21 abr 2016

Yo, Claudio - Robert Graves

¡Bravo! ¡Bravo por Robert Graves y bravo por Yo, Claudio! ¡Y bravo por la música que nos hace mágicos, ya que nos ponemos! Bueno, ahora en serio, en base al bajo conteo de la etiqueta Histórica del blog es más que evidente que la novela histórica no es exactamente santo de mi devoción, por mucho que lleve unos años experimentando una popularidad avasalladora. Pero es que hay mucha bazofia clasificada como ficción histórica (¡qué narices! ¡Hay mucha bazofia disfrazada de novela sin necesidad de más etiqueta!) y luego hay verdaderos clásicos que recrean la Historia partiendo de hechos reales pero aportando la dosis adecuada de imaginación necesaria para que apasionen desde la página uno. Y ese es el caso que me ocupa hoy, la vida de Tiberio Claudio Druso Nerón Germánico, hijo del general Germánico y Antonia, una dama de la nobleza sobrina del Emperador Augusto. La acción está narrada en primera persona por el propio Claudio, y abarca desde su nacimiento en Lyon en el año 10 aC hasta su proclamación como Emperador en el año 41 dC tras la conspiración que acabó con la vida del hasta entonces Emperador Calígula, sobrino de Claudio y psicópata con todas las letras que había instaurado un régimen de absoluto terror, desconcierto y desgobierno en el Imperio. Todos los defectos físicos que arrastraba desde su niñez (salud débil, cojera, tartamudez, etc.) y el hecho de que fuese considerado medio imbécil por casi toda Roma, fueron precisamente los factores que a la postre le hicieron sobrevivir a toda su familia. Frente a esta imagen pública de tarado y casi deficiente mental, la realidad es que Claudio se nos presenta como un escritor y apasionado historiador tremendamente inteligente, sensible y muy bien considerado entre un reducido número de parientes y eruditos del Imperio.

Prácticamente desde el primer momento asistimos a un sinfín de intrigas políticas y de poder que cubren los periodos de gobierno de los emperadores Augusto, Tiberio y Calígula. Especial relevancia tiene el personaje de Livia, abuela de Claudio, esposa de Augusto y madre de Tiberio. La influencia en la gestión y administración del Imperio de esta dama fue crucial durante la época de Augusto y Tiberio, siendo ella a todos los efectos la verdadera dirigente en la sombra debido a sus ansias de poder, la sutileza de sus argucias y su falta absoluta de escrúpulos. Resulta devastador asistir al espectáculo de envenenamientos y muertes violentas, malamente disfrazadas de accidentes en ocasiones, que Livia llegó a ordenar o ejecutar personalmente solo para condicionar la carrera de uno u otro familiar según sus fobias y filias personales en cada instante. Aterradora resulta también la total indefensión del ciudadano del Imperio, desde esclavos a patricios, que podían ser acusados de los más graves delitos ante cualquier cambio de viento en los gustos de los emperadores. Como nota que me ha llamado especialmente la atención, tenemos la curiosa salida que suponía el suicidio ante una condena a muerte. El propio derecho romano recogía privilegios especiales para la familia del sentenciado si eludía la ejecución quitándose la vida: los herederos disfrutarían de una mayor parte de su fortuna, que pasaría en su totalidad al estado si por su cobardía terminaba muriendo en el patíbulo. De esta manera, la posibilidad de disponer de la propia vida era un derecho reconocido e inalienable que nada tiene que ver con el enfoque de malditismo que posteriormente recibió con el cristianismo.

Como ya he dicho, el relato es apasionante y no da tregua al lector, que va saltando de una familia a otra, de una guerra a otra, de una provincia a otra o de un destierro a otro. Hay que reconocer el mérito a Graves por conseguir que la lectura no se haga nada pesada a pesar de la altísima densidad del texto, con párrafos interminables seguidos de párrafos interminables y sin apenas diálogos. No obstante el principal problema que he encontrado es lograr tener claro las relaciones familiares de todos los personajes, que se complican lo indecible con divorcios y segundos matrimonios, con adopciones de sobrinos por sus tíos tras las muerte de los padres, con nupcias impuestas por los emperadores entre jovencitas de la nobleza y maduros integrantes de la nobleza. De hecho la edición que he leído (incluida en una vieja colección de lo mejor de la literatura universal o algo por el estilo) incluye en las páginas finales un exhaustivo árbol genealógico toscamente impreso debido a la falta de herramientas digitales de edición y diseño gráfico a mediados de los 1980s. Sin embargo, la más que considerable extensión de la novela consigue que con el tiempo, sepas con total seguridad si al hablar de un Germánico cualquiera se trata del padre, del hijo o de algún otro porque antes o después se mencionan en torno a él madre, esposa, hijos o hermanos. Resumiendo, una auténtica maravilla, con novelas así de bien escritas y entretenidas habría podido hasta disfrutar de la asignatura de Historia en mis años mozos. ¡A buenas horas, mangas verdes! Más reseñas en Hislibris, Bibliópolis y Novela Histórica.

6 comentarios:

Aida (meriendolibros) dijo...

Comparto totalmente tu opinión. Es un libro que vi en la estantería de mi madre durante toda mi infancia y que no leí hasta que me la recomendó un novio que tenía a los 23 años. La devoré.

Olethros dijo...

Marcó rumbos en la forma de hacer novela histórica porque demostró que se podía trabajar en la técnica literaria sin que afectase a los eventos narrados. Una delicia. Su continuación no funciona igual de bien, sobre todo por cómo decide comenzar, aunque el resto vuelva a ser interesante.

Elena Rius dijo...

Tienes más razón que un santo: demasiada bazofia que pasa por novela histórica y pocas novelas de altura como ésta. Si quieres otra joya del género, te recomiendo (sin salir de los emperadores romanos, además) "El hijo de César", de John Williams (El mismo de "Stoner"). Muy diferente a la de Graves, pero igualmente sobresaliente.

Cities: Moving dijo...

@Aida (meriendolibros), Olethros Gladius & Elena Rius: Gracias por vuestros comentario. Echaré un vistazo a la recomendación, aunque advierto desde ya que Stoner me pareció aburridísimo
:/

José Enrique Vázquez dijo...

En primer lugar, felicidades por la reseña. Esta obra, que permanece un poco olvidada en el estante imaginario que debería contener todos los títulos sobre novela histórica, merece especial atención, sobre todo para los amantes de la antigua Roma y sus historias. El autor reconstruye una época romana sumamente interesante, los inicios del imperio desde el punto de vista de Claudio, un emperador nombrado por casualidad y contra la voluntad del propio interesado. La narración es densa, sí, pero casa perfectamente con los acontecimientos narrados. La óptica es más bien palaciega, las guerras y sucesos externos al palacio imperial se relatan de pasada. Lo importante aquí es la vida de Claudio y su ascenso al poder sobreviviendo a un tiempo cargado de incertidumbre en el cual la ambición o los celos podían ser causa de muerte. Una obra como digo imprescindible para los amantes de Roma. Salu2 y buenas lecturas.

Cities: Moving dijo...

@José Enrique Vázquez: Gracias, me alegro de que te haya gustado. Guardo muy buen recuerdo de este libro. Tanto 'Yo, Claudio' como 'Claudio, el dios, y su esposa Mesalina' son habituales en las tiendas de libros de segunda mano que tanto frecuento. De momento he podido contenerme a la combra de la continuación, pero no creo que esa resistencia sea eterna :)

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