Siempre me ha gustado la literatura británica de humor. P. G. Wodehouse y Tom Sharpe han estado entre mis favoritos desde hace años, por lo que no veo momento malo para acercarme a otros autores del género. No hace mucho fue David Nobbs, con quien sin duda repetiré, y recientemente y gracias a Kindle Flash de Amazon me topé con E. F. Benson y La Señorita Mapp, uno de los libros de su serie denominada 'Mapp y Lucia' que incluye otros 5 títulos. Lo triste del caso es que me temo que con Benson no voy a repetir.
Nuestra protagonista ronda los 40 años y vive en una preciosa, pequeña y ficticia localidad de la costa inglesa denominada Tilling. Es una solterona metomentodo, sabihonda, algo arrogante y bastante clasista, pero con buen fondo y mejor humor a la hora de enfrentarse a las pequeñas adversidades de la vida, que por lo general provoca ella misma. Además de a Miss Mapp, tenemos oportunidad de conocer a un elenco muy divertido de tillinguenses: Isabel Poppit y su madre, Susan Poppit, una estirada miembro de la Orden del Imperio Británico y los más recientes miembros de la pequeña comunidad. Diva Plaistow, competencia directa de la Srta. Mapp en cuanto a liderazgo del comadreo vecinal. El discreto y elegante Algernon Wyse, residente temporal durante el otoño/invierno, y su misteriosa y glamourosa hermana Amelia, Contessa de Faraglione por su matrimonio con un noble napolitano. El major Flint y el capitán Puffin, dos militares retirados y solteros que pasan su tiempo jugando al golf. Irene Coles, sufragista, artista posimpresionista, socialista y germanófila.
¿Cuál es el problema entonces? Muy sencillo: la trama no es más que una constante exposición de las pequeñas intrigas de Miss Mapp, reina absoluta del cotilleo de Tilling. A veces resulta triunfadora, pero las más recibe una dosis de su propia medicina y termina viendose ridiculizada por sus propios enredos. La novela es cansina y repetitiva, termina agotando porque no va a ningún lado. Es cierto que hay ciertos golpes que provocan la risa, o mejor dicho una sonrisa, porque reconozco que el libro es simpático y agradable. Pero capítulo tras capítulo todo son chismorreos de gente bien de pueblo, lo cual no deja de ser una patética forma de pasar el tiempo. Además el clasismo más indiferente sobrevuela todo el texto. No solo la existencia de la servidumbre se ha interiorizado como natural a la vida de la protagonista, sino que además destila una superioridad condescendiente sobre todos aquellos vecinos menos pudientes que ella o a quienes considera de dudosa moralidad. Ya sé que el autor se limita a reflejar la sociedad de la época, pero no puedo evitar que me resulte bastante irritante.
Resumiendo, no es mala lectura, pero no tampoco suficientemente buena. La edición se de Impedimenta es estupenda y está complementada con un buen número de notas a pie de pagina que ayudan a comprender el contexto de muchas referencias que incluyó el autor, algo que es de agradecer pues no todos somos expertos en la cultura británica de pricipio del siglo XX. Tenéis más reseñas en Serendipia, la revista web Hoy es arte y El cofre de los libros.
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Hace 6 horas
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