Hace ya unos días que terminé de leer Middlemarch. Me ha dejado tan agotado que ningún momento me ha parecido adecuado para escribir la correspondiente reseña, así que con la clara intención de quitármela de en medio ha resultado esto que os disponéis a leer. Y no es que no me haya gustado, al contrario, prueba de ello es que he estado casi dos semanas en plan hormiguita dando cuenta de ella un buen rato todos los días. Pero también tenemos que reconocer que los gustos cambian con los tiempos y no se puede negar que estamos ante una novela decimonónica arquetípica de desarrollo lineal, personajes y acciones realistas, sobreabundancia de explicaciones y marcada intención didáctica. Y que no se nos olvide: casi 900 páginas en la edición de Alba. Conste que George Eliot domina a la perfección la narración y tiene una habilidad extraordinaria para diseccionar el comportamiento humano, regalándonos unos análisis y unos símiles muy agudos. De hecho podría decirse que estamos ante un compendio exhaustivo de los actos y pensamientos que nos caracterizan como especie, despreciables en su mayoría y nobles solo en contadísimas ocasiones. Además el personaje principal, la joven Dorothea Casaubon (de soltera Brooke), es una proyección de las ideas progresistas de la autora, ya que ansía un conocimiento y una libertad de acción que estaban vedadas a la mujer en aquellos días. Pero, pero, pero, a pesar de todos los aspectos positivos, son casi 900 páginas que a mí me han parecido algo folletinescas. Problemas en los matrimonios por un lado, tejemanejes de solteros para conquistar a sus amadas y a sus padres por otro, las dificultades para salir adelante de éstos y aquéllos, las fortunas amasadas por medios poco íntegros de alguno, los chantajes de personajes recuperados de un pasado oscuro, los cotilleos de provincias, las mansiones, etc. etc.
La BBC preguntó a 80 y pico críticos de fuera de UK cuál consideraban que era la mejor novela británica de todos los tiempos y eligieron ésta. Yo desde luego no soy ningún especialista y no he leído ni la mitad de la mitad de la mitad de lo que debería haber leído para tener criterio, pero sí puedo decir que Tristram Shandy me parece mucho más moderna, divertida e innovadora, todo ello habiendo sido escrita más de un siglo antes. Y ni siquiera aparece en esa lista con las 25 mejores.
Por cierto, si queréis haceros una idea de la trama y además conocer otra opinión, os recomiendo la reseña de En la ciudad sin cines. Es todo lo precisa y cabal que a mí me habría gustado hacer ésta, pero lo que estáis terminando de leer es prueba fehaciente de que no me han quedado fuerzas.
30 mar 2022
17 mar 2022
Para comerte mejor - Giovanna Rivero
Hay once relatos cortos en Para comerte mejor. De una manera u otra todos tocan algún género fantástico (terror y ciencia-ficción), lo que pasa es que Giovanna Rivero es tan sutil dando pistas y tan parca a la hora de dejar entrever algún dato al que agarrarse que en la mayoría de los casos he terminado los cuentos sin saber muy bien de qué van. Yo estoy tan a favor como el que más de que las narraciones no estén mascadas y que el lector tenga que poner de su parte para entrever qué ocurre en base de las pistas que nos deja el escritor. Pero es que en este tomo lo que parece más bien es que la autora boliviana se ha ido por las ramas, con una prosa etérea y evocadora que no está mal pero que no sustenta las historias. Todo lo más, en un buen número de cuentos he detectado cierto interés en la maternidad y sus problemas asociados, pero esto también es más o menos transversal y no da solidez a lo que cuenta. Os dejo los títulos a continuación.
- De tu misma especie
- Humo
- La piedra y la flauta
- Los dos nombres de Saulo
- Kè Fènwa
- Yucu
- Pasó como un espíritu
- Regreso
- El hombre de la Pierna
- En el bosque
- Albúmina
Ha sido una lectura bastante insustancial y prescindible, de hecho apenas un par de días después de terminarla no recuerdo gran cosa de los cuentos. La excepción son 'Yucu', que es una historia de vampirismo bastante chula, pero por desgracia Rivero aprovecha para mostrar hostilidad gratuita al veganismo (sin venir a cuento y solo por ridiculizar a los veganos, ¡qué feo está eso, Giovanna!), y 'Pasó como un espíritu' y 'Regreso', ambos ambientados en un mismo escenario 5 siglos en el futuro y donde se plantean ideas muy interesantes que lamentablemente no van a más. Diría que es un libro para olvidar si no fuera porque ya no me acuerdo de casi nada de lo que contiene. Todo lo contrario que 98 segundos sin sombra, que sigo recomendando cada vez que tengo ocasión.
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_Bolivia,
*Giovanna Rivero,
Fantástica,
Relatos cortos
13 mar 2022
Progenie - Susana Martín Gijón
Sevilla en pleno verano, o sea: mucho, mucho calor. La policía con el personal bajo mínimos por vacaciones y se produce un asesinato mediático: una mujer muere atropellada, el atropello resulta ser intencionado (la aplastaron dos veces) y la encuentran con un chupete en la boca. La inspectora Camino Vargas, jefa del Grupo de Homicidios, se encarga de caso junto con su equipo. Todo apunta a un asesinato machista a manos de su ex-pareja, pero en pocos días aparecen dos mujeres más asesinadas con elementos propios de bebés situados en la escena: un babero la segunda, patitos de goma la tercera. Y las tres estaban embarazadas. Así que resulta urgente resolver el crimen para evitar que el pánico cunda en la ciudad.
Novelas como Progenie son las culpables de que el género negro no se encuentre entre mis favoritos. No recuerdo haber leído nada tan infame en años. Es tan mala, tan cutre y tan ridícula que la indignación trasciende el hecho de que sea una novela negra, porque hay ejemplos de sobra de novelas criminales que son obras de arte. Pero esto que ha escrito Susana Martín Gijón es una auténtica tomadura de pelo. Me cuesta creer que un sello como Alfaguara lo haya publicado porque a nivel narrativo no vale ni el precio del papel en que está impresa. Así que me da que pensar que se trata de una estrategia comercial que claramente pretende aprovecharse del tirón que este género ha tenido en los últimos años, con el extra además de estar escrita por una mujer y tocar un buen montón de temas actuales de gran calado social.
La novela se desarrolla en torno al derecho de la mujer a tener y criar a un hijo por sí sola, sin participación ni injerencia de un hombre. En realidad este es el único aspecto reivindicativo que tiene justificación en la trama, y como era de esperar se aprovecha para incorporar varias soflamas feministas que no por ser ciertas resultan creíbles dentro del hilo narrativo. Sobre esta idea de maternidad hay un giro final que resuelve el caso que es de lo poco que salvaría de la historia si tuviera intención de salvar algo. La violencia machista es el segundo gran elemento que articula la acción, otra gran preocupación social que por desgracia llena los telediarios de noticias dramáticas y que también resulta coherente en la historia. Pero no contenta con estas dos reivindicaciones/denuncias, Martín Gijón introduce varios personajes accesorios e innecesarios en la trama a los que dota de características que traen cuestiones varias a la palestra: hombres gays en el armario; hombres gays fuera del armario; un matrimonio de lesbianas que quieren tener un hijo; la endogamia en el mundillo literario; el círculo vicioso pobreza-marginación-violencia, ¿se puede romper?; enfermedades raras; etc. Al final el libro habla de tantas cosas en tan poco espacio que nada de lo que cuenta resulta verosímil. El refranero español ya lo avisa: quien mucho abarca, poco aprieta.
Y luego tenemos a los personajes principales, todos ellos construidos sobre los clichés habituales del género. Hay divorciados que tienen mala relación con su ex-mujer y no saben cómo relacionarse con sus hijos; personajes casados con matrimonios en crisis; personajes casados con matrimonios de larga duración que ponen un contrapunto divertido y entrañable; personajes que tienen aventuras sexuales en el trabajo; y por fin, la inspectora Camino Vargas, sin duda uno de los personajes más desagradables con que me he topado en mucho tiempo. Ojo, que no digo que no puedan existir protagonistas que sean cargantes y de carácter arisco, ¡faltaría más! Pero nada de lo que llegamos a saber de la inspectora sugiere ni un motivo para explicar esa personalidad tan misántropa y con esa moral tan laxa que le permite saltarse todas las leyes de cara a resolver un caso. ¿Había comentado ya lo de los clichés? En realidad otro de los grandes problemas del libro es que los personajes pecan de una falta de verosimilitud absoluta. ¡Es que ni siquiera un gato que aparece a mitad del texto es creíble! Un gato que se deja coger por un desconocido que lo saca de su casa, un gato que andarea despreocupado por una oficina repleta de gente extraña, todo bastante inconceible si tenemos en cuenta el comportamiento habitual de estos felinos. Dudo mucho que Martín Gijón haya convivido con un gato en toda su vida.
A todos estos problemas de construcción de la acción y los personajes se suma una acción trepidante y sin descanso sustentada por una prosa como de redacción de escolar de primaria. Todo muy descriptivo y explicativo, muy mascado para que no perdamos el hilo. De verdad que no doy crédito, pero no contenta con una novela, la autora sevillana ya ha terminado una trilogía protagonizada por esta inspectora. Tenía cierto interés en leer la segunda entrega, Especie, que parece que tiene un trasfondo animalista. Visto el resultado con la primera, dudo mucho que llegue a hacerlo.
Novelas como Progenie son las culpables de que el género negro no se encuentre entre mis favoritos. No recuerdo haber leído nada tan infame en años. Es tan mala, tan cutre y tan ridícula que la indignación trasciende el hecho de que sea una novela negra, porque hay ejemplos de sobra de novelas criminales que son obras de arte. Pero esto que ha escrito Susana Martín Gijón es una auténtica tomadura de pelo. Me cuesta creer que un sello como Alfaguara lo haya publicado porque a nivel narrativo no vale ni el precio del papel en que está impresa. Así que me da que pensar que se trata de una estrategia comercial que claramente pretende aprovecharse del tirón que este género ha tenido en los últimos años, con el extra además de estar escrita por una mujer y tocar un buen montón de temas actuales de gran calado social.
La novela se desarrolla en torno al derecho de la mujer a tener y criar a un hijo por sí sola, sin participación ni injerencia de un hombre. En realidad este es el único aspecto reivindicativo que tiene justificación en la trama, y como era de esperar se aprovecha para incorporar varias soflamas feministas que no por ser ciertas resultan creíbles dentro del hilo narrativo. Sobre esta idea de maternidad hay un giro final que resuelve el caso que es de lo poco que salvaría de la historia si tuviera intención de salvar algo. La violencia machista es el segundo gran elemento que articula la acción, otra gran preocupación social que por desgracia llena los telediarios de noticias dramáticas y que también resulta coherente en la historia. Pero no contenta con estas dos reivindicaciones/denuncias, Martín Gijón introduce varios personajes accesorios e innecesarios en la trama a los que dota de características que traen cuestiones varias a la palestra: hombres gays en el armario; hombres gays fuera del armario; un matrimonio de lesbianas que quieren tener un hijo; la endogamia en el mundillo literario; el círculo vicioso pobreza-marginación-violencia, ¿se puede romper?; enfermedades raras; etc. Al final el libro habla de tantas cosas en tan poco espacio que nada de lo que cuenta resulta verosímil. El refranero español ya lo avisa: quien mucho abarca, poco aprieta.
Y luego tenemos a los personajes principales, todos ellos construidos sobre los clichés habituales del género. Hay divorciados que tienen mala relación con su ex-mujer y no saben cómo relacionarse con sus hijos; personajes casados con matrimonios en crisis; personajes casados con matrimonios de larga duración que ponen un contrapunto divertido y entrañable; personajes que tienen aventuras sexuales en el trabajo; y por fin, la inspectora Camino Vargas, sin duda uno de los personajes más desagradables con que me he topado en mucho tiempo. Ojo, que no digo que no puedan existir protagonistas que sean cargantes y de carácter arisco, ¡faltaría más! Pero nada de lo que llegamos a saber de la inspectora sugiere ni un motivo para explicar esa personalidad tan misántropa y con esa moral tan laxa que le permite saltarse todas las leyes de cara a resolver un caso. ¿Había comentado ya lo de los clichés? En realidad otro de los grandes problemas del libro es que los personajes pecan de una falta de verosimilitud absoluta. ¡Es que ni siquiera un gato que aparece a mitad del texto es creíble! Un gato que se deja coger por un desconocido que lo saca de su casa, un gato que andarea despreocupado por una oficina repleta de gente extraña, todo bastante inconceible si tenemos en cuenta el comportamiento habitual de estos felinos. Dudo mucho que Martín Gijón haya convivido con un gato en toda su vida.
A todos estos problemas de construcción de la acción y los personajes se suma una acción trepidante y sin descanso sustentada por una prosa como de redacción de escolar de primaria. Todo muy descriptivo y explicativo, muy mascado para que no perdamos el hilo. De verdad que no doy crédito, pero no contenta con una novela, la autora sevillana ya ha terminado una trilogía protagonizada por esta inspectora. Tenía cierto interés en leer la segunda entrega, Especie, que parece que tiene un trasfondo animalista. Visto el resultado con la primera, dudo mucho que llegue a hacerlo.
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_España,
*Susana Martín Gijón,
Krimi,
Novela
9 mar 2022
Las malas - Camila Sosa Villada
Cuando llegó a Córdoba (Argentina) a comenzar sus estudios universitarios, Camila Sosa Villada fue una noche a espiar a las travestis que se prostituían en el Parque Sarmiento. Bueno, no solo a espiar, sino también a prostituirse ella misma y a tratar de conocer a sus iguales. Porque Camila no era nueva en esto, de hecho había sido el maricón oficial de su pueblo, Mina Clavero. Peor incluso que maricón, porque además se vestía como una mujer sin serlo. Así que en la gran ciudad por fin podrá relacionarse con sus semejantes y crecer como persona, a pesar de todo el rechazo, marginación y violencia que las travestis se ven obligadas a sufrir.
Las malas es una novela de crecimiento algo fuera de lo habitual porque en esta ocasión somos testigos de la cruel entrada en el mundo de una mujer transexual. Palabra ésta, transexual, que si no me equivoco no aparece ni una sola vez en todo el libro, y que se sustituye principalmente por travesti y en ocasiones, maricón. Camila Sosa Villada tendrá sus motivos para que sea así, quizá podría ser que en los años en que trascurre la acción (principios de los 2000s por lo que se puede deducir), dicha palabra no era de uso habitual y sobre todo, tiene una connotación respetuosa que no es de esperar en el mundo de marginalidad y prostitución en que se mueven. De inspiración autobiográfica, la historia a que asistimos es devastadora. Siendo todavía un niño, la protagonista se tiene que enfrentar al odio de sus progenitories por ser amanerado y afeminado. No contentos con ello, su padre le augura la prostitución como única salida en la vida, algo que probablemente terminará llevándolo a una muerte violenta. Con tal grado de homofobia/transfobia en su hogar, no es de esperar menos por parte del resto de la sociedad
El texto alterna entre la experiencia de la autora en el entorno protector que logra encontrar con las travestis del Parque Sarmiento, y aventuras (casi todas desventuras en realidad) en las noches en que hace la calle. Como es de suponer, tanto ella como todas sus compañeras han sido despreciadas desde siempre por ser transexuales, así que su bagaje personal y emocional está totalmente destrozado y tienen pocas opciones, no ya de ser felices, sino de lograr algo de seguridad y estabilidad. Aun a pesar de sus propias desgracias, Sosa Villada es capaz de denunciar la crueldad con los animales como parte del marco de violencia que existe en la sociedad, así como el clasismo que percibe en travestis procedentes de la clase alta cordobesa, que se toman su realidad como un juego en el que participan a ratos protegidos por su status. Como particularidad algo destacable, hay ciertos elementos fantásticos que aproximan el texto al realismo mágico, normalizando personajes y hechos totalmente irreales en la narración.
No hay duda de que estamos ante una Bildungsroman donde la protagonista parece abocada al horror y el fracaso, pero igualmente se trata de un instrumento de denuncia contra la fobia al colectivo LGTBIQ+, y sin duda una herramienta terapéutica que permitió a su autora resistir el infierno al que se vio sometida. No voy a negar que hay algunos detalles menores en cuanto a fechas que no resisten un análisis riguroso, pero tampoco tienen mayor importancia y se pueden entender como licencias artísticas para conseguir un efecto más contundente en el discurso. En definitiva, se trata de una historia emotiva y terrible que nos trae la realidad de las transexuales sin ahorrarnos ni un detalle del repugnante trato que se les ha prestado históricamente.
Las malas es una novela de crecimiento algo fuera de lo habitual porque en esta ocasión somos testigos de la cruel entrada en el mundo de una mujer transexual. Palabra ésta, transexual, que si no me equivoco no aparece ni una sola vez en todo el libro, y que se sustituye principalmente por travesti y en ocasiones, maricón. Camila Sosa Villada tendrá sus motivos para que sea así, quizá podría ser que en los años en que trascurre la acción (principios de los 2000s por lo que se puede deducir), dicha palabra no era de uso habitual y sobre todo, tiene una connotación respetuosa que no es de esperar en el mundo de marginalidad y prostitución en que se mueven. De inspiración autobiográfica, la historia a que asistimos es devastadora. Siendo todavía un niño, la protagonista se tiene que enfrentar al odio de sus progenitories por ser amanerado y afeminado. No contentos con ello, su padre le augura la prostitución como única salida en la vida, algo que probablemente terminará llevándolo a una muerte violenta. Con tal grado de homofobia/transfobia en su hogar, no es de esperar menos por parte del resto de la sociedad
El texto alterna entre la experiencia de la autora en el entorno protector que logra encontrar con las travestis del Parque Sarmiento, y aventuras (casi todas desventuras en realidad) en las noches en que hace la calle. Como es de suponer, tanto ella como todas sus compañeras han sido despreciadas desde siempre por ser transexuales, así que su bagaje personal y emocional está totalmente destrozado y tienen pocas opciones, no ya de ser felices, sino de lograr algo de seguridad y estabilidad. Aun a pesar de sus propias desgracias, Sosa Villada es capaz de denunciar la crueldad con los animales como parte del marco de violencia que existe en la sociedad, así como el clasismo que percibe en travestis procedentes de la clase alta cordobesa, que se toman su realidad como un juego en el que participan a ratos protegidos por su status. Como particularidad algo destacable, hay ciertos elementos fantásticos que aproximan el texto al realismo mágico, normalizando personajes y hechos totalmente irreales en la narración.
No hay duda de que estamos ante una Bildungsroman donde la protagonista parece abocada al horror y el fracaso, pero igualmente se trata de un instrumento de denuncia contra la fobia al colectivo LGTBIQ+, y sin duda una herramienta terapéutica que permitió a su autora resistir el infierno al que se vio sometida. No voy a negar que hay algunos detalles menores en cuanto a fechas que no resisten un análisis riguroso, pero tampoco tienen mayor importancia y se pueden entender como licencias artísticas para conseguir un efecto más contundente en el discurso. En definitiva, se trata de una historia emotiva y terrible que nos trae la realidad de las transexuales sin ahorrarnos ni un detalle del repugnante trato que se les ha prestado históricamente.
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Novela
6 mar 2022
Guignol's band - Louis-Ferdinand Céline
Seiscientas cuarenta páginas. Esa es la extensión de la edición de Lumen que he leído de Guignol's Band. El tamaño de las páginas es generoso, no lo es tanto el del tipo de letra. Tampoco el interlineado desaprovecha mucho espacio. Acostumbrado a novelas en torno a las 300 páginas de media, he decir que me sentía un poco abrumado al empezar esta lectura por su densidad y volumen. Incluso en algún momento he tenido mis dudas sobre si iba a terminarla (os adelanto que así ha sido). Así que vamos a ver en qué ha consistido la experiencia recurriendo al formato de reseñas extendidas que estrené en 2020. De hecho la cosa ha cobrado tanta entidad que he decidido asignarles una nueva etiqueta: EP.
I. Antecedentes
Mi toma de contacto con la obra de Louis-Ferdinand Céline a principios de marzo de 2013 fue absolutamente asombrosa. Nunca había leído nada tan apasionado, tan inmediato, tan vertiginoso. Tanto es así que un mes después repetía con él y conocía a Ferdinand Bardamu, cuya historia finaliza en el libro que me ocupa hoy. La razón por que llegué a plantearme no terminar el libro es exactamente la misma que maravilló cuando lo conocí: el estilo tan particular de este autor. No es que no me guste la voracidad que transmite, la rabia que destila o la angustia tan vital y reconocible que proyecta. ¡Al contrario, me encanta! Es descarnada, sí, pero es honesta. El problema es que evoca exactamente las mismas sensaciones que las otras tres otras novelas suyas que he leído. ¿Que cambian los acontecimientos que se narran? Eso desde luego, pero al fin y al cabo el autor francés está repitiendo un modelo que le reportó notoriedad, pero que para mí ya ha perdido la chispa de novedad.
II. La trama
Un tribunal médico militar ha declarado inútil para el servicio a Ferdinand (Bardamu), a quien ya conocíamos de Viaje al fin de la noche y Muerte a crédito. Las heridas sufridas en la I Guerra Mundial le han dejado un brazo inservible, tiene metralla en la cabeza que le provoca migrañas diarias y acúfenos que apenas le dejan dormir, sufre caídas contínuamente debido a pérdidas del equilibrio. En definitiva se le ha reconocido una discapacidad del 80% con tan solo 22 años. Cuando sale del hospital se marcha a Londres. Allí entrará en contacto con los bajos fondos y el mundo de la prostitución de la mano de Cascade, un proxeneta francés pariente de un soldado al lado de quien Ferdinand combatió. La precariedad de la vida en esa gran ciudad, las malas relaciones y la inconsciencia e impetuosidad propia de la juventud le harán vivir experiencias arriesgadas, peligrosas y dementes.
III. Estilo
No me queda más remedio que repetir las características de su prosa, tal cual las señalaba en las reseñas de las otras obras suyas que he leído. Como mencionaba más arriba, no hay variación alguna: frases cortas separadas por puntos suspensivos, abuso de interjecciones llenas de imprecaciones; cero sofisticación sintáctica, que aun así es capaz de transmitir emociones complejas, contradictorias, absurdas, auténticas, reconocibles por todos nosotros; uso constante de insultos, groserías, lenguaje arrabalero y un argot con abundantísimos préstamos de caló.
IV. Análisis
Los hechos que se relatan se inspiran en la vida del autor, quien residió en Londres entre 1915-1916. El libro se divide en dos partes; es más, Céline tenía planes de escribir una tercera pero no llegó a hacerlo. En la primera asistimos a una serie de peripecias protagonizadas por Ferdinand y otros personajes del entorno de Cascade. Vividores, delincuentes, prostitutas, policías corruptos o incendiarios simpatizantes del anarquismo se lanzan a aventuras disparatas y cruentas que terminan convenciendo a nuestro hombre de la necesidad de alejarse de ese grupo tan poco recomendable. Es entonces cuando conoce a Sosthène, un aventurero cincuentón que le propone viajar al Tíbet en busca de una flor mística. Para financiar dicha expedición, en la segunda parte (titulada originalmente 'El puente de Londres'), ambos empezarán a trabajar en el desarrollo de máscaras de gas como ayudantes de un adinerado inventor inglés que quiere presentarse al concurso organizado por el Ministerio de Guerra para descubrir la máscara más segura y eficaz.
El nivel de violencia que se expone en esta novela supera con creces a lo que recuerdo de las anteriores entregas. Es verdad que las otras dos narraciones destilan mucha amargura, dolor, frustración y pena, y que los acontecimientos no son precisamente amables con Ferdinand en ninguna de ellas. Pero es que aquí asistimos a palizas, incendios provocados, atentados con explosivos, violaciones y asesinatos brutales sin descanso. Si a esto le sumamos toda la marginación, la pobreza, el hambre y la enfermedad que los rodea se concluye que no es una lectura agradable, por más que por momentos pueda resultar disparatada. De hecho hay varios episodios alucinatorios que aproximan el relato a lo fantástico, sin que en ningún momento Céline se ofrezca ni la más ligera pista del origen de los mismos (¿quizás otro problema más de salud del protagonista?). Esto hechos inexplicables se me han hecho basante pesados, lo reconozco, pero al final me he terminado acostumbrando al ritmo y el tono y no me ha supuesto ningún esfuerzo terminar de leer el libro. Además de fondo tenemos el propósito incansable del protagonista por obrar correctamente a pesar de su desdichas y de un entorno que lo lleva por el mal camino. Esa batalla está inclinada hacia el mal por todo el rencor que le guarda a la vida por lo mal que lo ha tratado. Pero al verse contra las cuerdas, surge una bondad brusca y repentina que no puede acallar. Y ese conflicto me resulta tremendamente adictivo.
V. Conclusión
Visto en restrospectiva, Viaje al fin de la noche me parece más que suficiente para aproximarse a la obra de Céline. Si no fuera porque en su momento me compré también 'Fantasía para otra ocasión' y 'Normance', no tengo del todo claro que volviera a leerlo.
VI. La edición de Lumen
Me compré la primera edición de Lumen, que es una auténtica maravilla. Sus buenos euros que pagué por ella en Iberlibro, aunque desde luego nada que ver con las tres cifras que se piden por las que hay a la venta en el momento de redactar esta reseña. A pesar de lo voluminoso de su tamaño es super cómoda de manejar. Viene repleta de información en las notas al pie de página, que por suerte aparecen en su justa medida para no cansar ni interrumpir la lectura a cada frase. Por un lado nos aclaran las refencias históricas que menciona el texto, y por otro nos revelan información de interés sobre Céline y su obra, ya sea para referenciar los otros dos tomos protagonizados por Ferdinand, o para revelar fallos y errores narrativos en ésta. Un trabajo bárbaro del ínclito Carlos Manzano que fue reconocido con el premio de traducción Ángel Crespo en 1998.
I. Antecedentes
Mi toma de contacto con la obra de Louis-Ferdinand Céline a principios de marzo de 2013 fue absolutamente asombrosa. Nunca había leído nada tan apasionado, tan inmediato, tan vertiginoso. Tanto es así que un mes después repetía con él y conocía a Ferdinand Bardamu, cuya historia finaliza en el libro que me ocupa hoy. La razón por que llegué a plantearme no terminar el libro es exactamente la misma que maravilló cuando lo conocí: el estilo tan particular de este autor. No es que no me guste la voracidad que transmite, la rabia que destila o la angustia tan vital y reconocible que proyecta. ¡Al contrario, me encanta! Es descarnada, sí, pero es honesta. El problema es que evoca exactamente las mismas sensaciones que las otras tres otras novelas suyas que he leído. ¿Que cambian los acontecimientos que se narran? Eso desde luego, pero al fin y al cabo el autor francés está repitiendo un modelo que le reportó notoriedad, pero que para mí ya ha perdido la chispa de novedad.
II. La trama
Un tribunal médico militar ha declarado inútil para el servicio a Ferdinand (Bardamu), a quien ya conocíamos de Viaje al fin de la noche y Muerte a crédito. Las heridas sufridas en la I Guerra Mundial le han dejado un brazo inservible, tiene metralla en la cabeza que le provoca migrañas diarias y acúfenos que apenas le dejan dormir, sufre caídas contínuamente debido a pérdidas del equilibrio. En definitiva se le ha reconocido una discapacidad del 80% con tan solo 22 años. Cuando sale del hospital se marcha a Londres. Allí entrará en contacto con los bajos fondos y el mundo de la prostitución de la mano de Cascade, un proxeneta francés pariente de un soldado al lado de quien Ferdinand combatió. La precariedad de la vida en esa gran ciudad, las malas relaciones y la inconsciencia e impetuosidad propia de la juventud le harán vivir experiencias arriesgadas, peligrosas y dementes.
III. Estilo
No me queda más remedio que repetir las características de su prosa, tal cual las señalaba en las reseñas de las otras obras suyas que he leído. Como mencionaba más arriba, no hay variación alguna: frases cortas separadas por puntos suspensivos, abuso de interjecciones llenas de imprecaciones; cero sofisticación sintáctica, que aun así es capaz de transmitir emociones complejas, contradictorias, absurdas, auténticas, reconocibles por todos nosotros; uso constante de insultos, groserías, lenguaje arrabalero y un argot con abundantísimos préstamos de caló.
IV. Análisis
Los hechos que se relatan se inspiran en la vida del autor, quien residió en Londres entre 1915-1916. El libro se divide en dos partes; es más, Céline tenía planes de escribir una tercera pero no llegó a hacerlo. En la primera asistimos a una serie de peripecias protagonizadas por Ferdinand y otros personajes del entorno de Cascade. Vividores, delincuentes, prostitutas, policías corruptos o incendiarios simpatizantes del anarquismo se lanzan a aventuras disparatas y cruentas que terminan convenciendo a nuestro hombre de la necesidad de alejarse de ese grupo tan poco recomendable. Es entonces cuando conoce a Sosthène, un aventurero cincuentón que le propone viajar al Tíbet en busca de una flor mística. Para financiar dicha expedición, en la segunda parte (titulada originalmente 'El puente de Londres'), ambos empezarán a trabajar en el desarrollo de máscaras de gas como ayudantes de un adinerado inventor inglés que quiere presentarse al concurso organizado por el Ministerio de Guerra para descubrir la máscara más segura y eficaz.
El nivel de violencia que se expone en esta novela supera con creces a lo que recuerdo de las anteriores entregas. Es verdad que las otras dos narraciones destilan mucha amargura, dolor, frustración y pena, y que los acontecimientos no son precisamente amables con Ferdinand en ninguna de ellas. Pero es que aquí asistimos a palizas, incendios provocados, atentados con explosivos, violaciones y asesinatos brutales sin descanso. Si a esto le sumamos toda la marginación, la pobreza, el hambre y la enfermedad que los rodea se concluye que no es una lectura agradable, por más que por momentos pueda resultar disparatada. De hecho hay varios episodios alucinatorios que aproximan el relato a lo fantástico, sin que en ningún momento Céline se ofrezca ni la más ligera pista del origen de los mismos (¿quizás otro problema más de salud del protagonista?). Esto hechos inexplicables se me han hecho basante pesados, lo reconozco, pero al final me he terminado acostumbrando al ritmo y el tono y no me ha supuesto ningún esfuerzo terminar de leer el libro. Además de fondo tenemos el propósito incansable del protagonista por obrar correctamente a pesar de su desdichas y de un entorno que lo lleva por el mal camino. Esa batalla está inclinada hacia el mal por todo el rencor que le guarda a la vida por lo mal que lo ha tratado. Pero al verse contra las cuerdas, surge una bondad brusca y repentina que no puede acallar. Y ese conflicto me resulta tremendamente adictivo.
V. Conclusión
Visto en restrospectiva, Viaje al fin de la noche me parece más que suficiente para aproximarse a la obra de Céline. Si no fuera porque en su momento me compré también 'Fantasía para otra ocasión' y 'Normance', no tengo del todo claro que volviera a leerlo.
VI. La edición de Lumen
Me compré la primera edición de Lumen, que es una auténtica maravilla. Sus buenos euros que pagué por ella en Iberlibro, aunque desde luego nada que ver con las tres cifras que se piden por las que hay a la venta en el momento de redactar esta reseña. A pesar de lo voluminoso de su tamaño es super cómoda de manejar. Viene repleta de información en las notas al pie de página, que por suerte aparecen en su justa medida para no cansar ni interrumpir la lectura a cada frase. Por un lado nos aclaran las refencias históricas que menciona el texto, y por otro nos revelan información de interés sobre Céline y su obra, ya sea para referenciar los otros dos tomos protagonizados por Ferdinand, o para revelar fallos y errores narrativos en ésta. Un trabajo bárbaro del ínclito Carlos Manzano que fue reconocido con el premio de traducción Ángel Crespo en 1998.
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