Hace tan solo unos meses, uno de mis comentaristas calificaba a Nana como 'obra de relleno' en la producción de Chuck Palahniuk. Sin embargo haciendo caso omiso de esa impresión y por cuestión de disponibidad en la biblioteca, ha sido la siguiente novela del escritor americano de que he dado cuenta. Lo cierto es que esa opinión era bastante acertada. La trama de la novela se desvela en el resumen de la solapa y en realidad, hay poco más. Carl Streator es un periodista que tiene que escribir un reportaje sobre la muerte súbita en los bebés, tema que no le es indiferente pues su propia hija de pocos meses murió de esa extraña patología. Como gran observador que es, en los casos que va revisando para el artículo se percata de que existe una conexión poco común: una curiosa antología de poemas está presente en todos los dormitorios. Dicha compilación incluye una canción de cuna, una nana de origen africano, que leída a una persona le provoca la muerte. Su investigación le conduce a Helen Hoover Boyle, una agente inmobiliaria que comparte su misma triste historia: también perdió a su hijo (aparentemente) por esta complicación fatal de los recién nacidos. A través de Mona, la secretaria de Helen, entran en el mundo del esoterismo y la brujería. Una vez confirmado el efecto de la canción sacrificial, se embarcarán en una búsqueda desesperada de todos los ejemplares del libro para castrarlos o destruirlos y así evitar que el poema de las narices siga causando desgracias.
Que nadie se altere pues en este breve resumen no ofrezco más información que la propia editorial. Me apetecía leer algo ligerito y entretenido, y desde luego no me he equivocado al elegir. Hay acción trepidante, golpes de efecto sobrenaturales y diálogos ingeniosos. Pero tampoco nos quedamos con la boca abierta en ningún caso puesto que la base de que parte la historia ya es suficientemente increíble. Totalmente de acuerdo en que el conjuro es una alegoría del poder que proporciona la información y de cómo el poder corrompe, aunque tampoco es que le de mucha fuerza a la obra. También se pone contra las cuerdas a la hipocresía generalizada con que justificamos males ajenos 'menores' (asesinatos políticos, muertes colaterales, maltrato animal) en nombre de un bien 'mayor', que evidentemente se alinea con los intereses de los más poderosos. Eso sí, como es habitual en este autor, despliega su prosa tratando temas políticamente incorrectos. En esta ocasión juega con la necrofilia, el ecologismo/veganismo radical y unos toques de transexualidad muy peculiar en los capítulos finales. Tengo que admitir que me he sentido totalmente identificado con el ideario de Ostra, novio de Mona y activista vegano cuyo objetivo último es poner orden en el desbarajuste ecológico y de abuso sobre los animales que se ha alcanzado en el planeta. Cueste lo que cueste y utilizando cualquier medio a su alcance, especialmente si se trata de medios más allá de lo comprensible.
Resumiendo: lectura ágil, divertida y desde luego con un argumento tremendamente original. No hay que buscar demasiada profundidad, lo cual en verano, yo diría que se agradece y todo. Tenéis más reseñas en Un libro para esta noche y en Solo de libros. Los primeros no terminan de entender el gusto por la marginalidad del autor y el porqué del elenco de personajes outsiders. Los segundos recomiendan la novela con efusividad.
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