John Updike demuestra en Confía en mí que se maneja a la perfección en el formato breve. Este tomo incuye un total de 22 relatos cortos entendidos en el mejor sentido de la palabra: su extensión es en todos los casos inferior a las veinte páginas, pero en ellas se condensan tramas absorbentes y contemporáneas, cuidadas hasta el mínimo detalle. Sólo le puedo encontrar un fallo, y es que empieza con un par cuentos que me han parecido increíbles ('Confía en mí', 'Matar'), para a continuación seguir con textos que aun siendo también estupendos, quedan por debajo de ese rutilante par.
La prosa del autor norteamericano es intachable. Frases certeras y afiladas que destacan por la ausencia de adornos, florituras y afectación. Pero no nos equivoquemos, están cargadas de intención y han sido perfectamente construidas. Contienen los elementos precisos para transmitir la mayor cantidad de información posible. De todas formas tengo que admitir que en algunos casos, especialmente cuando elabora réplicas en diálogos, se le podría acusar de poco natural. Por lo menos a mí me resulta muy difícil de creer que en medio de una discusión acalorada sobre temas de gran carga emocional se puedan rebatir quejas y acusaciones con frases tan oportunas e ingeniosas. En todo caso el registro resulta muy coherente y natural con el contexto sociocultural en que transcurre la acción.
En general todos los cuentos se desarrolla en torno a personajes que acaban de entrar a la edad madura y se enfrentan a los problemas habituales de dicho periodo: parejas en crisis tras muchos años de convivencia, la muerte de los padres, infidelidades, divorcios, relaciones con las ex parejas, frustración porque los sueños de juventud se demuestran irrealizables, etc. En este sentido se podría acusar de Updike de preocuparse únicamente por las clases medias blancas y anglosajonas. Y ojo, que no es que lo que nos cuenta no resulte creíble ni interesante. Al contrario, lo es y mucho. Pero termina siendo un poco irritante que se centre todo el tiempo en ese estrato social, con sus viajes a esquiar a Vermont, las tardes de golf con los amigos, etc. De todas formas el enfoque que da a las historias en muy crítico, mostrándonos que también hay miserias en los grupos más acomodados en lo social y lo económico.
Por resumir, no os quedéis con solo con los dos inconvenientes menores que he señalado, tan dentro de mis fobias habituales. Los relatos son fas-ci-nan-tes. A pesar de esa portada tan infame, no dudéis en comprarlo ni un segundo si lo encontráis en algún baratillo.
Bocas que se cierran - Berta Carmona Fernández
Hace 2 horas
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