Los nueve relatos cortos que se incluyen en
Volt transcurren en un pueblo ficticio de la norteamérica profunda. Cualquiera de los estados del Cinturón de la Biblia de EE.UU. nos podría valer para situar ese
Krafton en el que todos los vecinos se conocen y quien más y quien menos guarda secretos inconfensables y punibles por la ley. Destacan especialmente por su intertextualidad:
Alan Heathcock consigue que los personajes que transitan como secundarios en unos para después protagonizar los siguientes, nos hagan participar en una obra a la que el lector tiene la sensación de incorporarse como si fuera un vecino más. Otro de los aciertos pasa por abarcar dos generaciones, de manera que en el salto temporal de padres a hijos quedan expuestas las trabas y lacras que arrastran los segundos por los errores de los primeros. Vistas en conjunto, estas piezas cortas generan una sensación de globalidad muy satisfactoria para el lector. Los títulos incluídos son:
- El mercancías detenido
- Humo
- La pacificadora
- De permiso
- Fort Apache
- La hija
- Lázaro
- Los renacidos
- Voltio
A pesar de esos crímenes que muchos personajes ocultan y del desarrollo de la acción en la América rural, no estamos ante una colección de cuentos de realismo sucio en plan
Trilobites,
Knockemstiff o
Desguace americano. En mi opinión se trata más bien una excelente muestra de realismo social, lo cual también supone enfrentarnos a vidas monótonas, desapacibles y miserables como ocurre en esos otros tres libros. No obstante, en éste predominan personajes de fondo bondadoso y finales benevolentes con intención redentora, algo que se refuerza por la gran presencia de la religión en muchos de los cuentos. Por supuesto, las experiencias que se narran son terribles y los personajes sufren lo indecible, pero al final optan por aceptar lo que les ocurre y resignarse a su destino, mostrando una entereza sorprendente.
Quizás porque me esperaba un panorama mucho más desolador (laboratorios de metanfetamina que estallan, adolescentes que ejecutan una venganza sanguinaria tras años de sufrir abusos, joven embarazada atropellada por un borracho que ni siquiera llega a enterarse de lo ocurrido, etc.), el resultado me ha parecido más bien tibio. Me ha gustado pero me no me ha emocionado, algo que pensándolo bien resulta paradójico ya que este tomo es mucho más creíble que cualquiera de los tres que he mencionado más arriba. El mensaje aquí es que personajes y tramas en el límite -siempre que los primeros estén bien caracterizados y las segundas bien narradas, evidentemente-, conseguirán atraparme con mucha más facilidad. Y para mi desgracia,
Heathcock lo que hace es minimizar los elementos extremos y reconducir la acción a un sano equilibrio. No es que le salga mal, de hecho puestos a elegir entre
Knockemstiff y
Krafton como lugar de nacimiento prefiero claramente este último porque sus habitantes, aun con todos sus delitos ocultos, son buenas personas. Pero estamos ante una obra de ficción, así que tengo todo el derecho a inclinarme hacia lo que me resulte más excitante.
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