13 oct 2020

Amantes y enemigos - Rosa Montero

En el prefacio que abre Amantes y enemigos, Rosa Montero confiesa que se siente mucho más cómoda con la novela que con los cuentos, pero que por motivos de lo más variopinto, ha terminado escribiendo un buen puñado de ellos. Así que a finales de los 1990s decidió reunirlos y publicarlos en este volumen. Si no me equivoco son un total de 19 relatos cortos que como podemos imaginar por el subtítulo del tomo, 'Historias de parejas', tratan de relaciones de pareja. Principalmente de relaciones de parejas heterosexuales, aunque el libro se abre precisamente con 'Paolo Pumilio', cuyo protagonista es homosexual. Los enfoques de estas relaciones de pareja son variados, pero abundan los protagonizados por mujeres de algo más de cuarenta años que se han divorciado/separado y tienen que rehacer sus vida en condiciones bastante precarias.

La mayoría de los relatos son muy urbanos y transcurren casi siempre en Madrid. Excepto el primero, ya mencionado, y el último, 'Amor ciego', me han parecido bastante intrascendentes. Innecesarios incluso. Hay una clara intención de hacer pasar por memorables lo que a ojos del lector son actos de amor ridículos. Por más que Montero intente que los anodinos protagonistas parezcan desesperados en sus ansias de amar, el resultado falla estrepitosamente y te deja indiferente por su tibieza, por su inanidad. Solo cuando los protagonistas se salen de lo convencional consigue resultados deslumbrantes. Así en el que abre la colección, el relato más turbio y destacado desde mi punto de vista, tenemos a Pablo Torres, un huérfano tullido y homosexual que vive enamorado secretamente del mago con quien trabaja; en el que lo cierra, conoceremos a una mujer de cuarenta años a quien se describe como muy, muy fea, motivo por el cual se ha resignado a no conocer la pasión. Por lo demás el estilo de Montero me ha parecido muy poco natural y tendente a la pedantería. Usa palabras como consunción, gemelidad, esponjar, restañar, ágrafo y pitañoso. Términos muy forzados, disonantes, como de escritor primerizo empeñado en demostrar un léxico abundantísimo. De todas formas es una lectura tan rápida e intrascendente que ni siquiera llega a molestar.

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