Los Hoonhors son una especie extraterrestre que recorre el universo impartiendo una suerte de justicia cósmico-ecológica: provocan un diluvio masivo y global en todos aquellos planetas cuyas especies dominantes han causado desastres medioambientales graves. La medida es drástica aunque expeditiva, ya que la mayoría de las especies desaparecen (sobre todo la causante de los problemas), pero siempre sobreviven algunos individuos de algunas de ellas. Súmale a esto la resistencia propia de las especies vegetales y en unos pocos miles de años el equilibro ecológico se habrá restablecido. Como no podía ser de otra forma, los Hoonhors dan un merecido repaso al homo sapiens en la Tierra, pero en esta ocasión hay un superviviente humano: Simon Wagstaff. Nuestro protagonista abandonará el planeta azul en una nave espacial encontrada flotando a la deriva. Su intención en un constante ir y venir por todos los confines del cosmos (hecho que le hará ser conocido como 'El vagabundo espacial'), no será otra que encontrar a otras especies inteligentes que den respuesta a la gran incógnita que ha preocupado a la humanidad desde sus orígenes.
Imaginad mi sorpresa cuando una mañana de domingo pasando el rato en el mercadillo de libros de la Cuesta de Moyano de Madrid, me tropiezo con un libro de Kilgore Trout. Sí, sí, Kilgore Trout. El escritor maldito de ciencia-ficción salido de la pluma de Kurt Vonnegut y a quien éste hace referencia en casi todas sus novelas. La excitación y la emoción fue tal, que me aislé fuera del tiempo hasta que deduje que debía tratarse de alguna broma literaria urdida por el propio Vonnegut y Philip J. Farmer, que figuraba como coautor en la portada. Una posterior búsqueda en Internet me aclaró que efectivamente Venus en la concha la escribió Farmer bajo ese seudónimo con la autorización incial de Vonnegut, aunque una vez publicada y visto (más bien leído) el percal ya no le pareció tan buena idea, de ahí que en sucesivas reediciones tuviera que aparecer también el nombre de Farmer.
Conociendo el perfil literario que Vonnegut imprimió a Trout y que el mismo Farmer tiene novelas infames, no resulta difícil imaginar que no nos encontramos ante una pieza de alta literatura, sino ante una novela de ciencia-ficción intrascendente y disparatada que podríamos encuadrar en el subgénero de la space-opera. Al fin y al cabo, lo único que hace Simon es explorar el universo por zonas aún no cartografiadas y visitar planetas y civilizaciones donde le puedan ayudar en su búqueda de tintes filosóficos. Algunos mundos explorados resultan más interesantes que otros, pero en general las descripciones de las exoespecies y sus formas de vida se vuelven terriblemente aburridas nada más comenzar. Habrá quien piense que en realidad esas sociedades y seres imaginarios ocultan críticas veladas a los males propios de las sociedades humanas (machismo, las carencias de la administración de justicia, la hipocresía con que se tratan las relaciones sexuales, etc.). Estoy de acuerdo en que dicha idea no se puede despachar muy a la ligera, pero no por ello las explicaciones y detalles sobre las mismas dejan de ser tediosas.
Hay no obstante otros elementos que aportan atractivo al texto. De hecho hay golpes de humor muy trabajados, en especial los que toman como referente la guerra entre los sexos. También apuntes filosóficos fuera de lugar que exponen el buen juicio del autor. Y si Vonnegut incluía citas y menciones a las obras de Trout en sus novelas, en este caso es el protagonista quien en un nuevo giro de tuerca ficcional nos da a conocer en varias ocasiones las historias publicadas por un tal Johnatan Swift Somers III, su autor de ciencia-ficción favorito. Por cierto que si habéis leído la Guía del autoestopista galáctico de Douglas Adams, habréis apreciado ciertas semejanzas en las tramas que van más allá de lo casual. Según la Wikipedia, el autor británico pretendió con ello homenajear esta novela. Por ir acabando ya, estamos ante un experimento que ya solo como concepto es digno de tener en cuenta. A nivel literario no es gran cosa, pero desde luego está por encima de otras obras con más intención más elevada del propio Farmer (no digo ya de otros autores). Tres euros que pagué. Un chollazo. Yo en vuestro lugar no me lo pensaría ni un segundo si me topara con ella en cualquier librería de lance, pero bueno ya sabemos del pie que cojeo. Tenéis más reseñas en Cuásar. Ciencia-ficción y y literatura fantástica y Sevilla escribe. Colectivo Literario. Pero para que no todo sean elogios, echad un vistazo a este foro de Meristation.
Pedro Juan Gutiérrez: Anclado en tierra de nadie
Hace 5 horas
2 comentarios:
Acabo de ver tu reseña, con una referencia a mi comentario en Meristation jeje. Ya se sabe que esto de los gustos... En cualquier caso me ha gustado mucho tu visión de la novela :)
@Aeo: Por supuesto, el gusto en literatura es algo muy personal, ¡pues anda que no habré puesto yo a caldo decenas de libros que otros blogs o críticos creen que son obras maestras! Gracias por pasarte por aquí, me alegro de que te haya gustado el post. Saludos.
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