En
Desde lo más profundo nos acercamos a
Christopher Isherwood en cuatro momentos diferentes de su vida. Se trata de por tanto de cuatro relatos cortos autobiográficos, cada uno de los cuales transcurre en países totalmente diferentes, ya que se ve que este autor fue un culo inquieto. Lo cierto es que por su extensión se aproximan bastante más a la novela corta, pero a efectos de esta reseña lo dejamos en relatos.
- 'El señor Lancaster'. Corre 1928 y Christoph se va unas cuantas semanas a Frankfurt invitado por un pariente politico lejano que trabaja en una naviera.
- 'Ambrose'. En 1933 y con los nazis afianzados en el poder, Isherwood y su amigo alemán Waldemar huyen de Berlín y se marchan a vivir a una isla griega. Les ha invitado Hans Schmidt, un amigo del segundo que trabaja como hombre de confianza y guardaespaldas de Ambrose, un acaudalado joven británico autoexiliado del Reino Unido.
- 'Waldemar'. Es a finales de agosto de 1938 cuando nuestro hombre vuelve a Inglaterra, y en ruta hacia Dover se encuentra en el ferry con una antigua conocida de sus días en Berlín, Dorothy. Tras saludarse afectuosamente ella le comenta que vuelve con su prometido, que no resulta ser otro que su amigo Waldemar, de quien no sabía nada tras la aventura en la isla griega. Dorothy es una de aquellas idealistas militantes comunistras procedentes de la clase alta británica, así que prevé serios problemas con su familia cuando vean que su futuro yerno es 100% clase trabajadora.
- 'Paul'. En 1940 el escritor británco ya se había afincado en Estados Unidos y estaba trabajando como guionista para unos estudios de Hollywood. Allí conoceremos por un lado a sus amigos, entre los cuales está el escort de lujo que titula el texto, y por otro su profundo interés en las filosofías orientales relacionadas con el autoconocimiento, que empezaban a introducirse tímidamente en la cultura norteamericana.
A raíz de leer estos cuatro cuentos no se puede negar que este autor tuvo una vida de lo más movida e interesante. Tampoco se puede decir que estén mal escritos o que se hacen pesados. Mentiría si así hiciera y puestos a engañaros, que sea por motivos más importantes que dar mi opinión personal sobre un libro. La cuestión de fondo que no hay por qué ocultar es que son muy intrascendentes; particularmente los dos primeros son poco más que las aventuras de un hombre joven bastate engreído y pedante, algo que el propio
Isherwood reconoce cuando en un inciso dirigido al lector, admite que se siente muy alejado de aquél que fue años atrás. Los dos siguientes están algo mejor porque tratan también temas políticos, sociales o espirituales, además de reflejar con mucha veracidad el angustioso ambiente pre-bélico y la II Guerra Mundial una vez comenzó la contienda. En todo caso, mi impresión general es que el libro dista mucho de ser una obra maestra y por tanto, no tengo motivos para recomendarlo. Tenéis otra reseña en
Una hoguera para que arda Goya, que a mí, visto el desinterés que me ha causado, me parece hinchada hasta decir basta. En todo caso ahí la dejo, que si algo no pretendo es dogmatizar con mis opiniones.
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