A principios de los 1970s unos multitudinarios atentados terroristas en Manhattan configuraron una realidad alternativa sobre la que se construye Staten Island, una ucronía en toda regla a cargo Arthur Nersesian. Aprovechando unas instalaciones militares imitando Nueva York prácticamente en tamaño real y construidas en los 1940s en mitad del desierto de Nevada para prácticas de tiro, el gobierno de los EE.UU. traslada a las mismas a los neoyorquinos indeseables o simplemente pobres, a refugiados de catástrofes naturales, así como a todos los elementos que considera subversivos, creando en la denominada Ciudad Refugio un complejo nucleo de población de más de un millón de personas. Nadie sabe cómo escapar de allí y la supervivencia se ha vuelto un difícil arte. Es en una carretera de Ciudad Refugio en una mañana de finales de 1980 donde aparece el protagonista, Uli. Le han borrado los recuerdos y le han implantado una idea en la mente: matar a Dropt, que resulta ser uno de los dos candidatos a alcalde en las elecciones que están a punto de celebrarse. Desde la primera línea de la narración nos movemos con Uli por ese extraño paisaje urbano donde se mezclan imitaciones reducidas en altura de conocidos edificios, decorados de cartón-piedra y devastación, resultado tanto de los bombardeos aéreos originales como de los desmadres de los habitantes del lugar. Sin saber a quién recurrir ni en quien confiar, el lector acompañará a este supuesto asesino en su deambular por este paraje sin igual.
La influencia de Philip K. Dick en esta novela es innegable: la amnesia del protagonista, el ritmo incansable de sus correrías para buscar una salida, individuos con capacidades psi potenciadas por implantes tecnológicos, la sobreabundancia de personajes, drogas y violencia, los entramados políticos a los que se enfrenta y la acción trepidante son elementos típicamente dickianos. Por otro lado la realidad divergente en que transcurre la trama tiene elementos muy originales y bien pensados: Nixon no dimitió por el escándalo Watergate, antes al contrario, los periodistas Bernstein y Woodward han acabado en Ciudad Refugio por suponer una amenaza de estado. Cuando Nixon terminó su presidencia en 1976, Ronald Reagan fue elegido nuevo presidente de los EEUU. Todo aquel que se ha opuesto a la Guerra del Vietnam ha sido catalogado como terrorista y trasladado a esta ubicación de Nevada. Allí están entre otros, grandes activistas y popes de la (contra)cultura norteamericana de los 1960s y 1970s, como Allen Ginsberg, Abbie Hoffman o un Andy Warhol de nombre tergiversado. En definitiva, una historia muy original y entretenida, desde luego, pero que no ha llegado a convencerme por exceso. Son demasiadas incógnitas, demasiados personajes que parecen improvisados, demasiados hilos argumentales abiertos que en realidad no tienen importancia real y dos páginas finales en las que tras recuperar la memoria, Uli da una explicación al motivo de su estancia en Ciudad Refugio que parece igualmente, sacada de la manga. Si ha habido ocasiones en que ni siquiera Dick se ha librado de mis críticas por ser demasidado dickiano, Nersesian no iba a ser menos.
Tenéis otras revisiones de este libro en Errata de Videoteca (con un post muy interesante donde para mi sorpresa, detectan en la obra una clara influencia ballardiana) y en Bendito Atraso. En ambos casos quedan dudas más que razonables sobre la calidad de la novela.
Trilogia de la Terra Fragmentada - N.K. Jemisin
Hace 6 horas
2 comentarios:
Este no me lo anoto. Todavía no me he leído a Dick a fondo así que no voy a empezar por un discípulo.
@el convincente gon: Estoy contigo, primero las fuentes originales
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