Más relatos cortos, esta vez a cargo de
Izaskun Gracia Quintana. Los siete cuentos que se incluyen en
Crónicas del encierro giran en torno al aislamiento, la reclusión o la soledad forzados por las más variopintas situaciones: una enfermedad, crisis económicas, la muerte de un familiar, un secuestro, etc. El concepto global y las ideas de partida son interesantes, sin embargo historias, lo que se dice historias, no hay. En su lugar tenemos bien una mera relación de acontecimientos sin objetivo ninguno detrás, bien reflexiones pedantes a cargo de los protagonistas, en cuyas pieles me ha sido imposible ponerme. Cuando no son redichos y sabiondos, son peculiares hasta decir basta. Conste que yo estoy encantado con los personajes que no encajan en la normalidad, pero las rarezas que la autora proyecta en ellos, que en según que casos podrían ser trastornos mentales, tienen que tener sentido en la narración. Cosa que desde luego yo no he visto. Como incoveniente final, casi todos se cierran con un final inesperado y sin sentido según el desarrollo del texto. Porque los giros también hay que justificarlos o resultarán forzados e incoherentes. Y como guinda, el cierre también pretende ser efectista pero en realidad es desagradable, así sin más. Os dejo a continuación los títulos y una breve descripción de la trama:
- 'Tap'. A raíz de una gotera en casa, un joven entra en un proceso de abandono y locura que comienza con su decisión de no volver a salir de casa.
- 'Vacaciones'. Relato del estrés que acarrean los preparativos del primer día de vacaciones de una familia urbanita estándar.
- 'El vestido azul'. Una joven había dedicado su vida a cuidar de su madre enferma. Su vida se tambalea al terner que replantearse qué hacer con ella tras la muerte de su progenitora.
- 'El pozo': En una zona minera en crisis, un niño y una niña encuentran y exploran un pozo abandonado que se convierte en su refugio secreto.
- 'El triángulo de cerámica'. Una joven es secuestrada y mantenida aislada en la oscuridad sin que llegue a saber los motivos.
- 'Barcos hundidos'. Escritos terapéuticos de un hombre joven que expone sus pocas filias y sus muchas fobias.
- 'Diario nocturno'. Un hombre debe alterar su vida tras padecer una enfermedad que le deja como secuela la imposibilidad de exponerse a la luz del sol.
La prosa de la autora vasca es directa y nítida, de hecho el libro sería muy fácil de leer si se eliminaran todos los paréntesis que incluye y que impiden la asimilación del texto con naturalidad. Seguiría sin tener gran cosa que decir, de eso no hay duda, pero al menos se leería del tirón. En los seis primeros relatos no hay muchos y se sobrellevan sin demasiados problemas. Pero en
'Diario nocturno', que además es el más extenso, hay más paréntesis que aes. Encapsulando desde frases simples y cortas hasta párrafos enteros. Y el acabose: frases en paréntesis anidados, un recurso totalmente innecesario para mi gusto. Cada vez que se cerraba un paréntesis me he visto obligado a volver atrás para recuperar el texto al que modificaba y a continuación, excluir el paréntesis de la relectura subsiguiente. La situación es tan escandalosa y me ha creado tantas dudas sobre mi capacidad de comprensión lectora (que no digo que sea perfecta), que ha habido momentos en que me he parado para recomponer el texto mentalmente sin usar paréntesis, esto es, en comprobar si existían formas de decir exactamente lo mismo pero eliminando estos signos ortográficos. Y evidentemente las hay, por supuesto que hay maneras mucho más coherentes y naturales para expresar lo que
Gracia Quintana quiere decir sin tener que interrumpir el discurso.
En definitiva, no he conectado mucho con este libro, ni en el fondo ni en la forma. De hecho hay un par de relatos que exploran formatos narrativos menos convencionales (
'Tap',
'Barcos hundidos'), pero esa originalidad en la forma poco puede hacer para redimir un texto vacío. En realidad, excepto
'El vestido azul', sin duda el menos artificioso y efectista, nada puedo salvar de la experiencia.
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