Chevette Washington es una joven mensajera que opera en San Francisco. Tras una entrega en un hotel de lujo acaba por casualidad en una fiesta que se está celebrando en otra planta de ese mismo hotel. Su aspecto y su ropa hacen que destaque en ese mar de riqueza y opulencia, lo cual llama inmediatamente la atención de un tipo que pulula por allí. Este individuo intenta ligar con ella, pero ella lo rechaza y en un acto un irreflexivo provocado probablemente por la frustración, le roba unas gafas de sol antes de marcharse. Berry Rydell es un joven policía de L.A. al que las cosas no le salen bien. Apenas unos meses activo en el cuerpo y tiene una desafortunada intervención en un incidente con un drogadicto que provoca su expulsión del cuerpo. De ahí pasa a la seguridad privada, donde también es víctima accidental de una jugarreta a las pocas semanas de servicio y de nuevo al paro. Así que a modo de favor para compensarle por lo ocurrido, le proponen un trabajo en San Francisco. Aparentemente se trata solo de hacer de conductor de un tal Lucius Warbaby, alguien a quien se recurre cuando se quieren resolver asuntos digamos "delicados" en los que no se puede implicar ni siquiera a una agencia privada de investigación. Y cómo no, al Sr. Warbaby le han encargado recuperar... ¡bingo! Las gafas robadas.
Luz virtual es una novela negra que se desarrolla en un futuro próximo y en un interesante contexto con ligeros tintes distópicos, fundamentados sobre todo en una importantísima brecha socioeconómica a causa del capitalismo salvaje. También una serie de desastres medioambientales y catástrofes (principalmente terremotos), que han asolado por ejemplo California y Japón, han provocado una reconfiguración del mapa político terráqueo. Se trata de la primer volumen de la denominada Trilogía del Puente, llamada así debido a que el Puente de la Bahía entre San Francisco y Oakland juega un papel importante en la trama. Tras el seísmo y la construcción de un túnel alternativo al mismo, la estructura fue abandonada por las autoridades locales y se convirtió en un refugio para las capas más desfavorecidas de la sociedad, así como de todos aquellos que se oponen al sistema y se niegan a ser controlados por él.
En retrospectiva sorprende el poco peso que William Gibson concedió a la telefonía móvil en el futuro que imaginó. De igual forma, otorgó a los mundos virtuales y a la realidad aumentada un peso y una presencia inexistente aún a fecha de hoy. Pero a pesar de que no siempre consigue acertar en muchas de sus predicciones tecnológicas, hay que reconocer que la atmófera general en la que trascurre la historia resulta muy verosímil, pues la construye con unas mínimas especulaciones sobre la situación existente en el momento de su escritura, a mediados de los 1990s, alguna de las cuales se han demostrado muy acertadas. Por lo demás, la trama noir no es demasiado compleja. El argumento es bastante más fácil de seguir que cualquiera de las novelas de la Trilogía del Ensanche. Nada de deidades vudú virtuales, ni pseudofilosofías místico-digitales, ni viajes alucinantes por un ciberespacio cuya descripción resulta bastante difícil de comprender. La acción me ha resultado especialmente creíble por incluir especulación inmobiliaria, paraísos fiscales, grandes corporaciones con cientos de ramificaciones, cárteles de droga, corrupción, etc. etc. En resumen, una lectura no muy profunda pero adictiva y entretenida. Curiosamente no hay muchas reseñas de esta obra del padre del cyberpunk en la blogosfera; de lo poco que he encontrado y más que nada para que tengáis otra opinión os remito a El jardín del sueño infinito.
La mia pandemia
Hace 10 minutos
2 comentarios:
Hola, Cities:
¿Crees que esta novela es la mejor de Gibson después de Neuromante? Si es así me gustaría leerla.
@Aida (meriendolibros): No, para nada. Esta novela es entretenida y simpática, pero nada del otro mundo. Ni por estrutura, ni por trama, ni por nada de nada.
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