4 jul 2013

Escrito con la Lengua - Roger Wolfe

Roger Wolfe tiene una muy pobre opinión del ser humano, ya sea como individuo, como elemento de la sociedad o como componente del sistema que gobierna a sus semejantes, lo cual, viendo el grado de necedad, estupidez y mezquindad que presencio a diaro no me extraña lo más mínimo. Lo que sí me ha extrañado es que su aguda y descarnada visión de la inmundicia que representa la humanidad date de fechas para mí tan pretéritas como 1992. Vamos, que en pleno orgasmo eufórico de Olimpiadas de Barcelona y Expo de Sevilla, cuando todos los estamentos públicos y los ciudadanos de a pie  contemplábamos entusiasmados el nuevo estatus alcanzado por España dentro del orden mundial de las grandes potencias, Wolfe ya se dedicaba a repartir mamporros en forma de breves y certeras reflexiones que nos muestran el absoluto y despreciable vacío con que nos encontramos si rascamos un poco la realidad que nos rodea. Y tras leerle se hace patente que sobra con pasar la uña mínimamente y casi sin interés para desenmascarar la patraña que somos.

El libro recopila algo más de 500 pensamientos escritos entre 1992 y 2001, algunos son solo un par de frases, otros, los menos, textos de un par de páginas o poco más. El británico naturalizado español no deja títere con cabeza en su batalla personal contra el mundo, aunque lógicamente los aspectos que más radiografía son los que le son más cercanos: por un lado el mundillo literario y sus miserias (no podía evitar pensar en Patrulla de Salvación al toparme con ellos), y por otro los gobiernos y sus vergüenzas. Pero también el ser humano en sus múltiples facetas y con toda la basura que arrastra recibe una buena dosis de la amarga medicina del escritor. Visto lo visto y leído lo leído queda más que justificada la desmedida misantropía que le provoca vivir en sociedad rodeado de tanto horror. Se aprecia por cierto una evolución en estos aforismos a medida que el autor va cumpliendo años: la rabia y virulencia contra el elemento atacado que se manifiestan los primeros años (con ese ímpetu típicamente treintañero) se tornan incomprensión e incredulidad, pero también aceptación irremediable de la situación en los últimos (ya estaba a punto de entrar en los cuarenta). 

En resumen, una lectura reconfortante, pues demuestra que aún queda inteligencia en las letras españolas. Lo malo es que por momentos me ha hecho reflexionar con algo de amargura sobre el grado de destinterés e indiferencia que he mostrado durante tantos años por la realidad que me rodeaba. Mientras Wolfe recopilaba y escribía sobre toda la mierda que nos rodea, yo no era más que uno de esos elementos inanes que aparecen en sus críticas. Puede que ahora mismo a sus ojos lo siga siendo, pero al menos a los míos no.

Tenéis otras reseñas en Crítica.cl y en Dragolandia, el blog de Sánchez Dragó. ¡Qué cosas!, yo enlazando con el blog de este señor, ¿quién me lo iba a decir? Os recomiendo quedaros exclusivamente en el post sobre este libro, yo no lo he hecho (ingenuo de mi) y todavía me hierve la sangre de las tontunas que he leído.

2 comentarios:

Palimp dijo...

Apuntado queda, no me atrevo a seguir el enlace de Dragó, no sea que me de un yuyu.

Cities: Moving dijo...

@Palimp: El enlace al post de Sánchez Dragó sobre el libro de Wolfe es inocuo. Ahora bien, si te animas a leerlo, te recomiendo que no salgas de ahí. Yo estuve curioseando un poco y aguanté solo un par de articulos más.
;)

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