17 nov 2020

La ciudad - Mario Levrero

Un hombre recién llegado a una ciudad entra en una casa que no es suya para instalarse. La vivienda ha estado cerrada durante mucho tiempo y nada más dejar las maletas, se da cuenta de que le faltan algunas cosas imprescindibles para poder hacerla mínimamente habitable. Como ya es última hora de la tarde decide no entretenerse más y salir a comprarlas en un almacen que recuerda de algunas visitas anteriores a dicha urbe. No quiere encontrarlo cerrado, pero no está muy seguro de hacia donde cae. Además llueve a cántaros, lo que le complica la búsqueda. Tras deambular un buen rato por zonas semiabandonadas decide pedir ayuda a un camionero. Al principio el conductor duda, pero termina por dejarle subir a la cabina, donde le sorprende encontrar también a una mujer. El extraño comportamiento de sus dos compañeros de viaje será la antesala de una serie de situaciones totalmente fuera de lo habitual a las que tendrá que hacer frente sin apenas medios ni información.

La ciudad es una novela kafkiana a la que el lector se enfrentará en primera persona. Como si fuera el protagonista, cuyo nombre no llegamos a conocer. Ya sean las situaciones que experimenta, los personajes a quienes se enfrenta, o los escenarios por los que se mueve, todos nos resultarán extraños, imprevistos, inquietantes. A pesar de la más que evidente indefensión ante los acontecimientos, la sensación que destaca es la de irrealidad, no la de peligro. Una clara falta de control sobre todo lo que ocurre a su alrededor disparará los mecanismos de alarma en nuestro hombre. Sin embargo en muchas ocasiones no tendrá opción a enfrentarse a los hechos que se desarrollan a su alrededor. Ni a huir de ellos, ya que hablamos de mecanismos de defensa. Se dejará arrastrar y vapulear. Por pereza, por indefensión, por cansancio. Por no saber a qué se enfrenta. Porque una respuesta biológica se impone desde nuestro lado más primitivo.

Hay dos personajes secundarios que sin quererlo dirigen la acción. Ana, la voluble mujer del camión. Ambos serán expulsados del mismo tras un súbito arrebato del camionero. Abandonados en la carretera en medio de ningún sitio, tomarán rumbo hacia un pueblo próximo al lugar de residencia de la mujer. El pueblo resulta estar dominado por una enorme gasolinera, una construcción totalmente fuera de lugar en un villorio al que solo se llega por caminos de tierra. De allí surgirá Giménez, un empleado de la estación de servicio que al verlo tan desubicado hará por ayudarle. Aunque a su propia y peculiar manera.

Ni que decir tiene, la novela me ha encantado. Desde la primera página. Según lo veo yo, gran parte del atractivo reside los escenarios en que transcurre. Cercanos y parecidos a los que conocemos pero inasibles, irreales. Como si sólo pudieras verlos forzando la visión periférica. La arquitectura, el urbanismo y los paisajes son hostiles y llamativos a la vez, pero de manera sutil, misteriosa. Ocultan un secreto que sabemos bien que no llegaremos a conocer. Como si de un sueño se tratara, pasamos de la ciudad a la periferia. De la periferia al campo. Y terminar en un lugar que nos resulta familiar en la forma pero sin lógica en su expresión. Difícil de encuadrar en el mundo real (por cierto que la elección de ese imponente y desalmado edificio brutalista para la portada de este volumen triple no podria ser más adecuada).

Una pátina onírica sobrevuela toda la acción, no solo los decorados. Las interpretaciones que se pueden dar al texto son muchas, pero Mario Levrero ya deja entrever algunas de su propia pluma. La falacia del control que creemos tener sobre sobre nuestras vidas se expone sin tapujos. También las mentiras y los engaños a que nos sometemos como mecanismo de defensa para resistir día a día todas las dificultades que conlleva estar vivo. El sinsentido de la existencia y la sociedad humana. Leer este libro me ha proporcionado sensaciones que solo puedo comparar con experimentar un sueño lúcido. Caótico e inofensivo, pero que revela nuestras angustias más ocultas. Una joya, no voy a engañaros. A estas alturas no me voy a andar con tonterías a la hora de decir lo que pienso de un libro.

5 comentarios:

Oriol dijo...

A mí me encantó, aunque creo que le vi más defectos que tú. Con todo, es un gran libro. Las otras dos entregas de la "Trilogía involuntaria" son todavía mejores, especialmente "El lugar". Levrero es, y lo digo sin tapujos, un genio.

Cities: Moving dijo...

@Oriol: Sísísísí me muero de ganas de atacar las otras dos novelas de la trilogía. Pero me voy a contener que me conozco. Un poco de variedad y unos meses a por ellas. Como siempre, gracias por pasarte por aquí y comentar.

Scabbers dijo...

Qué bueno que un libro atrape, ya me las apañaré para comprarlo en la biblioteca del barrio y darle una leída. Como siempre, gracias por tus reseñas

el convincente gon dijo...

¿Pero cuándo te has andado tú con tonterías? Si por eso somos fieles.

Cities: Moving dijo...

@Scabbers: No dejes de buscarlo porque es una histora inquietante y muy, muy original. Gracias a tí por pasarte por aquí y comentar

@el convincente gon: Vuestra fidelidad es la mejor recompensa a estas humildes reseñas.

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