"El Plantador de Tabaco" ficciona la vida de Ebenezer Cooke, poeta londinense nacido en la segunda mitad del S.XVII de cuyas andaduras reales se tiene muy poca información, pero que sin embargo adquirió notoriedad por ser considerado el primer poeta satírico de América gracias a su obra "El Plantador de Tabaco, o Un Viaje a Maryland, una sátira". A partir de los pocos datos biográficos que existen, John Barth compone una extensísima novela épica de aventuras agridulces donde el héroe, Eben Cooke, irá perdiendo su inocencia a base experimentar en sus propias carnes las jugarretas y golpes que la vida le va dando. Ya empieza a sufrirlos mientras aún vive en Londres, pero se acentúan a partir de su viaje a Maryland para encargarse de las plantaciones de tabaco con que su padre cuenta en dicha provincia.
Al margen del trasfondo histórico presente en la narración, prolija a la hora de describir la situación política, los intereses e intrigas en las colonias, los tejemanejes de las diferentes iglesias (católica y anglicana), etc. el género de la misma es claramente humorístico. El texto está repleto de situaciones divertidísimas, absurdas y disparatadas que hacen que la lectura sea muy entrenenida y no se haga nada pesada. Todo un logro considerando las mil y pico páginas que tiene la edición de Cátedra. La traducción me ha parecido también excelente, con una preocupación manifiesta en arcaizarla deliberadamente para que parezca que estamos ante un libro escrito originalmente siglos atrás. Así pues, tanto las construcciones sintácticas (uso y abuso de pronombres enclíticos), como el léxico e incluso a veces las grafías modificadas nos ayudan a situarnos con facilidad en el Barroco.
En esta ocasión, no me veo con fuerzas de entrar a explicar en detalle el argumento. Dividida en tres partes y con una cuarta muy breve a modo de cierre, es demasiado extensa y rica en cuanto a número de personajes. No obstante la presencia de cada uno de ellos se justifica al ir completando capítulos, y a modo de piezas de un puzzle, van encajando a la perfección en toda la historia. Por destacar alguna curiosidad, hay una subtrama relacionada con la búsqueda de la identidad de Henry Burlingame, primero mentor y luego amigo de Ebenezer, en la cual el autor se mofa del mito americano de John Smith y Pocahontas reescribiendo su historia en tono burlesco y con una fuerte componente sexual. Ya solo por esto merece la pena.
Resumiendo, estamos ante un libro que levanta pasiones. De hecho yo me he animado a leerlo a raíz del post que le dedicó La Medicina de Tongoy. Su apasionada defensa de "El Plantador de Tabaco", junto con su línea crítica habitual que destaca por no tener pelos en la lengua, me convencieron de que sin duda se trataba de una novela que no podía perderme. Como ya avisaba este blog, la edición de Cátedra es prácticamente imposible de conseguir, por tanto he tenido que ir a una biblioteca municipal a por ella. Pero ha merecido la pena porque me ha encantado, así que ya tengo pendiente otra de sus recomendaciones para próximas lecturas. Más reseñas en Revista de Letras (muy completa) y No Solo Libros, quienes por lo que he podido comprobar han seguido los mismos pasos que yo para llegar a esta obra.
Pedro Juan Gutiérrez: Anclado en tierra de nadie
Hace 5 horas
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