Walter Faber es un ingeniero suizo de 50 años que trabaja para la Unesco en proyectos relacionados con la industrialización y mejoras tecnológicas de países emergentes (eso sí, emergentes según la situación económica en 1957 que es cuando transcurre la acción). Estamos ante un tipo muy metódico, muy racional, muy científico; vive su vida de acuerdo a probabilidades, cálculos y análisis estadísticos. Debido a su empleo viaja mucho por motivos profesionales, y por un cúmulo de casualidades o quizás porque así lo ha querido el destino, en un vuelo a Caracas para montar unas turbinas se sienta junto a un alemán que resulta ser hermano de un antiguo amigo de su época universitaria en Zúrich. Y a partir de ahí, los hados van enmarañando su ordenada vida de profesional técnico para hacer que se enamore de Sabeth Piper, una joven que conoce en un crucero y que resulta ser, gran casualidad de nuevo, hija de quien fue su gran amor: Hanna Piper.
En fin, poco más puedo contar sobre el argumento sin desvelar datos importantes sobre la trama. El protagonista parece no haber prestado demasiada atención a su lado emocional en los últimos 20-25 años, y de repente, se ve inmerso en una avalancha de sentimientos totalmente incontrolable, que le va alejando cada vez más de su mundo perfectamente describible en magnitudes físicas, funciones matemáticas y coordenadas cartesianas. En Homo Faber pasan cosas muy, muy fuertes, pero su impacto sobre el lector se ve amortiguado por el enfoque simple, directo y descriptivo que Walter Faber imprime a la narración en primera persona. La brillantez de Max Frisch al hacerlo puede deberse en parte a que él mismo era arquitecto, una profesión que exige habilidades artísticas y científico-tecnológicas a partes iguales.
Tengo cierta tendencia a la literatura en alemán, y reconozco que de momento en pocas ocasiones me ha defraudado (bueno, esto es un poco hablar por hablar, tampoco he leído tanta literatura escrita en alemán). Junto con Opiniones de un Payaso de Heinrich Böll, creo que Homo Faber tiene uno de los mejores finales que he leído nunca, ideado a la perfección y ejecutado magistralmente. Tenéis una reseña muy interesante de esta obra en Solo de Libros.
Pedro Juan Gutiérrez: Anclado en tierra de nadie
Hace 33 minutos
2 comentarios:
Me pareció un tostón, me recordó a Javier Marías. La historia será muy impactante, pero carece hasta del más mínimo interés.
@Johannes Becher: ¡Qué cosas! Yo tengo un recuerdo excelente de esta novela, en especial de ese final que invita a la desolación. Y compararlo con Javier Marías... Eso ha sido un golpe bajo ;)
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