Nada se opone a la noche es el exorcismo individual que Delphine de Vigan realiza para librarse de los demonios familiares y personales que rodeaban el suicidio de su madre Lucile en enero de 2008, cuando contaba con poco más de sesenta años de edad. Dividida en tres partes, la primera se centra principalmente en la vida de Lucile como un miembro más de la familia que formaron Georges y Liane Poirier, abuelos maternos de la autora. La segunda está más enfocada a la vida de Lucile después de dejar el hogar familiar tras su matrimonio y hasta que sufre el primer brote psicótico con treinta y tres años; la tercera nos cuenta los esfuerzos de Lucile por superar su situación y para seguir viviendo a pesar de sus problemas mentales. En todo caso, a lo largo y ancho del texto la narración va dando saltos temporales adelante y atrás según convenga, para así explicar asuntos de interés en cada momento, algo que aporta cierto dinamismo.
Muchos son los factores que parecen influir en una vida marcada por una grave enfermedad mental que provocó a Lucile graves ataques psicóticos, seguidos de largos internamientos y periodos de relativa calma contenida por fármacos psicoactivos. Fue la tercera hija de una familia muy numerosa (nueve hermanos, uno de ellos adoptado), marcada por la trágica muerte de uno de sus hermanos pequeños en un accidente de juegos. Modelo infantil debido a su extraordinaria belleza, las multiples campañas de publicidad que protagonizó de pequeña ayudaron a superar las estrecheces económicas de los primeros años de la familia. Las desgracias siguieron cebándose en sus hermanos: Jean-Marc, el chico que adoptaron para alejarlo de una madre maltratadora, murió asfixiado a los quince años mientras se masturbaba practicando la hipoxifilia; Milo, otro de sus hermanos, se suicidó a finales de los 1970s. Liane se quedó embarazada con casi cuarenta y tres años, y lo que en principio tomó como un regalo de Dios (era una católica devota), resultó en un niño con síndrome de Down. Tras su boda a los diecinueve años y la separación de su marido a los veintiseis, Lucile lleva una vida muy desordenada. Pasa casi todo el día fuera de casa trabajando y cuando vuelve se emborracha o se coloca con sus amigos. Sus hijas, Delphine y su hermana pequeña Manon, están bastante desatendidas. Los diferentes domicilios y las mudanzas se suceden sin parar, hasta que durante la adolescencia de Delphine su madre sufre su primera gran crisis psicótica.
De Vigan obtiene la información necesaria para escribir el libro de múltiples fuentes: entrevistas con sus tíos, diarios y textos escritos por su madre, programas de TV protagonizados por los Poirier, que resultaron ser una familia muy mediática, unas cintas de casete grabadas por su abuelo con sus memorias, sus propios recuerdos y los de su hermana. Este material descubre bien pronto que la gran familia feliz no lo era tanto y tenía sus zonas terriblemente oscuras, sobre todo rodeando a Georges, sobre quien en un momento dado recaen sospechas de abusos sexuales a Lucile y otras amigas adolescentes de sus hijos. Como es de suponer la lectura no es nada alegre, antes al contrario, tiene momentos verdaderamente deprimentes en los que somos testigos del dolor, los desprecios, los abusos y las espantosas experiencias que toca sufrir a unos y otros. Por más el suicidio de su madre se explique como un último acto de libertad (le habían diagnosticado un cáncer de pulmón que ya había tenido metástasis), la tristeza que envuelve la vida de todos los implicados consigue por momentos abandonar el papel e instalarse junto al lector. Excepto por las constantes interrupciones metaliterarias de la autora explicando el proceso de escritura del libro, que entiendo forman parte del proceso del duelo, pero no puedo evitar que me resulten pesadas, la lectura es absorbente y adictiva, aunque hay que tomar distancia para no dejarse arrastrar por el tono general de desesperanza contínua. No es mal libro en absoluto, pues entre otras cosas permite tomar conciencia de cómo la famila, la infancia, el entorno en que crecemos, la herencia genética y muchos otros elementos afectan a la salud mental del individuo. Aún así, me resulta difícil terminar este post recomendándolo. Tenéis más reseñas en Entre mis libros y yo y Con un libro en la mano.
Pedro Juan Gutiérrez: Anclado en tierra de nadie
Hace 7 horas
2 comentarios:
Lo compré por recomendación de uno de mis amigos lectores, y aún espera su ocasión. Estaba al tanto del contenido y otras voces lo ensalzaban; tus líneas no parecen muy convencidas, a juzgar por lo que escribes al final. Creo que seguirá esperando un tiempo más.
Gracias por tu -habitual- honestidad.
Abrazo.
@Marcelo Zuccotti: Es muy buen libro, solo que recoge tantas situaciones tan terribles, con tanta gente sufriendo, que por eso no me quedaron fuerzas para recomendarlo. Gracias por tus comentarios.
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