En la primera entrega de su autobiografía, Thomas Bernhard repasa sus experiencias mientras era escolar y estudiante de secundaria. La verdad es que no estaba muy seguro de cómo abordar las reseñas sobre estos relatos, si comentarlos uno a uno o bien con un solo post una vez finalizados los cinco. Tras terminar El Origen. (Una Indicación) me he quedado tan desolado que he preferido ir poco a poco para poder asimilar más facilmente tantísimas desgracias. Y es que haber vivido la II Guerra Mundial en la Austria anexionada al III Reich no debió de ser plato de buen gusto para cualquier persona con un mínimo de sensibilidad, y menos todavía para un joven solitario que acaba de entrar en la adolescencia.
El libro se compone de dos relatos, Grünzkranz y El Tío Franz. En el primero arremete contra la brutalidad del nazismo desde la perspectiva del alumno que es educado en dicho régimen; en el segundo hace lo mismo contra las maneras del catolicismo, que tomó control de Salzburgo tras la victoria aliada. Según el autor, aunque distintos en el fondo, eran idénticos en las formas. Citando sus propias palabras:
"Así, en el internado y en esa, como se denomina a Salzburgo con clarividencia, Roma alemana, fuimos primero educados para nuestra perdición y, día tras día, para la muerte en nombre de Adolf Hitler, y luego, después de la guerra, en nombre de Jesucristo, y el Nacionalsocialismo tuvo en todos esos jóvenes el mismo efecto devastador que ahora el Catolicismo."
No hay ni un solo punto y aparte en ninguna de las dos mitades. Por suerte la densidad de la prosa de Bernhard se combina con la brillantez de su análisis. Estilísticamente este escritor es muy particular, ya que sus textos se desgranan repitiendo cada poco alguna palabra clave de la narración, retomando así con frecuencia una idea ya expuesta con anterioridad. Buscar una similitud visual comparándolo con volutas o espirales no me resulta suficientemente preciso. Yo mas bien lo equiparo a una trocoide lingüística (y perdón por el palabro), porque como en estas curvas, se avanza en los hechos, sin embargo llegado un momento y con cierta periodicidad se vuelve a zonas que ya habíamos recorrido, y por tanto se retrocede, aunque sólo para seguir progresando tras dar una vuelta extra sobre algún punto que ya se había tratado, pero que es necesario recordar brevemente para que sepamos por qué estamos en este punto de la narración.
Todo el libro es terriblemente sombrío y deprimente, repleto de sufrimiento, desgracias y muerte. Un horror vaya, pero también es de una lucidez extrema, porque Bernhard no deja títere con cabeza y denuncia sin miramientos la hipocresía de la sociedad de su ciudad, Salzburgo, que por extensión es la hipocresía de toda la humanidad. Me ha gustado tanto y hago propias tantas de sus observaciones, que habría copiado extractos del mismo hasta casi reproducirlo por entero. Y tampoco es eso.
Hay una reseña de estos dos primeros relatos en MeLibro. En Literaturas hay un artículo sobre este autor que da buenas pistas sobre su vida y su obra, y para terminar, en la Revista de Cultura Ñ también podemos leer sobre este conjunto de relatos.
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