Cánticos de la lejana Tierra es una novela bastante simplona. Tiene ideas originales, no lo niego, pero el desarrollo de la acción es en general plano y monocorde. Lo curioso es que a considerada a trozos tiene partes que no está mal. Por ejemplo ese punto hard cuando Arthur C. Clarke se pone docto y erudito y nos explica cómo los neutrinos ayudaron a detectar la proximidad del final del sol, o bien las bases científicas tras la propulsión cuántica, maravillosa tecnología que permite viajar por el espacio a velocidades de vértigo empleando la energía almacenada en el vacío, que no está tan vacío como pensamos. La descripción geomorfológica y zoológica de Thalassa también tiene sus cosas interesantes, especialmente esos extraños crustáceos que habitan en el fondo del mar y que cultivan algas, lo cual indica que poseen cierto grado de inteligencia. Y no digamos la especulación sociológica realizada sobre sus habitantes: una cultura atea, libre de frustraciones inútiles, pacífica, abierta y tolerante en temas sexuales. Resulta muy estimulante coincidir con el autor en que las religiones son dañinas al hombre e imaginar que el experimento de haber sembrado una colonia humana sin la lacra de dioses de ningún tipo ha originado una sociedad perfectamente equilibrada, tolerante, considerada, comprensiva, colaboradora y compasiva. Ahora bien, visto como una globalidad, el texto apenas tiene emoción y es muy contenido. Parece redactado para agradar a todos y no molestar a nadie, sin exabruptos ni salidas de tono. Con un candor, una ingenuidad y una bondad a todas luces imposible de creer, visto el mal bicho que es el ser humano. Es que ni el conato de motín que surge en la Magallanes es creíble por los comedido que es. ¿Pero cómo narices puede haber un motín moderado? ¡Un motín es sangriento o no es!
El teniente de comunicaciones Fletcher abordó al Capitán Bey en un pasillo de la nave después de haberle seguido discretamente y sin haber solicitado una reunión a su secretaria:En fin, la improvisación me ha quedado un poco Céline, pero supongo que se aprecia el sarcasmo. Poco más o menos estamos ante una historia bienintencionada apta para todos los públicos, incluso para niños de 7 años acompañandos de un adulto. Lo cierto es que desde que tengo el blog no recuerdo haber leído nada de este escritor que me haya convencido. Cita con Rama tuvo su áquel pero en el fondo no era más que la descripción de un objeto extraño que apareció de pronto por nuestro Sistema Solar. Mucho misterio y mucho no tener ni idea de lo que hay, que inquieta un poco, pero para de contar. Puesto a pensar creo que lo único que me ha gustado del británico es 2001: Una Odisea del Espacio, que leí hace la tira de años y que desde luego no voy a releer para mantener el buen recuerdo. Tenéis más reseñas en Literatura Prospectiva, el Sitio de Ciencia-Ficción y en Rescepto. Hay muchísimas más en la blogosfera, y en esta ocasión me he quedado bastante solo en mi juicio porque parece que todo el mundo viene a elogiar el 'sentido de la maravilla' que (dicen) transmite esta obra.
- Disculpe capitán. Verá, lo que tengo que decirle a continuación no resulta fácil, pero visto el caríz que ha tomado la situación, no me queda más remedio que hacerlo. Hablo en representación de un grupo de oficiales que está decidido a no continuar el viaje hasta Sagan Dos. Preferimos que la misión finalice en Thalassa, que tiene un clima muy agradable todo el año y unos nativos (ellos y ellas) de trato muy fácil, Vd. ya me entiende ¡je, je, je! - Un guiño picarón y un codazo en el costado del capitán acompañaron la risa socarrona con que el teniente finalizó la exposición de tan inaceptable petición.
- ¡Pero teniente Fletcher, qué me está dicendo! ¡Ay, qué disgusto, qué disgusto! ¡Por favor, acuérdese de sus familiares que están en hibernación! ¿Qué pensarían de Vd? ¡Me alegro de que estén con Morfeo, así se ahorran la escena! ¡Pero no se da cuenta del mal rato que me está haciendo pasar! ¡Pienselo bien, teniente Fletcher! ¡Depongan su actitud inmediatamente!
- Por favor capitán no se altere, hemos venido con ánimo de colaboración total. No descarte nuestra idea sin más, dele una vuelta y verá como no está tan mal. Imagínese vivir en Sagan Dos, hielos perpetuos a veintitantos grados bajo cero durante décadas, hasta que lo terraformemos y regulemos su órbita... ¡Brrrrrrrr! ¡Qué desapacible! ¿No es mucho mejor este planeta con sus islitas, sus cocoteros y sus 22ºC de media todo el año? ¡Vamos capitán, seguro que Vd. también lo está deseando!
- ¡Ay teniente Fletcher, no me tiente, no me tiente! ¡Sabe Vd. muy bien que no es posible! ¡He adquirido unas obligaciones como capitán de esta nave estelar! ¡No puedo saltarmelas así como así! ¡La Humanidad confió en mi profesionalidad y mi curriculum! ¡No puedo fallarles! ¿Lo entiende Vd, verdad? ¡Me ha puesto Vd. en un compromiso terrible! ¡Ahora tendré que aplicar las directivas oficiales para los motines y conducirle al exilio!
- ¡Nada de violencia, capitán! ¡Por favor, se lo ruego tranquilícese! ¡El exilio! ¡Qué oprobio, qué ignominia, que deshonra! ¡¡No capitán, no nos haga eso!!
- ¡Ay teniente, qué imprudentes han sido Vds! ¡No hay vuelta atrás, ni hablar del caso! ¡Emitiré una orden de deportación inmediata para Vd. y sus seguidores! ¡Haberlo pensado dos veces, gañanes! ¡Siesos!
- Pero por lo más grande, capitán, ¿¡cómo puede firmar algo así sin que le tiemble el pulso!? ¿No se da cuenta del fastidio que...? -El teniente Fletcher reflexionó y detuvo sus lamentos, los cuales cambió por una pregunta emitida con un tono esperanzador- Oiga capitán Bey, ¿significa eso entonces que los amotinados nos quedamos en Thalassa?
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