No voy a decir que no me he reído con Maldito Karma, sería mentira. De hecho ha habido un par de ocasiones en que he tenido que contener una risotada mientras lo leía en el metro. El libro tiene muchas salidas de tono tremendamente ocurrentes, y una tras otra va narrando situaciones a cada cual más disparatada aprovechando el transfondo de la reencarnación. Y para de contar. La verdad es que esta novela es eso y poco más. He tenido la sensación de que el autor estaba compitiendo contra sí mismo para ser más ingenioso y divertido a cada párrafo. Sin darse un respiro, ni a él mismo ni al lector. Y para mi desgracia empleando muchas veces recursos demasiado facilones. Ni siquiera he conseguido librarme de esa impresión cuando la trama se vuelve algo más emotiva, a unos dos tercios del final.
Resumiendo, humor sin complicaciones de lectura rápida. Dudo mucho que alguien se acuerde de él de aquí a un año.
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Pedro Juan Gutiérrez: Anclado en tierra de nadie
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