Tras una accidentada travesía por la Polinesia, en solitario y en un frágil velero, seguida de una menos complicada y peligrosa escalada de unos acantilados, el reportero Will Farnaby consigue llegar sano, aunque bastante maltrecho, al elusivo Reino de Pala, localizado en la isla de igual nombre. Tras ser rescatado y hospitalizado, entrará en contacto con prominentes miembros de la sociedad local, que le instruirán en la apacible, cordial y hedonista cultura, que por el bienestar general público logrado podría considerarse un paraíso en la Tierra. Como contrapunto a esta maravillosa, calmada y enriquecedora forma de vida instaurada en Pala, basada en la tradición budista mahayana, tenemos a la reina -cuyo título es Rani- y su hijo Murugan, que en pocas semanas cumplirá la mayoría de edad y será nombrado Rajá del Reino. Ambos están muy influenciados por el capitalismo y el consumismo y prentenden modernizar el país gracias a un ventajoso acuerdo económico con alguna compañía petrolífera que explotará sus reservas de crudo. Muy pronto seremos conocedores de que Will es empleado de Lord Joseph Aldehyde, poseedor de una de estas petroleras, y su llegada al reino no ha sido exclusivamente por afán investigador, sino que debe negociar discretamente con el gobierno para que su jefe consiga los derechos de extracción en Pala.
Cuando reseñé Walden dos me quejaba de las pocas novelas existentes que reflejan una sociedad utópica frente a la multitud de textos que se centran en las distopías. Pues buen, con La isla ya son dos las que llevo en mi haber, porque en esta novela Aldous Huxley hace poco más que describir un reino utópico en donde sus habitantes viven una vida plenamente satisfactoria y bastante armoniosa, tanto entre ellos como con el medio ambiente. Al igual que en la novela de B. F. Skinner, la acción no transcurre en el futuro lejano, sino en el momento de redacción del texto (prinpicios de los 1960s). Capítulo tras capítulo el autor va relatándonos cómo se ha podido llegar a ese estupendo estado de igualdad, fraternidad, paz y alegría y cómo se consigue que los palaneses convivan sin conflictos de importancia ni ejército. Cultura, sanidad, economía, agricultura, educación... La curiosidad de Will Farnaby sobre estos aspectos permite a sus interlocutores locales explicar cada uno de los aspectos de su interés así como la implicación de cada habitante de la isla en el compromiso por mantener el statu quo adquirido. El proceso para llegar a esta situación tan próxima al ideal de convivencia en paz comenzó a finales del S. XIX y se fundamente principalmente en la industrialización selectiva, la producción limitada, el control de la natalidad (nunca más de dos hijos por pareja), y una espiritualidad de raíces budistas que fomenta el autoconocimiento a través de la meditación y el uso de una droga enteógena ficticia procedente de un hongo, denominada "medicina moksha".
Siendo honesto tengo que decir que la lectura se me ha hecho algo pesada. En realidad, la novela no es mucho más que una simple exposición de ideas que justificarían la posibilidad de existencia de un lugar tan extraordinario. La subtrama imperialista/capitalista relacionada con la inmersión de Pala en la cultura consumista occidental vía la explotación de pozos petrolíferos no tiene apenas peso. Por otro lado, el orden mundial que recojen las páginas es lógicamente es que existía en los 1960s, estando muy marcado por la Guerra Fría y la división de países en bloques capitalista y comunista, lo cual le da un toque añejo por momentos. En cualquier caso he de reconocer que comparto muchas de las ideas que Huxley expuso en este libro; en especial el control de natalidad me parece absolutamente necesario para poder, no ya solo poder ser medianamente felices en esta vida, sino para mantener un imprescindible equilibrio ecológico y medioambiental con el resto de especies del planeta. También creo que el budismo, como religión/filosofía, es muchísmo más apropiado para encontrar sentido a nuestra propia existencia presente que cualquier religión (mono)teísta basada en la represión, el control y la mentira de una vida futura mejor una vez hayamos muerto. Y ni que decir tiene, los grandes males que él reconoce como causantes del insostenible y desquiciado modo de vida occidental no pueden estar mejor apuntados, algo que cinco décadas después y cuando ya es probablemente demasiado tarde, todo el mundo insiste en señalar: industrialización masiva, consumismo, crecimiento contínuo, agotamiento de recursos naturales, capitalismo salvaje, etc. etc. Y no me enrollo más que tengo que comprar una cosillas en Amazon super baratas que no necesito para nada y que están fabricadas por menores y mujeres embarazadas en Bangladesh, Vietnam o Camboya. Así que como es costumbre, os dejos a continuación otras reseñas; en esta ocasión los blogs elegidos son Solo de libros, El bibliófilo enmascarado y La pluma rota. Ninguno de ellos ha quedado muy convencido.
Reseña: Beneath the Darkening Sky, de Majok Tulba
Hace 6 horas
2 comentarios:
Otra utopía: _Cánticos de la lejana Tierra_, de Arthur C. Clarke.
@Luis G. Prado: Pues intento recordar y aunque en principo es verdad que la colonia humana en el planeta en que transcurre la acción tiene mucho de utópico, si mal no recuerdo había algunos elementos distópicos ocultos, algo sobre control de la población en una de las idílicas islas habitadas, ¿o me confundo? En la wikipedia la clasifican claramente como utopía. Ahora que lo pienso igual sí que estoy equivocado y estoy mezclando la trama de 'Fundación y tierra' de Asimov. Gracias por le apunte, ahora resulta que son 3 las utopías que he leído.
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