Un grupo de turistas que visita el recién inaugurado Bevatrón de Berkeley (un acelerador de partículas), sufre un accidente cuando la plataforma de observación sobre la que se situaban se desploma. Ellos siete junto con el guía caen al suelo desde bastante altura y sufren heridas de distinta consideración. Después de pasar apenas un día en el hospital, el protagonista y su esposa, Jack y Marsha Hamilton, vuelven a casa y empezarán a advertir cambios muy significativos e inquietantes en el mundo.
En Un ojo en el cielo hay un elemento habitual en la obra de Philip K. Dick que sobresale por encima del resto. En efecto, al haber estado expuestos a un haz de protones con alta energía, los personajes de esta novela irán experimentando las realidades personales que existen en la mente de algunos de sus compañeros. Como podréis suponer, habitar el universo íntimo de un desconocido no resultará satisfactorio para nadie. Ni siquiera lo es para el propio individuo que lo ha generado, no quiero ya pensar lo que significaría para un extraño. El extremismo religioso, el puritanismo más mojigato o la paranoia más enfermiza serán las características dominantes de algunos de esos mundos interiores en los que el grupo accidentado se verá obligado a vivir temporalmente.
La novela tiene un ritmo tremendamente ágil y es muy adictiva. A pesar de la velocidad a la que transcurre la acción, el desarrollo de la trama es uno de los más coherentes y ordenados que recuerdo de su obra. Tanto por esto como por la prevalencia de las realidades alternativas en el argumento, me ha recordado mucho a Ubik y Laberinto de muerte, si bien en cada una de ellas el canal de acceso a otros planos de la existencia es diferente. Escrita en 1955, la novela destaca por cuestionar radicalmente el macarthismo y además brilla por su claro posicionamiento antirracista, detalles estos dos que la hacen aun más atractiva. Pero aquí no acaba la cosa, porque hay que sumar al lote un final tremendamente esperanzador y positivo, tanto que no parece que estemos leyendo a Dick. En cualquier caso es un gustazo porque resulta inevitalble cerrar el libro de un innegable buen humor.
Pedro Juan Gutiérrez: Anclado en tierra de nadie
Hace 2 horas
3 comentarios:
Diablos señor Estantería, eres el único bloguero de CF que sigue en pie 😮
Un saludo hermano, espero continúes así por siempre!
Bueno, este lo leí y es cierto: el final es raro, muuuuy bueno para ser el autor, acostumbrado a finalizar cada entrega con un bushkapúm que te pega en pleno rostro XD. Gran libro, gracias por la reseña.
@Unknown: Gracias por tu apoyo. Aunque no reseño exclusivamente ci-fi sí es verdad que este género destaca muy por encima del resto en mi estantería. Pásate por aquí siempre que quieras.
@Scabbers: Cierto, una sorpresa muy agradable que PKD acabe un libro de manera tan positiva, que además encaja muy bien con la trama. Una vez más, gracias a tí por pasarte y comentar.
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