Primer bombazo del año. Trilobites es una compilación de relatos cortos que recoge lo poco que escribió Breece D'J Pancake porque se suicidó con 26 años allá por 1979. Una verdadera lástima a juzgar por esta breve muestra de su trabajo, que se ventila en un par de sentadas. Cada historia es una píldora envenenada que combina fracaso, decepción, rutina y la amargura de saber que no hay salida del pozo inmundo en que se ha convertido la vida de sus protagonistas: basura blanca norteamerica que subsiste en unas condiciones durísimas en entornos rurales muy alejados del glamour, la sofisticación o los centros culturales en las costas de EEUU. Las únicas alternativas para ganarse el jornal son empleos poco cualificados y muy exigentes físicamente, como la minería o la agricultura, a los cuales los personajes con quienes nos topamos se ven abocados desde la adolescencia. Una existencia despreciable y vacía que les debilita desde muy jóvenes, minándoles la moral, transformándoles en seres mezquinos y envidiosos, anulando sus ínfimas expectativas de mejora, destrozándoles por agotamiento y condenándoles al alcohol y a la brutalidad como única expresión posible de tanta frustración.
El autor deja caer toneladas de mierda sobre el lector, todo ello con una honestidad y una sencillez escandalosa. Las miserias de que nos hace testigo nos desbordan por mostrarnos no ya ilusiones perdidas, sino destrozadas por toda una vida de podredumbre sin futuro. Resumiendo, una auténtica maravilla. La única pega que le pongo es que estos doce relatos saben a demasiado poco. Como curiosidad añadida, mientras lo leía me ha resultado imposible no recordar un par de películas que plasman perfectamente la atmósfera de desolación vital y emocional que describen estos cuentos: El Luchador/The Wrestler (Darren Aronofsky, 2008) y Winter's Bone (Debra Granik, 2010). Más reseñas en Un Libro al Día, Escrito en el Viento o La Simiente negra. Por lo que he podido comprobar, prácticamente toda la blogosfera se ha rendido ante este libro.
24 feb 2014
21 feb 2014
Mano de Galaxia. I. Golconda - Gabriel Bermúdez
Hace unos meses la editorial Prensas Universitarias de Zaragoza se puso en contacto con este humilde blog para ofrecerme una copia de esta ambiciosa novela en dos volúmenes cuidadosamente editados, a lo cual accedí encantado (vaya desde aquí nuevamente mi agradecimiento por el regalo y por el interés en Das Bücherregal). Gabriel Bermúdez, que ha resultado ser todo un personaje dentro de la ciencia-ficción española, nació en Valencia pero desde el traslado con toda su familia a Zaragoza cuando aún era un niño ha estado muy vinculado a la escena literaria de esa ciudad, de ahí su inclusión en la colección Larumbe. Textos Aragoneses de esta editorial. Entre sus logros está el de haber sido el único autor español incluído en la mítica colección Acervo de ciencia ficción con dos títulos, uno de ellos el que me ocupa hoy. Como gran fan que soy de dicha colección, esto le otorga inmediatamente cierto prestigio en mi universo particular. Por otro lado mi única experiencia hasta el momento en este género con autores españoles es El Triángulo D, del también aragonés Manuel Buil, así que he tenido la oportunidad de conocer otras voces patrias dedicadas al amplio mundo de la ciencia-ficción.
El protagonista Mano de Galaxia. I Golconda es Víctor Lanyard, un niño en torno a los 9-10 años, que con ayuda de una píldora aceleradora desarrollada por un tal Profesor Taberner se ha transformado en algo que no es hombre ni infante. Él es el primero de éstos mutantes, denominados por sí mismos paidos (del griego παιδιον - paidos - niño), más inteligentes y fuertes que simples críos, la sexualidad y los caracteres sexuales secundarios desarrollados, pero aspecto general de chiquillo y altura media en torno a 1.30m. Víctor era un niño maltratado procedente de un entorno familar disfuncional, de manera que las ventajas que adquiere tras tomar esta cápsula hacen que se vuelva un psicópata, un borderline, un magelómano con una fobia patológica a los adultos, a quienes llama 'prohibidos' porque les está vedado revelar su verdadera naturaleza. Así pues, pone en marcha una cruzada personal de conversión de criajos en paidos, primero para ayudarles a escapar de destinos tan desdichados como el suyo, pero posteriormente con objetivos cada vez más siniestros.
Mano de Galaxia es una space opera, es decir, una novela de aventuras en un contexto scifi. No puedo decir que mi relación con las space operas sea demasiado buena, mi primer contacto consciente con este subgénero fue espantoso, tanto que ni siquiera lo pude terminar: Pensad en Flebas de Iain M. Banks. Luego me he tropezado con supuestos clásicos que me han parecido muy, muy flojos: Invernáculo de Brian W. Aldiss o El Hombre en el Laberinto de Robert Silverberg sin ir más lejos. No obstante, he seguido leyendo novelas de ciencia-ficción con una fuerte componente de aventuras de las cuales no tengo queja: Hyperion y la reciente La Caída de Hyperión de Dan Simmons tiene mucho de novela de aventuras, por poner un ejemplo muy fresco para mi. El Juego de Ender de Orson Scott Card o Pórtico de Frederik Pohl también son excelentes historias en que la idea de aventura espacial juega un papel importante en la trama. Pero en estos cuatro últimos casos, la acción viene justificada por razones de mucho peso argumental: conflictos interespecie, planetas arrasados por colonizaciones abusivas, serios traumas y conflictos personales, luchas políticas, distopías, gobiernos totalitarios que manipulan a los ciudadanos... Es cierto que el marco en que se desarrolla Mano de Galaxia tiene algunos de estos aspectos bastante bien planteados. Sin ir más lejos se nos explica que Golconda, un planeta con sobreabundancia de recursos minerales, se colonizó con presos a los que se ofreció permutar la condena por una nueva vida dedicada a la minería; también se aclara el contexto político, de manera que La Tierra es el centro de poder de una dictadura militar que asfixia a todas las colonias planetarias; etc. No obstante, para mi gusto, el gran peso de la narración son simplemente las andanzas del repelente Víctor, de forma que página tras página asistimos a su deambular por el planeta en correrías que abarcan desde el pequeño crimen organizado al principio, una extemporánea aventura en un núcleo minero fuera de la capital en las páginas centrales, o un final con sublevación mediante un ejército de niños mutantes liderados por él y sometidos a un férreo control. Además, en mi opinión, poner a un crío como protagonista es un riesgo muy alto. Recordemos que Ender según en qué situaciones tenía muy poca credibilidad. Pues con Lanyard pasa algo parecido: Bermúdez ha creado un personaje inestable psicológicamente, voluble, terriblemente inmaduro, violento y cruel cuya demente actitud me ha resultado inconcebible. Cuando remeda comportamientos y hábitos adultos (fumar, beber alcohol, o mantener relaciones sexuales), mis sensaciones han oscilado entre la repulsión y la vergüenza ajena. Imposible identificarse ni empatizar con alguien así, claro que también puede ser que me haya perdido y ese precisamente sea el objetivo que buscaba el autor.
En cualquier caso y a pesar de este desinterés mío en niños con armas laser conquistando planetas, se nota que la novela ha sido bien pensada y la trama está bien atada, sin improvisaciones -me vuelve a la cabeza Pensad en Flebas otra vez-, ni fallos de continuidad, algo que abundaba en Invernáculo por ejemplo. Hay una evolución clara en la magnitud de las aventuras y en la complejidad del protagonista. Cada episodio aporta unos resultados que permiten intensificar la acción en los siguientes. Por otra parte, el autor domina la escritura y consigue que la lectura no se haga nada pesada, y eso a pesar de que, como he dicho, a mí la aventura por la aventura no me dice absolutamente nada. Me he ventilado sin esfuerzo las 500 y pico páginas de la novela más la extensa introducción a cargo del editor Luis Ballabriga. Como curiosidad indicar que el protagonista emplea un argot propio de delincuentes, ladrones y asesinos, donde se mezclan regionalismos y préstamos del caló, cheli o antiguas germanías. Por suerte esta edición recoge en notas al pie de página todos los significados. También es de destacar la doble tinta del texto, de forma que se reflejan en rojo las partes de la novela que fueron modificadas y/o censuradas en la edición de Acervo.
Resumiendo, un libro bien escrito y fácil de leer que temáticamente no encaja en mis preferencias. ¿Seré capaz de leer la segunda parte? Pues no lo descarto, pero dejaré pasar algún tiempo antes de ponerme a ello. En esta ocasión, el apartado final recomendando otras reseñas queda desierto porque no he conseguido encontrar ninguna en la blogosfera.
El protagonista Mano de Galaxia. I Golconda es Víctor Lanyard, un niño en torno a los 9-10 años, que con ayuda de una píldora aceleradora desarrollada por un tal Profesor Taberner se ha transformado en algo que no es hombre ni infante. Él es el primero de éstos mutantes, denominados por sí mismos paidos (del griego παιδιον - paidos - niño), más inteligentes y fuertes que simples críos, la sexualidad y los caracteres sexuales secundarios desarrollados, pero aspecto general de chiquillo y altura media en torno a 1.30m. Víctor era un niño maltratado procedente de un entorno familar disfuncional, de manera que las ventajas que adquiere tras tomar esta cápsula hacen que se vuelva un psicópata, un borderline, un magelómano con una fobia patológica a los adultos, a quienes llama 'prohibidos' porque les está vedado revelar su verdadera naturaleza. Así pues, pone en marcha una cruzada personal de conversión de criajos en paidos, primero para ayudarles a escapar de destinos tan desdichados como el suyo, pero posteriormente con objetivos cada vez más siniestros.
Mano de Galaxia es una space opera, es decir, una novela de aventuras en un contexto scifi. No puedo decir que mi relación con las space operas sea demasiado buena, mi primer contacto consciente con este subgénero fue espantoso, tanto que ni siquiera lo pude terminar: Pensad en Flebas de Iain M. Banks. Luego me he tropezado con supuestos clásicos que me han parecido muy, muy flojos: Invernáculo de Brian W. Aldiss o El Hombre en el Laberinto de Robert Silverberg sin ir más lejos. No obstante, he seguido leyendo novelas de ciencia-ficción con una fuerte componente de aventuras de las cuales no tengo queja: Hyperion y la reciente La Caída de Hyperión de Dan Simmons tiene mucho de novela de aventuras, por poner un ejemplo muy fresco para mi. El Juego de Ender de Orson Scott Card o Pórtico de Frederik Pohl también son excelentes historias en que la idea de aventura espacial juega un papel importante en la trama. Pero en estos cuatro últimos casos, la acción viene justificada por razones de mucho peso argumental: conflictos interespecie, planetas arrasados por colonizaciones abusivas, serios traumas y conflictos personales, luchas políticas, distopías, gobiernos totalitarios que manipulan a los ciudadanos... Es cierto que el marco en que se desarrolla Mano de Galaxia tiene algunos de estos aspectos bastante bien planteados. Sin ir más lejos se nos explica que Golconda, un planeta con sobreabundancia de recursos minerales, se colonizó con presos a los que se ofreció permutar la condena por una nueva vida dedicada a la minería; también se aclara el contexto político, de manera que La Tierra es el centro de poder de una dictadura militar que asfixia a todas las colonias planetarias; etc. No obstante, para mi gusto, el gran peso de la narración son simplemente las andanzas del repelente Víctor, de forma que página tras página asistimos a su deambular por el planeta en correrías que abarcan desde el pequeño crimen organizado al principio, una extemporánea aventura en un núcleo minero fuera de la capital en las páginas centrales, o un final con sublevación mediante un ejército de niños mutantes liderados por él y sometidos a un férreo control. Además, en mi opinión, poner a un crío como protagonista es un riesgo muy alto. Recordemos que Ender según en qué situaciones tenía muy poca credibilidad. Pues con Lanyard pasa algo parecido: Bermúdez ha creado un personaje inestable psicológicamente, voluble, terriblemente inmaduro, violento y cruel cuya demente actitud me ha resultado inconcebible. Cuando remeda comportamientos y hábitos adultos (fumar, beber alcohol, o mantener relaciones sexuales), mis sensaciones han oscilado entre la repulsión y la vergüenza ajena. Imposible identificarse ni empatizar con alguien así, claro que también puede ser que me haya perdido y ese precisamente sea el objetivo que buscaba el autor.
En cualquier caso y a pesar de este desinterés mío en niños con armas laser conquistando planetas, se nota que la novela ha sido bien pensada y la trama está bien atada, sin improvisaciones -me vuelve a la cabeza Pensad en Flebas otra vez-, ni fallos de continuidad, algo que abundaba en Invernáculo por ejemplo. Hay una evolución clara en la magnitud de las aventuras y en la complejidad del protagonista. Cada episodio aporta unos resultados que permiten intensificar la acción en los siguientes. Por otra parte, el autor domina la escritura y consigue que la lectura no se haga nada pesada, y eso a pesar de que, como he dicho, a mí la aventura por la aventura no me dice absolutamente nada. Me he ventilado sin esfuerzo las 500 y pico páginas de la novela más la extensa introducción a cargo del editor Luis Ballabriga. Como curiosidad indicar que el protagonista emplea un argot propio de delincuentes, ladrones y asesinos, donde se mezclan regionalismos y préstamos del caló, cheli o antiguas germanías. Por suerte esta edición recoge en notas al pie de página todos los significados. También es de destacar la doble tinta del texto, de forma que se reflejan en rojo las partes de la novela que fueron modificadas y/o censuradas en la edición de Acervo.
Resumiendo, un libro bien escrito y fácil de leer que temáticamente no encaja en mis preferencias. ¿Seré capaz de leer la segunda parte? Pues no lo descarto, pero dejaré pasar algún tiempo antes de ponerme a ello. En esta ocasión, el apartado final recomendando otras reseñas queda desierto porque no he conseguido encontrar ninguna en la blogosfera.
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_España,
*Gabriel Bermúdez Castillo,
Novela,
Obsequio editorial,
Scifi
16 feb 2014
La Caída de Hyperion - Dan Simmons
Algo más de dos años han tenido que transcurrir desde que leí Hyperion para dar cuenta de La Caída de Hyperion, la segunda entrega de esta tetralogía (denominada globalmente 'Los Cantos de Hyperion') a cargo de Dan Simmons. Como el volumen doble de Ediciones B / Zeta no es de los que permitan leer en el metro, he ido atacándolo en casa poco a poco desde principios de año.
La trama comienza justo donde nos quedamos en le primera parte, con los peregrinos supervivientes acampados junto a las misteriosas Tumbas del Tiempo del planeta Hyperion. Como ya me pasó en la primera entrega, no voy a entrar en detalles de lo que ocurre porque resultaría muy complicado no revelar los secretos del libro y además, me extendería muchísimo más de lo debido. Resumiendo muy burdamente, estalla la guerra entre Éxters y la Hegemonía por el control de Hyperion, algo que se veía venir en la primera parte. No obstante, la confrontación se globaliza a todo el espacio colonizado por la Hegemonía y en un interesante giro de intriga política, el TecnoNucleo y las Inteligencias Artificiales (IAs) que lo habitan (recordemos que son los aliados tecnológicos de la Hegemonía), desempeñarán un maquiavélico papel en la contienda. Con una fuerte carga contrapuesta de nihilismo por un lado y de religiosidad y espiritualidad por otro, la lucha se nos presenta como una oportunidad para la purificación y el renacimiento de un nuevo equilibrio en el Universo conocido. En resumidas cuentas, vuelvo a terminar otra novela de Simmons con una sensacion de admiración y de satisfacción total como pocas veces me ocurre, ya se trate de ciencia-ficción o de literatura en general.
A nivel técnico el autor se olvida del modelo de cuentos que usara en el primer volumen para desarrollar las tramas asociadas a cada personaje en paralelo, haciendo avanzar la acción con todos ellos en cada capítulo. Y lo hace estupendamente bien, más aún considerando que el argumento es bastante complejo. También como ya me pasó en Hyperion y por los mismo motivos, me siguen rechinando las constantes referencias a personajes y acontecimientos del siglo XX, sin embargo esta pequeña fobia personal no le quita interés. Por último, admito que no debería haber dejado pasar tanto tiempo entre ambos libros, pues en un primer momento me costó recordar las características y antecedentes de cada personaje, pero bueno, más pronto que tarde todos volvieron a encajar en su sitio.
Resumiendo, las dos entregas están totalmente recomendadas. Una historia de aventuras muy bien elaborada y desarrollada que entretiene y consigue enganchar al lector desde la primera página, algo que no es tan fácil de conseguir. Para otras opiniones, en esta ocasión os dejo en mano del fandom: por un lado el Sitio de Ciencia-Ficción y por otro los comentarios que sobre la novela hacen los usuarios de La Tercera Fundación.
La trama comienza justo donde nos quedamos en le primera parte, con los peregrinos supervivientes acampados junto a las misteriosas Tumbas del Tiempo del planeta Hyperion. Como ya me pasó en la primera entrega, no voy a entrar en detalles de lo que ocurre porque resultaría muy complicado no revelar los secretos del libro y además, me extendería muchísimo más de lo debido. Resumiendo muy burdamente, estalla la guerra entre Éxters y la Hegemonía por el control de Hyperion, algo que se veía venir en la primera parte. No obstante, la confrontación se globaliza a todo el espacio colonizado por la Hegemonía y en un interesante giro de intriga política, el TecnoNucleo y las Inteligencias Artificiales (IAs) que lo habitan (recordemos que son los aliados tecnológicos de la Hegemonía), desempeñarán un maquiavélico papel en la contienda. Con una fuerte carga contrapuesta de nihilismo por un lado y de religiosidad y espiritualidad por otro, la lucha se nos presenta como una oportunidad para la purificación y el renacimiento de un nuevo equilibrio en el Universo conocido. En resumidas cuentas, vuelvo a terminar otra novela de Simmons con una sensacion de admiración y de satisfacción total como pocas veces me ocurre, ya se trate de ciencia-ficción o de literatura en general.
A nivel técnico el autor se olvida del modelo de cuentos que usara en el primer volumen para desarrollar las tramas asociadas a cada personaje en paralelo, haciendo avanzar la acción con todos ellos en cada capítulo. Y lo hace estupendamente bien, más aún considerando que el argumento es bastante complejo. También como ya me pasó en Hyperion y por los mismo motivos, me siguen rechinando las constantes referencias a personajes y acontecimientos del siglo XX, sin embargo esta pequeña fobia personal no le quita interés. Por último, admito que no debería haber dejado pasar tanto tiempo entre ambos libros, pues en un primer momento me costó recordar las características y antecedentes de cada personaje, pero bueno, más pronto que tarde todos volvieron a encajar en su sitio.
Resumiendo, las dos entregas están totalmente recomendadas. Una historia de aventuras muy bien elaborada y desarrollada que entretiene y consigue enganchar al lector desde la primera página, algo que no es tan fácil de conseguir. Para otras opiniones, en esta ocasión os dejo en mano del fandom: por un lado el Sitio de Ciencia-Ficción y por otro los comentarios que sobre la novela hacen los usuarios de La Tercera Fundación.
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*Dan Simmons,
Novela,
Scifi
9 feb 2014
Ferdydurke - Witold Gombrowicz
Algo me debe faltar a mí en la psique porque no he pillado gran cosa de Ferdydurke. Bueno, más que no pillar gran cosa es que no he entendido nada de nada. Ni fondo, ni forma, ni metáforas... Nada. Los supuestamente ingeniosos juegos de palabras que tanto abundan no me han hecho la más mínima gracia. Todas esas palabras que los traductores se inventaron para trasladar conceptos que existen en polaco pero no en español tienen su mérito, sí, pero evidentemente no bastan para sostener la narración. El coqueteo con el absurdo que sobrevuela capítulo sí, capítulo también, me ha lastrado tanto que me he sorprendido saltando de línea en línea buscando algo que me resultase suficientemente interesante como para parar. Con esta técnica tan voraz algunos capítulos me los he ventilado en segundos, claro. Y para terminar todo el rollo alegórico de rechazo a la madurez, bla, bla, que se supone leitmotiv de la novela no me ha dejado el más mínimo poso. Ni lo he reconocido, ni tiene nada que ver conmigo, ni lo comparto, ni lo soporto. O tal vez el autor ha conseguido que no lo soporte, vete tú a saber. Agradezo a Witold Gombrowicz, eso sí, que en el prólogo que acompaña a la edición en castellano haya tenido a bien explicarnos de qué narices va la cosa. Así, aunque yo no haya comprendido nada, podré decir algo mínimamente serio cuando surja la ocasión.
¿Para qué extenderme más? De donde no hay, no se puede sacar (aplíquese esta última frase a discreción). Más reseñas de esta ¿novela? en El Lamento de Portnoy, donde se resumen con el contundente 'obra maestra'; en Lecturas errantes, con un análisis muy elaborado y sustancioso que yo, dicho lo dicho, tampoco llego a soportar; y para finalizar en Condonumbilical, donde el 'sí pero no' que titula el post dedicado a este clásico da bastantes pistas de por dónde va la opinión del redactor del blog. Que conste que a mí este último me deja un poco más tranquilo.
¿Para qué extenderme más? De donde no hay, no se puede sacar (aplíquese esta última frase a discreción). Más reseñas de esta ¿novela? en El Lamento de Portnoy, donde se resumen con el contundente 'obra maestra'; en Lecturas errantes, con un análisis muy elaborado y sustancioso que yo, dicho lo dicho, tampoco llego a soportar; y para finalizar en Condonumbilical, donde el 'sí pero no' que titula el post dedicado a este clásico da bastantes pistas de por dónde va la opinión del redactor del blog. Que conste que a mí este último me deja un poco más tranquilo.
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*Witold Gombrowicz,
Novela
4 feb 2014
El Templo del Alba - Yukio Mishima
Disperso. Así está Yukio Mishima en El Templo del Alba, la tercera entrega de la tetralogía 'El Mar de la Fertilidad'. Me temo que no voy a poder decir gran cosa del libro. Bueno sí, está lleno de esas imágenes suyas tan poderosas y elegantes a la vez, sutiles como la brisa de comienzos de verano impregnada del aroma de las agujas del cedro japonés, a las que mece dulcemente de igual forma que dos amantes se acarician al despertar tras el merecido descanso que sigue al éxtasis carnal.
Bueno, a lo que voy que por lo que se ve a mi también me está constando centrarme. Esta tercera parte sigue narrando la vida de Shigekuni Honda, esta vez en el periodo que abarca desde finales de los 1930s y hasta principios de los 1950s. Nuestro protagonista, que ya dejó la judicatura en el volumen anterior, se ha transformado en reputado especialista en derecho internacional y nos encontramos con él en Thailandia, donde se va a topar con una princesa de 6 años que dice ser la reencarnación de un joven japonés que no puede ser otro que, evidentemente, su gran amigo Kiyoaki Matsugae. Al margen de esta línea argumental de obsesión de Honda con la princesa Ying Chan, que se toma y abandona a placer, en mi humilde opinión a la trama le falta cohesión. Durante capítulos y capítulos asistimos a lo que parece ser un ensayo sobre las diferentes teorías sobre reencarnación desde las variadas escuelas budistas de los países en donde esta religión tiene fuerte presencia (China, Japón, La India, Thailandia, etc.). Admito que hay ideas muy potentes en los conceptos que se manejan durante la exposición, pero sinceramente, no veo la necesidad de entrar en tantísima profundidad en ellos. Una vez finalizan estos capítulos, la trama vuelve a centrarse en la vida de Honda, quien tras la II Guerra mundial se ha convertido en un prejubilado rico y ocioso de cincuenta y muchos años. Hay un cierto interés en mostrar la decadencia, decrepitud y patetismo de su vejez (no en vano está completamente enamorado de la princesa, quien con 19 años se ha trasladado a estudiar a Japón). De igual forma su entorno más cercano es un grupo de lo más variopinto formado por individuos de comportamiento obtuso y retorcido, con personajes nuevos y alguno retomado de volumenes anteriores.
De nuevo el contexto histórico, esta vez centrado en torno a la II Guerra Mundial y la postguerra con la ocupación americana, está perfectamente imbricado en la trama. No obstante en esta ocasión se le da bastante poca importancia, se maneja superficialmente, como un simple marco de referencia. El libro se cierra con una par de golpes de efecto totalmente imprevistos que hacen que la novela resulte aún menos interesante. En definitiva, una verdadera lástima. Supongo que ya que me lo he propuesto, leeré la última parte dentro de algunos meses. Cruzo los dedos para que La Corrupción de un Ángel tenga algo más de gancho. Tenéis una reseña muy interesante en Ni un solo Libro, pero me temo que la novela tampoco sale muy bien parada.
Bueno, a lo que voy que por lo que se ve a mi también me está constando centrarme. Esta tercera parte sigue narrando la vida de Shigekuni Honda, esta vez en el periodo que abarca desde finales de los 1930s y hasta principios de los 1950s. Nuestro protagonista, que ya dejó la judicatura en el volumen anterior, se ha transformado en reputado especialista en derecho internacional y nos encontramos con él en Thailandia, donde se va a topar con una princesa de 6 años que dice ser la reencarnación de un joven japonés que no puede ser otro que, evidentemente, su gran amigo Kiyoaki Matsugae. Al margen de esta línea argumental de obsesión de Honda con la princesa Ying Chan, que se toma y abandona a placer, en mi humilde opinión a la trama le falta cohesión. Durante capítulos y capítulos asistimos a lo que parece ser un ensayo sobre las diferentes teorías sobre reencarnación desde las variadas escuelas budistas de los países en donde esta religión tiene fuerte presencia (China, Japón, La India, Thailandia, etc.). Admito que hay ideas muy potentes en los conceptos que se manejan durante la exposición, pero sinceramente, no veo la necesidad de entrar en tantísima profundidad en ellos. Una vez finalizan estos capítulos, la trama vuelve a centrarse en la vida de Honda, quien tras la II Guerra mundial se ha convertido en un prejubilado rico y ocioso de cincuenta y muchos años. Hay un cierto interés en mostrar la decadencia, decrepitud y patetismo de su vejez (no en vano está completamente enamorado de la princesa, quien con 19 años se ha trasladado a estudiar a Japón). De igual forma su entorno más cercano es un grupo de lo más variopinto formado por individuos de comportamiento obtuso y retorcido, con personajes nuevos y alguno retomado de volumenes anteriores.
De nuevo el contexto histórico, esta vez centrado en torno a la II Guerra Mundial y la postguerra con la ocupación americana, está perfectamente imbricado en la trama. No obstante en esta ocasión se le da bastante poca importancia, se maneja superficialmente, como un simple marco de referencia. El libro se cierra con una par de golpes de efecto totalmente imprevistos que hacen que la novela resulte aún menos interesante. En definitiva, una verdadera lástima. Supongo que ya que me lo he propuesto, leeré la última parte dentro de algunos meses. Cruzo los dedos para que La Corrupción de un Ángel tenga algo más de gancho. Tenéis una reseña muy interesante en Ni un solo Libro, pero me temo que la novela tampoco sale muy bien parada.
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