Con
Mona Lisa acelerada por fin termino la
Trología del Sprawl, que incluye además
Neuromante y
Conde Cero. La acción transcurre en el mismo futuro hipertecnológico y superpoblado que el resto de la saga, unos 10 años después de finalizar el anterior volumen.
William Gibson repite de nuevo el mismo formato narrativo que en la segunda entrega (¿también era así en la primera? No sabría decirlo, hace demasiado tiempo que la leí): en esta ocasión son cuatro hilos argumentales los que se van sucediendo a cada capítulo para confluir poco a poco y finalmente situar a todos los protagonistas en la resolución final.
- Por un lado tenemos a Kumiko, hija de un importante jefe de la Yakuza, que es enviada a casa de uno de sus asociados en Londres para mantenerla al margen de las luchas que están teniendo lugar entre los clanes de la mafia japonesa.
- En el siguiente tenemos a Slick Henry, un artista marginal que crea enormes robots a partir de chatarra y que convive con Gentry, un jinete del cyberespacio, en una fábrica abandonada en mitad de una zona contaminada y desolada. Slick se ve forzado a ocultar a un tipo en coma, que resulta ser Bobby Newmark, el 'Conde' de la segunda parte, pues debe un favor al delicuente que lo estaba protegiendo hasta ese momento.
- El tercero gira en torno a Angela Mitchell, una famosísima estrella del simestim que no es otra que la hija del científico a quien salvaron de una gran corporación en el segundo libro, y cuyos biochips implantados por gentileza de su padre le permiten entrar en el cyberespacio sin consola externa.
- El cuarto y último hilo está protagonizado por Mona, una joven prostituta adicta al wiz de gran parecido físico a Angela.
A partir de ahí, como viene siendo marca de la casa, el autor compone una entretenidísima novela de intriga y acción desarrollada en escenarios futuristas y distópicos ideados en los 1980s pero que con el tiempo, se ha demostrado que no distan demasiado de la realidad en la que nos movemos (para mi sorpresa en el capítulo 3 se describe lo que ahora conocemos como
drone). Menos mística que la segunda parte,
Gibson aprovecha para aclarar un poco el origen de las misteriosas entidades vudú del cyberespacio, seres virtuales cuya existencia y justificación se me escaparó por completo. Además me ha parecido detectar una mejora sustancial en las habilidades narrativas del autor, pues ya no busca tantos golpes de efecto a base de descripciones de ese futuro desolador y de impactantes características tecno-fisiológicas de los personajes, que las hay por supuesto, sino que está mucho más centrado en construir una trama coherente y sin fisuras. Como golpe maestro, este escritor pionero del cyberpunk se las ingenia para cerrar la serie incorporando en este último libro personajes y situaciones de los otros dos, consiguiendo un efecto de globalidad digno de mención. Resumiendo, un final muy bueno que en mi opinión, permite terminar satisfactoriamente la trilogía. Tenéis otra reseña en el
Sitio de Ciencia Ficción.
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