the funniest thing I have literally ever read in the Spanish language.

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