7 dic 2021

Ampliación del campo de batalla - Michel Houellebecq

Mi primer encuentro con Michel Houellebecq se produjo a través de La posibilidad de una isla, allá por 2005. Mi conexión con su prosa y especialmente, con el ideario crítico y pesimista que transmiten sus novelas fue total. Un flechazo implacable. Así que a partir de ahí, leí el resto de novelas que había publicado hasta el momento: Las partículas elementales, Lanzarote, Plataforma y la última fue Ampliación del campo de batalla. Quizás llegué un poco agotado a esta última, y aunque me gustó, no la encontré tan avasalladora, arrebatadora y desbordante como las demás. En su momento pensé que al tratarse de su primera novela era comprensible que hubiera estado más comedido. Así pues, me había propuesto volver a leerla para comprobar si estabamos ante un producto netamente houellebecquiano o bien, una tímida avanzadilla que lo que llegaría a convertirse. ¿Y a qué nos enfrentamos exactamente? Lo resumo con la inestimable ayuda de la sinopsis editorial:
«Esta novela [...] está protagonizada por un antihéroe que ha dejado de luchar, un ingeniero informático de 30 años, hastiado de su trabajo y aburrido de sus congéneres, que desprecia el sexo, lleva dos años de castidad, y describe sin pelos en la lengua el campo de batalla de la actual sociedad neoliberal con sus perdedores en los ámbitos económico y sexual.»
Una vez releída con plena atención y sin saturación previa el diagnóstico no puede ser más inequívoco: estamos ante un debut impecable. Apenas 175 páginas bastan para recoger un demoledor análisis de la sociedad de finales del siglo XX, la mayoría de cuyas críticas siguen teniendo validez en las dos décadas que llevamos del siglo XXI. La experiencia de Houellebecq en la consultoría de las Tecnologías de la Información se vuelca en la narración no solo para mostrar la gran patraña del progreso a través de la Informática y demás zarandajas tecnológicas, sino para reflejar el gran hastío que provoca en el ser humano una vida dedicada al trabajo en la que no queda espacio para el afecto y el amor. Nuestro protagonista ha dejado de engañarse y nos expone las miserias que la sociedad moderna industrializada e informatizada trae de la mano. Soledad, falta de comunicación, aislamiento. Un profundo egoismo conduce a la incapacidad para relacionarnos los unos con los otros, lo que en definitiva conduce a la desesperación. El ingeniero informático del libro vive porque no sabe hacer otra cosa, no porque crea que merece la pena vivir. Y cuando es espectador de los patéticos intentos de llevar una vida normal que contempla en sus congéneres, su desánimo se agrava ante la inutilidad de esos actos. En definitiva, lo que viene siendo un pesimista filosófico de manual.

A pesar de su formato novelístico, hay que reconocer que el trasfondo filosófico del texto le otorga cierto tono ensayístico. Esto provoca que la narración sea en su mayor parte descriptiva y explicativa. La trama en realidad no es más que una excusa que permite al autor francés redactar un examen de la sociedad y el devastador resultado que tiene en el ser humano. Vamos que no hay espacio ni necesidad de usar la imaginación a no ser para tratar de figurarse los rostros grises y avinagrados de los personajes. Visto así entiendo que no guste a todo el mundo, sobre todo cuando somos conscientes de que su intención es quitarnos la venda que nos cubre los ojos para revelarnos lo abyecto del consumismo, el capitalismo, las grandes corporaciones o los constructos culturales en los que se basa nuestro mundo: el amor, la vida en pareja, la familia.

Como bien apunta el resumen editorial, en el libro asistimos a una batalla en la que los perdedores del mundo occidental se levantan en armas y se revelan contra los perversos mecanismos que los anulan, llámense pobreza, fealdad o fracaso. Como en toda guerra, habrá muchas víctimas y Houellebecq se ceba en las mujeres haciendo gala de una misoginia brutal. Algo que si seguimos sus razonamientos es completamente injusto, pues todos, hombres y mujeres, estamos igual de abandonados. Aquí tenemos un motivo para la controversia, uno de tantos que ha ido acompañándole en su carrera literaria. En mi opinión se trata del punto que destaca más en su contra, ya que ninguna de sus invectivas contra el sistema necesita de esos vitriólicos ataques a las mujeres. Al margen de este aspecto en particular, la novela me ha resultado muy estimulante. También deprimente, pero en un estado de ánimo controlado y estable tendrá un enfecto enriquedecer más que perjudicial. De hecho, yo haría una cita con el libro en su totalidad.

4 comentarios:

el convincente gon dijo...

Mi cita favorita de la novela es esta:

De todos los sistemas económicos y sociales el capitalismo es, sin duda, el más natural. Eso ya basta para indicar que es el peor.

Cities: Moving dijo...

@el convincente gon: Yo no podría elegir aunque reconozco que la que pongo a continuación me llegó muy dentro:

«Una vida entera leyendo habría colmado todos mis deseos; lo sabía ya a los siete años. La textura del mundo es dolorosa, inadecuada; no me parece modificable. De verdad, creo que toda una vida leyendo me habría sentado mejor. No me ha sido concedida una vida semejante.»

Gabriel Diz dijo...

Hola Cities:

Estupenda reseña. Tengo la sensación de que Houellebecq lleva años escribiendo el mismo libro.

Saludos

Cities: Moving dijo...

@Gabriel Diz: Tienes razón, lo que vendría después es más de lo mismo aunque desde diferentes frentes y enfoques e incorporando cada vez más polémicas. La verdad es que no es el único autor que provoca esa sensación, a bote pronto yo incluiría a Paul Auster en el mismo saco.

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