Noburu es un crío de 13 años huérfano de padre desde hace 5 años o así. Vive muy desahogadamente con su madre Fusako Kuroda en Yokohama, donde ella regenta una tienda de artículos de lujo. A Noburu le fascina el mar y la vida en alta mar, solo allí se pueden vivir los valores con que él cree que la vida es digna de ser vivida (intensidad, peligro, pureza, aventura, etc.). Gracias a los contactos de Fusako, un dia madre e hijo van a visitar un enorme buque de carga, el Rakuyo, donde ante la ausencia del capitán actúa como guía de la visita el segundo oficial, Ryuji Tsukazaki. El flechazo entre el marino y Fusako es inmediato, implacable, incontrolable. Ella le invita a cenar como agradecimiento a sus atenciones y terminan pasando la noche en casa de ella. Los dos siguientes días, antes de que Ryuji vuelva a partir, son inseparables y su amor parece haber sido sellado. Sin embargo la perspectiva de una vida alejado de los océanos crea cierto conflicto en el marino. Curiosamente, al igual que Noburu, él eligió esa forma de vida tan sacrificada y solitaria porque desde pequeño consideró que habría de alcanzar un destino fantástico, singular, inaccesible al común de los mortales, y que dicho destino solo podría lograrse en el mar, que él considera el único lugar donde las condiciones necesarias para un acontecimiento tan asombroso podrían encontrarse. Sin embargo ya pasa de los 30, ese destino maravilloso le esquiva y está bastante cansado de llevar una vida tan dura; comenzar una vida en tierra al lado de una mujer guapa, atractiva y de modales exquisitos no resulta en absoluto mal plan para los años que le quedan. Además está Noburu, un chaval que parece compartir muchos de sus valores y aficiones marineras, pero a quien sin saberlo, al renunciar al mar por su madre, va a traicionar en lo más profundo de sus convicciones. Y una deslealtad de tales proporciones tendrá unas consecuencias que Ryuji es totalmente incapaz de imaginar.
Hace más de 20 años leí El marino que perdió la gracia del mar en la que fue mi toma de contacto con la obra de Yukio Mishima. Al terminarlo me había convertido en un admirador convencido del autor japonés, y a juzgar por el conteo de su etiqueta en la zona de autores del blog (eso sin tener en cuenta lo que me he leído antes de tener blog) es fácil comprobar que mi entusiasmo por él no ha decaído. Tengo que admitir que conforme empezaba a releerlo, más de dos décadas después de aquella conversión casi mística, no recordaba absolutamente nada de la trama. En los primeros capítulos el trasfondo romático incluso llegó a confundirme, no entendía cómo algo así había logrado provocar un efecto tan visceral en mí. Sin embargo enseguida se empieza a plantear lo que para Noburu va a significar el hecho de que este magnífico especimen humano a quien idolatra deserte del mar y renuncie a los únicos valores merecen la pena bajo su punto de vista. Mishima empieza a darnos pistas del caríz que va a tomar la narración cuando nos presenta a su pandilla de amigos. Todos ellos son excelentes estudiantes, pero muestran un rechazo frontal a la sociedad y los valores sobre los que se funda. Según sus planteamientos, familia, trabajo o educación no tienen otro objetivo que anular la individualidad, imposibilitar las multiples aptitudes que puede desplegar el ser humano. A su extremada inteligencia se une una peligrosa falta de empatía. Muy pronto conoceremos las acciones que son capaces de llevar a cabo para alcanzar una libertad malentendida y demostrar una virilidad cruel y sinsentido.
Puede que esta novela sea una de las más redondas de este escritor japonés. Sin duda a nivel argumental está perfectamente planeada. Respecto a su estilo, es tan depurado y exquisito como siempre, mucho menos lírico que otras ocasiones pero igual de elegante y evocador en sus descripciones. Sin hacer demasiado esfuerzo podemos comprobar que las temáticas que trata son poco más o menos las habituales: la escasa pervivencia de los valores tradicionales en un Japón en progresiva occidentalización, su concepción de la virilidad, el compromiso con un ideal y la autenticidad de vivir conforme a él, choque de la tradición con la modernidad. Sin embargo, el giro perverso y enfermizo que toma la trama le otorga unas características totalmente fuera de lo corriente, volviéndola extraordinaria por derecho propio. No me extraña que hace veintipico años me quedase boquiabierto al leer esta novela, porque lo cierto es que me ha vuelto a pasar. Solo una verdadera obra maestra es capaz de suscitar las mismas (e intensas) emociones aun cuando afrontamos su lectura en momentos vitales tan diferentes. Muy fan de este escritor, mucho. Tenéis más reseñas en Letras en tinta, Mi estantería y Un libro al día.
Pedro Juan Gutiérrez: Anclado en tierra de nadie
Hace 1 hora
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