Después de conquistar a los aficionados al género con sus relatos cortos, Mariana Enriquez ha dado el salto a la novela con una historia de suspense enmarcada en la temática que la ha hecho famosa: el terror. Nuestra parte de noche parte de una premisas bastante sencillas: una sociedad secreta y elitista que adora una deidad primigenia necesita de médiums para contactar con ella y obtener sus inapreciables conocimientos, a cambio de los cuales exige incontables sacrificios. A partir de ahí y sabiendo que los hechiceros dotados con este elusivo don de comunicación son obligados a realizar su labor, la autora argentina despliega una entretenidísima trama de intriga que se expande a lo largo de casi cuatro décadas (1960-1997).
La narración se divide en seis partes. En cada una de ellas un narrador diferente se encargará de hacernos partícipes de ciertos aspectos concretos de la lucha que le se establece entre el médium protagonista y el grupo ocultista. Enriquez entremezcla la ficción con hechos historícos ocurridos en el periodo en que transcurre la acción. La represión durante dictadura militar le da mucho juego, de hecho ya la ha usado en alguno de sus cuentos. Pero también hay elementos más interesantes y festivos, como los muy bien documentados detalles sobre el Swinging London, u otros que no lo son tanto (festivos, quiero decir), pero no por ello menos atractivos: el impacto en Argentina de la crisis del SIDA en los 1980s.
No voy a negar que la novela me ha resultado muy amena y super adictiva. Son más de 650 páginas que he devorado en apenas cuatro días. Sin embargo hay muy pocas cosas que la hagan destacar en cuanto novela de género. Hay muchos elementos que evocan a otros autores, a pesar de que la escritor los dota de entidad propia y originalidad. Como mucho podemos decir que nos recuerda por ejemplo a H.P. Lovecraft en cuanto al uso de dioses venidos de otras dimensiones, o a Clive Barker cuando le da por zambullirse en la crueldad, por dar un par de ejemplos. Por cierto que hablando de crueldad y sadismos varios, dado que se trata de una novela de horror sobre cultos demoníacos se podría decir que no hay mejor sitio para emplearlos que aquí. Sin embargo en muchas ocasiones he tenido la impresión de que se despliegan solo con el ánimo de provocar repugnancia y generar aún más rechazo contra esa secta tan turbia. Un poco como cuando Irvine Welsh empieza a relatar una escena de sexo oral entre drogadictos que tienen aftas en la boca y chancros sifilíticos supurantes cubriendo todo su cuerpo, y no digamos ya en la zona genital. Algo totalmente innecesario.
Resumiendo he disfrutado mucho de la lectura, a pesar de alguna que otra pequeña irregularidad de poco peso y de la sensación global de que esperaba mucho más del Premio Herralde de 2019. De todas formas yo diría que haberme tenido totalmente enganchado es recompensa más que suficiente. No puedo terminar sin declarar mi total admiración por la quinta parte, que es un relato corto en la mejor línea de esta autora. Una maravilla en donde se mezclan fosas comunes repletas de izquierdistas asesinados por la dictadura, misterios sobrenaturales, y una inquietante sensación de peligro que abruma a la periodista que protagoniza esta sección. Una historia redonda cuyo único inconveniente es que no puede operar de manera independiente, sino que necesita de la novela para entenderse.
Manuel Puig. Pubis angelical.
Hace 3 horas
3 comentarios:
Es una autora a la que sigo la pista y me interesaba tu opinión. Lo de pasar del relato corto a un novelón no es muy común, el hecho de enganchar a un lector experimentado y exigente ya es un punto a favor definitivo para mí. Cuantas llevas muchas lecturas a cuestas no te comes cualquier cosa. Veo que llevas un abril fructífero en lecturas, eso quiere decir que todo marcha bien. Me alegro.
Un saludo.
Genial, y encima seis versiones de distintos narradores!! Abrazos
@Varado en la llanura: El libro es muy adictivo y sin tirar de recursos fáciles de best-seller. Por otro lado, hay que reconocer que el tono oscuro de la trama resulta muy atractivo si eres aficionado al género. Gracias por pasarte por aquí.
@Scabbers: Todo un acierto hacer que el relato de los hechos sea polifónico. Además el desarrollo durante cuatro décadas le aporta todavía más interés. No te lo pienses y hazte con él.
;)
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