Con la perra que me ha cogido con
Joy Williams estaba claro que más pronto que tarde iba a dar cuenta de
Cuentos escogidos. El volumen compila un total de 46 piezas de narrativa breve en dos bloques:
'Cuentos escogidos' el primero (33) y
'Cuentos nuevos' el segundo (13). He disfrutado mucho leyéndolo y he devorado las setecientas y pico páginas del libro porque en general, las tramas son bastante incómodas y exponen los conflictos en las relaciones humanas, ya sean de pareja o familiares. Pensando en este instante sobre las mismas no recuerdo ninguna que fuese minimamente alegre. Todo lo más tan gris como la mediocridad y la rutina de la vida de la mayoría de las personas, que solo rompen la monotonía de trabajos y vidas aburridas a base de perder el tiempo con habitos vacíos y sinsentido, cuando no directamente destructivos. ¿El la angustia existencial que expresan los personajes la causa o una consecuencia de los mismos? Me inclino por lo primero. También es verdad que casi todas las historias se caracterizan por esa particularidad tan postmoderna que son los finales inconclusos. Unos cierres que con algo de suerte te dejan meditabundo, pero que por lo general parecen más bien la interrupción de un flujo narrativo del que aún esperábamos más.
A medida que van cayendo los cuentos, no resulta nada complicado encontrar unos elementos transversales compartidos:
- Alcoholismo. Raro es el cuento que no tiene un protagonista que bebe todo el rato, lo está dejándo, o fue alcohólico.
- Cancer, afecciones raras en la sangre, trastornos psiquiátricos, enfermedades degenerativas. Dolencias graves y de diagnóstico difícil que bien remiten inexplicablemente, bien condenan al personaje, pero que en cualquier caso tienen resultados devastadores en su entorno afectivo más cercano.
- Comentarios animalistas y ecologistas extemporáneos y molestos en boca de algún personaje secundario. Hoy día son cuestiones que tienen mayor difusión, pero no deja de resultar admirable que en fechas tan lejanas como 1972 esta autora ya mostrase interés por el trato infamante que damos a los animales o los constantes abusos del hombre sobre el medioambiente.
- La repetición de una palabra o un sintagma nominal como punto sobre el que pivota la narración. Lo hacen tanto el narrador como los propios personajes. En respuesta a un comentario se limitan a repetir un elemento del discurso previo. Llegan incluso a señalar como manía la costumbre de reproducir sin más una de las palabras que han escuchado.
De igual manera hay ciertos elementos simbólicos que aparecen con frecuencia y que imprimen a los relatos un sutil aire
ballardiano:
- Vecinos fisgoneando por barrios residenciales en las últimas horas de la tarde.
- Turistas, ferrys, visitas a viejos amigos, casas de vacaciones en las exclusivas islas de la costa de Maine.
- Animales disecados, taxidermia.
Por resumir y como he dicho más arriba, los cuentos me han gustado por la infelicidad y miseria que destilan. Ahora bien, si tragar 46 dosis de la realidad más cruda y amarga no es algo que os apetezca, es muy probable que se haga pesado. Esta antología está reseñada en casi todos los grandes medios, pero por centrarnos en la blogosferea y en medios alternativos, os sugiero echar un vistazo a
La antigua Biblos,
La mirada actual e
Indienauta.
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