Plop es una novela corta de ciencia ficción post-apocalíptica. Plop es también el nombre del protagonista, un niño nacido en el seno de una tribu nómada de supervivientes de un cataclismo no especificado. A lo largo de los años vagan por parajes desoladores y devastados en los que está lloviendo prácticamente todo el tiempo. Se enfrentan a otras tribus, cazan y follan mucho todos con todos. Han desarrollado sus propios ritos y tabús, y así aunque las relaciones homosexuales son aceptadas sin problemas, el sexo oral no se concibe ni se consiente. De igual forma tienen un calendario de festejos, en los que se emborrachan (no sé cómo narices pueden destilar alcohol, no parece haber ni árboles con frutas, ni cereales, ni suficientes arbustos con bayas como para poder destilarlo) y algunos afortunados, toman hongos psicotrópicos.
Plop resulta ser un hijo de puta desalmado que quiere medrar y ascender en la jeraquía de la tribu a toda costa. Para ello hace todas las jugarretas y perrerías necesarias hasta conseguir eliminar los obstáculos. A cualquier precio y con todos los medios a su alcance, que en realidad viene a ser siempre el asesinato, algo que por otro lado es el día a día en ese futuro que imagina Rafael Pinedo.
Plop, que data del 2002, recuerda inevitablemente en su planteamiento a un libro mucho más conocido: La Carretera de Cormac McCarthy, fechada en 2006. Para mi gusto, la visión de la supervivencia tras el apocalipsis en la novela que hoy me ocupa es mucho más acertada, y desde luego muchísimo menos maniquea que la del norteamericano. En Plop se plantea a las claras que todos podemos llegar a ser unos cabronazos crueles y despiadados. No pestañearemos en matar o utilizar a cualquiera a nuestro antojo si creemos que es lo más conveniente, bien para nosotros mismos, bien para ese pequeño grupo del que formamos parte. Pero de igual forma también se muestra que el ser humano está dispuesto a echar una mano a cualquier persona que se cruce en su camino siempre que consideremos que sus intenciones son buenas y que a la larga, su presencia redundará en un beneficio, ya sea del grupo o de uno mismo.
Muy bueno el libro, con un lenguaje muy sencillo y directo, frases muy cortas y capítulos breves, se lee en un par de sentadas. Hay un montón de reseñas de Plop en la blogosfera, pero sorprendentemente la mayoría de ellas lo describen como una distopía. Y yo me pregunto, ¿tan complicado es distinguir una novela distópica de una post-apocalíptica? Visto lo visto parece que sí. Por tanto y como medida simbólica de protesta ante lo que me parece un atentado al buen gusto y a la decencia literaria, no voy a enlazar ninguna de éstas. En esta ocasión me limitaré a recomendaros a La Medicina de Tongoy.
Pedro Juan Gutiérrez: Anclado en tierra de nadie
Hace 6 horas
5 comentarios:
Este lo tengo apuntado desde hace tiempo... a ver si lo leo.
@Palimp: Yo me he tirado a la piscina y he ido a por las tres novelas de Pinedo de golpe. Hasta el momento no me han defraudado lo más mínimo.
Ya lo he visto. Lo tengo localizado en la biblioteca, hace un par de años que intento no comprar más libros, que no me caben.
@Palimp: Molt bé! Yo me saqué el carnet de las bibliotecas públicas municipales de Madrid para poder leer "El Plantador de Tabaco" y de momento no he vuelto a sacar ningún otro. El plan es dejar de pasar horas buscando libros descatalogados en portales de compra-venta para en su lugar, tirar de la red de bibliotecas públicas. A ver si termino todo lo que tengo pendiente y le doy vidilla.
Yo cuando llegué a Barcelona lo primero que hice fue sacarme el carnet de la biblioteca. Después compré mucho en el mercado de San Antonio, y ahora vuelvo a las bibliotecas y al formato electrónico, que ocupa menos.
Publicar un comentario