El Dr. h.c. Isaak Kohler es un conocido consejero cantonal y forma parte además de los consejos de administración de algunos trusts. Una tarde entra al restaurante «Du Théâtre» y se dirige hacia la mesa donde el profesor Adolf Winter está cenando. Le apunta con una pistola y dispara sin mediar palabra, acabando de esa forma con su vida. El crimen es presenciado por la multitud de comensales que abarrotaban el local. Él se marcha tranquilamente y pasadas unas horas se entrega a la policía. El fiscal Jämmerling se hace cargo del caso y consigue una condena ejemplarizante de 20 años en prisión para que no se diga que la justicia hace distinciones entre clases. Una vez en prisión Kohler se pone en contacto Felix Spät, un joven abogado que antes trabajaba para el mejor bufete de la ciudad. Le propone estudiar su caso partiendo de la base de que él no es el asesino de Winter. A pesar de que Spät sospecha que hay intenciones ocultas en tan extravagante petición, no le queda más remedio que aceptar porque su carrera como profesional independiente no termina de despuntar, y además de pagar una jugosa minuta, Kohler le va a recomendar a sus amigos. Así pues, con la ayuda de Lienhard, un investigador privado recomendado por el propio consejero, empezará a escribir un documento a medio camino entre un informe y un diario en donde recogerá todos sus descubrimientos que como colofón, provocarán que el convicto quede en libertad.
He leído tantas reseñas de obras de Friedrich Dürrenmatt en La esquina de ese círculo que cuando vi un libro suyo en {LQ} no me lo pensé ni un segundo. No podría haber elegido mejor toma de contacto con el escritor suizo, porque Justicia ha resultado ser una novela negra con una trama tremendamente original, ideada y desarrollada a la perfección. Puesto que al asesino lo conocemos desde las primeras páginas, el objetivo de la narracion no será desenmascararlo, sino más bien poner en evidencia un sistema judicial que permite que un criminal confeso quede en libertad. Por no hablar de la inmoralidad de una sociedad que ha construído y permite dicho modelo de justicia.
No hay apenas acción, algo que al menos yo agradezco, porque relatar un tiroteo o una persecución no me parece que aporte gran cosa. Sí que tenemos otros elementos habituales en el género que por suerte se tratan con tanto estilo y clase que no resultan clichés. Sin ir más lejos, el protagonista tiene problemas con el alcohol y se relaciona con los bajos fondos (chulos y prostitutas a quienes ofrece la mejor defensa posible). Por otro lado, a medida que la investigación avanza y la conducta del abogado se degrada, van apareciendo nuevos personajes que conforman una red de intereses económicos, sentimentales y personales que dan cuerpo a la historia. Es impresionante la habilidad del escritor suizo para ir aportando pistas que ayudan al lector a desenredar el supuesto lío que tenemos delante, ya que no es tal y solo lo aparenta porque nos faltan datos.
El texto que redacta el letrado en primera persona supone el 90% de la novela. No hay florituras ni excesos lingüísticos. La prosa es simple y directa, y aunque el texto es denso por la gran cantidad de información y reflexiones que hemos de asimilar, el ritmo es imparable y la lectura no se hace nada pesada. A esto ayudan puntuales incursiones humorísticas que relajan la tensión que se acumula. Mientras caían las páginas me ha resultado imposible no pensar en Homo faber de su compatriota Max Frisch, ya que estilísticamente comparten un tono objetivo, casi científico, que a mí personalmente me encanta. Por no hablar del cierre del informe de Spät, que me ha dejado tan entusiasmado como ya me ocurriera con el clásico de su paisano.
La acción transcurre a mediados de los 1950s, pero el libro concluye con un epílogo escrito por el propio autor en un capricho metaficcional que tiene lugar a mediados de los 1980s. Es cierto que esta breve sección final termina de mostrarnos el cuadro al completo. Las explicaciones son de agradecer, más aún cuando se han urdido tan magistralmente. Sin embargo he disfrutado tanto con los desgarrados padecimientos y descubrimientos de Spät que sinceramente, no me habría importado prescindir del carácter revelador del epílogo. Tenéis más reseñas de esta excelente obra en El hombre vivo y Tu nombre en la portada.
Un siglo en Urano
Hace 1 hora
2 comentarios:
Muy buena reseña, Cities. Me alegro de que mis comentarios te hayan servido a la hora de encontrar un buen libro. Yo llevo unos meses fascinado con todo lo que escribió este hombre. Hace un ratillo acabo de sacar otra reseña suya, vaya. De entre todo lo que he leído hay obras con más calidad y otras con menos, algunas más en sintonía con este tono científico que comentas y otras más vanguardistas. Creo que es especialmente bueno creando intriga, dándole al lector la información a cuentagotas, y manejando una ironía muy suiza. "Justicia" en concreto será de los pocos libros suyos que no he leído, aunque lo tengo en casa, así que ya te diré qué me parece en unas semanas.
@Lucas Despadas: Gracias a tí por descubrirmelo. No sé cuando repetiré pero algo más caerá antes o después.
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