Sí, pero no del todo. Bien, pero quizás un poco insípido. Con estas dos simplezas me atrevo yo a resumir las más de quinientas cincuenta páginas de Lo que sé de los vampiros de Francisco Casavella, pero que nadie se asuste, me voy a tratar de explicar con algo más de detalle a continuación.
El relato de la vida de Martín de Viloalle en su deambular por las cortes europeas del S.XVIII se me ha hecho un poco pesado y la trama me ha parecido un poco plana. En realidad lo que yo he leído ha sido una sucesión de aventuras y situaciones rocambolescas varias, una tras otra, en el transcurrir de los años y por un sinnúmero de países, ciudades-estado, principados y Länder. En unas pocas frases, primero el protagonista sale huyendo de España junto con los Jesuítas expulsados por Real Decreto. Embarca con ellos rumbo a Roma, donde se busca la vida como dibujante/caricaturista. Es allí donde conoce al enigmático Sr. Welldone, a quien de Viloalle acompañará el resto de su vida (de Welldone) y cuya amistad marcará irremediablente la suya propia (la vida de de Viloalle; para que luego digan que el español no tiene ambigüedades). Tras dejar Roma se dirigen a los principados alemanes, tras mucho trasegar por ellos y coincidir brevemente con un Federico de Prusia que casi chochea, pasan una buena temporada en Schleswig-Holstein. Desde allí el protagonista salta después al París de la Revolución y finalmente, cruza el océano para acabar en los recientemente constituídos Estados Unidos.
Naturalmente, como en toda buena novela histórica que se precie, todas las referencias están perfectamente documentadas, así que resulta muy interesante aprender cosas que nunca se mencionaron en mis clases de BUP. Los tejemanejes de la iglesia en Roma, Voltaire y su rivalidad con el misterioso Conde de Saint Germain, el interés de los poderosos por el ocultismo y la Masonería, la homosexualidad de Federico II El Grande, etc. En fin, bobadas que hacen la lectura amena por el conocimiento que aportan. No quiero terminar sin destacar algo que es mérito exclusivo del autor: se trata del regusto a epopeya de perdedores que rezuma toda la novela, porque Martín de Viloalle y el Sr. Welldone son simplemente dos supervivientes que intentan buscar una posición moderadamente cómoda entre la nobleza y las clases superiores. Tampoco hay más, como tampoco nos encontramos con muchas vidas heróicas ni épicas en el día a día. Siendo objetivos, la vida de casi todos nosotros se reduce simplemente a una lucha por la superviviencia, todo visto dentro de su propio marco de referencia temporal y social, claro.
Por cierto y como anécdota personal, qué vergüenza he pasado en el metro con el título del libro. Con toda la moda de literatura sobre vampiros adolescentes, casi podía sentir el peso del menosprecio en la mirada del resto de lectores habituales en el transporte público.
Otras interpretaciones del ganador del Premio Nadal del 2007 en Papel en Blanco, que me ha encantado y está bastante en la línea de mis impresiones; en el Cuchitril Literario están también encantados, pero con la novela, no le ven tanta problemática como yo.
Pedro Juan Gutiérrez: Anclado en tierra de nadie
Hace 7 horas
1 comentarios:
Ya se sabe que para gustos... creo que a mí me gustó por razones no sólo literarias, así que objetivo no puedo ser.
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