Bien, se acabó. Con Subte he dado cuenta de toda la producción literaria que nos ha dejado Rafael Pinedo, fallecido en 2006 víctima de un cáncer. Publicada postumamente, supone el cierre de lo que el autor denominó la "trilogía de la destrucción de la cultura", que lógicamente incluye además a Plop y Frío. ¿Qué tenemos en esta última novela? De nuevo al igual que en el caso de Plop, nos topamos con algunos supervivientes que malviven tras algún cataclismo que ha acabado con la vida en la tierra tal y como la conocemos actualmente. En esta ocasión somos conocedores de la existencia de un clan que se han refugiado en la completa oscuridad de los antiguos túneles del metro. La inutilidad de la vista en este medio les ha llevado al desarrollo asombroso del resto de sentidos, de forma que han evolucionado hasta contar con una especie de sónar. Lamentablemente también durante el proceso de adaptación hubo que definir unas aberrantes y regresivas estrategias de supervivencia, entre las cuales destaca la medición del tiempo mediante un perverso mecanismo que implica diferentes clases de mutilaciones según un sistema de castas con Dolicos en la cúspide y Braquis en la base. Riete tú de la crueldad de los Morlocks para con los Eoli, que al fin y al cabo se limitaban a zamparselos.
La embarazadísima protagonista, Proc, da con sus huesos en estas laberínticas galerías subterraneas huyendo de una jauría de lobos hambrientos. Ella forma parte de otra tribu involucionada que habita en la superficie, así que su toma de contacto con el sistema de castas del interior de la tierra le plantea interesantísimos conflictos con la matriz cultural propia del grupo al que pertenece. Y es sobre estos conflictos entre los diferentes ritos y tradiciones sobre los cuales se desarrolla la trama, que tal y como yo la he entendido, es una hipérbole de la manipulación que la sociedad y la cultura realiza sobre la conducta humana.
Subte es muy original en su planteamiento, brutal en su desarrollo, impactante en su conclusión. Y todo en menos de cien páginas. Es una pena que aquí se acabe la obra del autor argentino. Aunque bueno, quizás por eso tenga ya cierto aire a trilogía de culto que desde luego, no se va a estropear con ningún pufo posterior.
De nuevo buscando reseñas me he topado con la clasificación como novela distópica en lugar de post-apocalíptica. Obviamente no voy a enlazar a ningún post tan equivocado como para considerar lo primero, ¡faltaría más! Así que os remito por un lado a Athnecdotario Incoherente y por otro, a La Medicina de Tongoy, que no ha fallado con ninguna de Pinedo.
Pedro Juan Gutiérrez: Anclado en tierra de nadie
Hace 5 horas
1 comentarios:
Ignoraba que el autor había muerto...
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