A pesar de que Fritz Zorn vuelca una parte importante de su vida en este libro, no estamos ante una autobiografía novelada. Yo diría más bien que se trata de un ensayo, un ensayo en el cual el autor analiza su vida y su entorno para intentar descubrir los motivos que le han llevado a ser tan inmensamente desgraciado. Su miseria acumulada es tal, que como resultado de tanto sufrir y padecer una vida triste, miserable y sin amor ni afecto, desarrollará un cáncer que en último término le conducirá a la muerte a los treinta y pocos años. En su caso cobra un macabro sentido aquello de "el dinero no da la felicidad": procedente de una acaudalada familia burguesa de Zurich, ni la riqueza ni el entorno favorecedor en el que siempre vivió evitaron que fuese un neurótico y estuviese deprimido durante toda su vida. Es más, como conclusión del examen realizado sobre su existencia, el suizo termina por inferir inequívocamente que fueron precisamente su familia y el opresivo ambiente burgués de su ciudad los que determinaron su infelicidad patológica.
Bajo el Signo de Marte es un libro terrible. La parte dedicada a describir los años de juventud en la Universidad me ha parecido especialmente desoladora, pero en casi todas las páginas el lector se ve vapuleado por los sentimientos del autor, que no deja de volcar su ira, su rabia, su furia, su cólera -aglutinado todo ello en el sustantivo alemán der Zorn- sobre los causantes de su situación, reacción que él mismo se ha encargado previamente de presentarnos como inexcusable. Y no obstante, a pesar de tanta amargura y resentimiento, no deja de luchar ni un momento para poder perdonar, combate sin descanso para definir su individualidad al margen de todo lo que le ha influído, y se esfuerza en indultar a todos los que le han dañado, ya que ésa supone la única vía de escape a la esperanza de una vida mejor.
La redacción de Zorn es clara y directa, la exposición de sus deducciones es implacable, sin fallo alguno y lógicamente, sin concesiones. No deja títere con cabeza y todas las instituciones reciben su justo merecido: la familia, las religiones, el sistema educativo, la burguesía, el estado, etc. Como es de suponer, aunque su ámbito de influencia sea Zurich y Suiza, sus ataques son exportables al resto del mundo sin más que introducir algún cambio cultural insignificante. Si tenéis interés, podéis leer un par de reseñas más en Solo de Libros y Letras Libres.
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