Erika Kohut es una pianista frustrada cuya carrera como solista no despuntó y tuvo que dedicarse a la enseñanza de este instrumento. A sus treinta y muchos años nunca ha tenido una relación sentimental porque su castrante, controladora y posesiva madre se ha cuidado siempre muy bien de mantenerla alejada del mundo y centrada exclusivamente en su profesión. Sin embargo uno de sus alumnos más aventajados, Walter Klemmer, de veintipocos años, se enamora perdida y obsesivamente de ella. El desinterés de Erika en ceder a su conquista no hace sino reforzar sus ánimos. Madre e hija son conscientes de las intenciones del joven universitario, las cuales es obvio que la protagonista no podrá resistir eternamente.
Elfriede Jelinek nos ofrece en La pianista el retrato de una de las relaciones madre-hija más insanas y tóxicas que se hayan podido escribir nunca. No cabe duda de que la dinámica interpersonal de las familias tiene tendencia a ser difícil y complicada, pero lo que leemos en esta novela es una hipérbole patológica de lo perversas que pueden llegar a ser. El desarrollo como persona de la protagonista ha sido cercenado por su progenitora desde que era una cría. Su obsesión en que ella triunfe en el mundo de la interpretación musical no es sino una mezquina táctica de compensación psicológica ante su propio fracaso. El férreo dominio que realiza sobre la vida de su hija, anulando toda posibilidad de expresión de su verdadero ser, crea un monstruo incapaz de ser feliz cuya existencia se reduce a mil formas inimaginables de sufrimiento.
El día a día de Erika consiste en chantajes emocionales, humillaciones y abusos verbales y físicos procedentes de quien la naturaleza y la sociedad afirman que debería ser la persona que más habría de querernos. La frustración (no solo sexual, que también) de la pianista se manifiesta a través de la violencia, no solo hacia lo demás (alumos, compañeros de conservatorio, simples desconocidos) sino también hacia sí misma mediante la autoagresión. A esto se suman parafilias sexuales y comportamientos límite en entornos sociales marginales. Incursiones nocturnas en el Prater para practicar el voyeurismo, visitas a peep-shows o cines porno en los peores barrios de Viena y prácticas sadomasoquistas o de bondage parecen ser la única vía de escape al dolor de una vida cuyo goce le ha sido negado. Y naturalmente para lograr rascar una hora al día y poder llevarlas a cabo sin que su madre lo descubra no le queda más opción que mentir, engañar y manipular a su reducido entorno personal, provocando de esta manera una espiral de depravación moral de la que no hay salida posible.
Tengo este libro pendiente de leer desde hace años, pero las referencias a la brutalidad de la adaptación a la gran pantalla que Michael Haneke realizó en 2001 no eran de mucha ayuda. Es cierto que la historia narrada por la premio Nobel de 2004 es extremadamente dura y desesperanzadora. No obstante, no creo que sorprenda a quien sea conocedor de su obra. Para empezar tenemos la abyección que rodea a los Kohut: por si no fuera bastante con la dinámica enfermiza entre madre e hija, recluyeron al padre en un centro psiquiátrico para pacientes incurables. Sin duda este panorama atroz no es sino una crítica contumaz a la familia y a la hipocresía que existe en torno a la institución que se considera pilar básico de la sociedad contemporánea. Pero es que el matrimonio y en general todos los estamentos sociales, que consideran que el papel de la mujer ha de ser el de sumisión al hombre, no salen mucho mejor paradas, para qué nos vamos a engañar.
A pesar del estómago y buenas tragaderas que la trama exige al lector, la prosa de Jelinek es arrebatadora. Con frases cortas de una precisión intachable el texto va desgranando las miserias, desgracias y vilezas de Erika. El lenguaje es tremendamente crudo y soez cuando trata temas sexuales, algo a lo que ya nos debería tener acostumbrados. Sin embargo la redacción aséptica nos indica que la intención no es molestar o desagradar, sino más bien deslumbrarnos al mostrar la realidad de la protagonista sin eufemismos ni medias tintas. De todas formas, lo que sin duda alguna más me ha soprendido es que entre tanto horror aparecen con mucha frecuencia elementos humorísticos desde una desvergüenza incontestable. Enfrentando puntos de vista diametralmente opuestos, la autora austriaca combina reflexiones de alto nivel estético e intelectual con actos y deseos prosaicos y egoistas. El efecto final es como una bofetada que aturde al lector: por un lado resulta imposible no reconocer la belleza e inteligencia que destilan los primeros; por otro, sería deshonesto con nosotros mismos no admitir lo humanos y cercanos que nos resultan los segundos. En definitiva, una novela extraordinaria, muy arriesgada pero muy necesaria a la vez. Hará las delicias de todos aquellos aficionados a las vidas extremas y a la crítica social más descarnada. Lo que viene siendo marca de la casa, vaya. Podría seguir cantando más alabanzas de este libro, pero prefiero cerrar la reseña recomendándolo sin reservas. Tenéis más reseñas en Crítica de libros, Voz de mujer y El blog del cresta.
27 sept 2018
23 sept 2018
La tercera persona y otros relatos fantásticos - Henry James
Una vez leída esta pequeña recopilación de relatos cortos a cargo de Henry James, puedo afirmar con la autoridad (poca) que me permite el conocimiento de la misma (menos aún), que titular a este breve volumen La tercera persona y otros relatos fantásticos es lo que se viene denominando una desfachatez editorial. Mi propuesta, mucho más honesta con el lector, es que para futuras reediciones se cambie a 'La tercera persona, un relato fantástico, y otros tres relatos más'. Porque mira que hay que ser atrevido para intentar clasificar dentro de la temática fantástica a tres de los cuatro cuentos que incluye este breve volumen. Luis Magrinyà, traductor de los textos, avisa en el prólogo que dicha componente es en algunos de ellos, por decirlo de alguna manera, ligeramente transversal. Ya os digo yo que es tan transversal que apenas pasa rozando la esquina de alguna página suelta. Y eso en el mejor de los casos. Como solo son cuatro, hoy me voy a permitir el lujo de hacer un brevísimo resumen de la trama de todos ellos:
- Sir Dominick Ferrand. Un joven aspirante a novelista compra un escritorio en un anticuario. Por accidente descubre un compartimento secreto que oculta cartas personales de un prohombre del gobierno británico ya fallecido. Una joven viuda que vive en su misma casa de huéspedes se inquieta sobre las mismas y le pide que las destruya.
- Nona Vincent. Otro joven aspirante a escritor recibe el mecenazgo de una mujer casada muy bien situada y aficionada a las artes. Nuestro hombre escribe una obra de teatro, homónima del cuento. Tras dos años de intentonas en balde, su bienhechora convence a un empresario para que la represente, pero la primera actriz no parece estar a la altura del personaje.
- El mejor de los lugares. Reflexión sobre el estrés de la vida moderna y el verdadero valor de las cosas desde una experiencia onírica.
- La tercera persona. Cuento de fantasmas que se aparecen una casa de la costa sur de Inglaterra habitada por dos primas solteronas.
"Fraseaba los versos con su avariciosa dulzura, y Peter, ahí sentado, sujeto como entre dos planchas de terciopelo, palpitaba con la emoción, luego irrecuperable en su forma genuina, de un joven artista que asiste por primera vez a la «ejecución» de su obra: [...]"Ya solo el uso de verbos como 'fraseaba' o 'palpitaba' me provoca un rechazo tal que lo podría somatizar en forma de enormes pústulas con enanos asesinos dentro. Por no hablar de tanta pausa ilustrativa, tras la segunda ya no sé qué parte del discurso en concreto está ilustrando. Caso aparte es, precisamente, el único relato que cae sin reservas dentro del género fantástico. 'La tercera persona' es mucho más ligero y entretenido, con claros elementos humorísticos y costumbristas, y unos personajes entrañables. En fin, una experiencia totalmente decepcionante. Excepto el último mencionado, dudo mucho que esta selección de cuentos destaque dentro de la narrativa breve del autor norteamericano. Tenéis más reseñas en Saltus Altus y Libros de Cíbola. Como era de esperar, ninguno de los dos le chista a un escritor tan ínclito.
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19 sept 2018
El expediente H. - Ismaíl Kadaré
Estamos a principios de los años 1930s. Max Roth y Willy Norton son dos jóvenes filólogos irlandeses residentes en Nueva York y expertos en Homero. Cuando descubren que en Albania todavía existen vestigios de una epopeya de transmisión oral, deciden emprender un viaje para realizar una investigación sobre el terreno antes de que sea demasiado tarde y desapararezca. Para ello se instalarán en la Posada del Cráneo del Búfalo, una remota fonda situada en las proximidades de la provinciana ciudad de N. Los orígenes de la misma se remontan a la Edad Media y ha sido tradicionalmente un punto de encuentro de los bardos montañeses que mantienen vivos los grandes poémas épicos. Sin embargo el gobierno albanés tiene dudas respecto a sus verdaderas intenciones, así que ordenará al subprefecto de N. que los vigile de cerca. La conmoción que causará la llegada de los extranjeros a la región causará un revuelo que irá mucho más allá de lo meramente académico.
Empecé a leer El expediente H. sin tener ni la más remota idea de a qué me enfrentaba. Pensaba que iba a ser una novela de corte kafkiano por dos motivos muy simples. Por un lado mi único contacto hasta el momento con Ismaíl Kadaré había sido El Palacio de los sueños, volumen al que aplica ese adjetivo con toda propiedad. Por otro, lo poco revelador del título y su transfondo burocrático le hacían a mis absurdos ojos, merecedor de dicho calificativo sin el menor género de dudas. Naturalmente estaba completamente equivocado: se trata de una obra que a nivel temático es bastante inclasificable, pues mezcla géneros que van desde el ensayo novelado a la novela histórica, con un aderezo de intriga política y también romántica. No cabe duda de que el gran peso de la acción recae en el estudio que los dos filólogos van a realizar sobre la poesía tradicional albanesa de tradición oral y características épicas. Según la entrada de este libro en la Wikipedia, Kadaré se inspiró en los viajes que Milman Parry y Albert Lord realizaron a los Balcanes en 1933 para estudiar las epopeyas de tradición oral serbia, con las cuales las albanesas rivalizan en cuanto a antiguedad. Sin embargo a este tema principal y para aligerar el desarrollo se superponen capas de trama política (espionaje, rivalidad nacionalista con los serbocroatas, etc.) y una aventura amorosa que la mujer del subprefecto intentará inciar con uno de los eruditos.
Me resulta difícil de creer que una novela que trata un tema completamente alejado de lo que en principio son mis gustos habituales me haya resultado tan, tan interesante. Haciendo memoria creo recordar en que El Palacio de los sueños también aparecían breves pinceladas acerca de los grandes poemas épicos balcánicos. Es obvio que se trata de una cuestión de orgullo nacional que se deja notar en esta obra con bastante claridad, pues los protagonistas no dudan de que los albaneses sean quienes originaron las epopeyas, de las cuales las serbocroatas son copias. Sin embargo Kadaré se muestra tremendamente hábil al incorporar subtramas que aportan entretenimiento puro y duro (de hecho hay muchos elementos humorísticos en los informes de los espías), con lo cual nos hace partícipes de la realidad global que rodea la investigación, que por supuesto van más allá de los aspectos de filología y folklore. Gran mérito de que el texto sea súper absorbente se debe a la prosa del autor albanés, y lógicamente también al espléndido trabajo de traducción. Todas las frases, párrafos y capítulos están perfectamente elaborados, de tal forma que el contenido se asimila con una facilidad tal que uno llega a imaginarse que lo está pensando el propio lector. No hay una palabra de más ni una de menos en todo el libro. Además se incluyen elementos en diferentes formatos (entradas a diarios, informes oficiales, etc.), que aportan variedad y hacen la lectura todavía más ágil. En definitiva, una verdadera y agradable sorpresa que me ha parecido interesante y entretenida a más no poder. Tenéis más reseñas en La Kadaria, La página de Pep Bruno y Por qué no leer. Si sólo vais a leer una, que sea la primera que enlazo.
Empecé a leer El expediente H. sin tener ni la más remota idea de a qué me enfrentaba. Pensaba que iba a ser una novela de corte kafkiano por dos motivos muy simples. Por un lado mi único contacto hasta el momento con Ismaíl Kadaré había sido El Palacio de los sueños, volumen al que aplica ese adjetivo con toda propiedad. Por otro, lo poco revelador del título y su transfondo burocrático le hacían a mis absurdos ojos, merecedor de dicho calificativo sin el menor género de dudas. Naturalmente estaba completamente equivocado: se trata de una obra que a nivel temático es bastante inclasificable, pues mezcla géneros que van desde el ensayo novelado a la novela histórica, con un aderezo de intriga política y también romántica. No cabe duda de que el gran peso de la acción recae en el estudio que los dos filólogos van a realizar sobre la poesía tradicional albanesa de tradición oral y características épicas. Según la entrada de este libro en la Wikipedia, Kadaré se inspiró en los viajes que Milman Parry y Albert Lord realizaron a los Balcanes en 1933 para estudiar las epopeyas de tradición oral serbia, con las cuales las albanesas rivalizan en cuanto a antiguedad. Sin embargo a este tema principal y para aligerar el desarrollo se superponen capas de trama política (espionaje, rivalidad nacionalista con los serbocroatas, etc.) y una aventura amorosa que la mujer del subprefecto intentará inciar con uno de los eruditos.
Me resulta difícil de creer que una novela que trata un tema completamente alejado de lo que en principio son mis gustos habituales me haya resultado tan, tan interesante. Haciendo memoria creo recordar en que El Palacio de los sueños también aparecían breves pinceladas acerca de los grandes poemas épicos balcánicos. Es obvio que se trata de una cuestión de orgullo nacional que se deja notar en esta obra con bastante claridad, pues los protagonistas no dudan de que los albaneses sean quienes originaron las epopeyas, de las cuales las serbocroatas son copias. Sin embargo Kadaré se muestra tremendamente hábil al incorporar subtramas que aportan entretenimiento puro y duro (de hecho hay muchos elementos humorísticos en los informes de los espías), con lo cual nos hace partícipes de la realidad global que rodea la investigación, que por supuesto van más allá de los aspectos de filología y folklore. Gran mérito de que el texto sea súper absorbente se debe a la prosa del autor albanés, y lógicamente también al espléndido trabajo de traducción. Todas las frases, párrafos y capítulos están perfectamente elaborados, de tal forma que el contenido se asimila con una facilidad tal que uno llega a imaginarse que lo está pensando el propio lector. No hay una palabra de más ni una de menos en todo el libro. Además se incluyen elementos en diferentes formatos (entradas a diarios, informes oficiales, etc.), que aportan variedad y hacen la lectura todavía más ágil. En definitiva, una verdadera y agradable sorpresa que me ha parecido interesante y entretenida a más no poder. Tenéis más reseñas en La Kadaria, La página de Pep Bruno y Por qué no leer. Si sólo vais a leer una, que sea la primera que enlazo.
16 sept 2018
Remains - Steve Niles y Kieron Dwyer
La recién elegida presidenta de los EEUU propone un desarme nuclear unilateral que es apoyado e imitado por todas las naciones con arsenal atómico. El día en que por fin se van a inutilizar todo el armamento ocurre un suceso inesperado que provoca la detonación descontrolada de todas las cabezas nucleares. Así que la humanidad se va al garete. Solo unas pocas personas logran sobrevivir y el resto se transforman en zombies debido a una tecnología especial que se iba a emplear para inutilizar la radiactividad. Entre los primeros están Tom Bennet y Tori, que en el momento de la deflagración estaban drogándose y follando en la caja fuerte del casino de Reno (Nevada), en que trabajaban. Él era crupier y ella camarera y streaper ocasional. Tuvieron sexo en esa sola ocasión, quizás por aburrimiento o por el estímulo adicional de la coca, porque Tom nunca le había caído bien a Tori, y ella se lo había dejado bien claro desde el primer momento. Sin embargo tras el desastre se verán forzados a convivir juntos y a colaborar por su superviviencia en una ciudad atestada de muertos vivientes deseosos de devorar sus carnes frescas. Por si esa situación no fuera suficientemente intolerable, las cosas empezarán a complicarse cuando detecten que los no-vivos están empezando a actuar con lo que parece ser cierto nivel de inteligencia. Y a cada día que pasa, la desarrollan un poco más.
«¡Oh, no! ¡Otra vez zombies!», diréis. Pues esa misma actitud recelosa tenía yo al empezar Remains, un poco ya harto de una temática que lleva saturándonos desde hace más de 15 años. Y no podía haber elegido peor ocasión para hacerlo, la verdad. Aun siendo una historia de terror en un mundo postapocalíptico plagado de zombies, por encima de eso estamos ante un relato de convivencia entre dos personas que no se soportan y se ven obligadas a cooperar para mantenerse vivos en el más absoluto aislamiento y en un entorno terriblemente hostil. ¡Anda que no me gusta a mí que las miserias humanas queden al descubierto! Considerando la brevedad habitual de este formato (el volumen se fulmina en 30 minutos escasos), creo que es toda una proeza conseguir que te olvides del trasfondo de horror y una vez terminado, la idea que persiste en tu cabeza sea la dificultad de la convivencia.
El guión correa a cargo de Steve Niles, quien empieza a ser todo un habitual en este blog. Hasta el momento no se puede decir que sus tramas me hayan parecido especialmente originales, pero desde luego hoy no puedo decir lo mismo. Del apartado gráfico se encarga Kieron Dwyer, quien tiene un estilo poco pulido intencionadamente. Casi se diría que los dibujos en realidad son bocetos, borradores previos de las viñetas definitivas que no llegaron a realizarse. Su gran dominio a la hora de plasmar los paisajes, las perspectivas o las escenas de acción contrasta con unos trazos y unos colores que parecen terminados a toda prisa y sin interés. Que evidentemente no es el caso. Como ocurriera con Ben Templesmith en Manchada de sangre, a Dwyer no le tiembla el pulso a la hora de aplicar técnicas de postprocesado digital para manipular sus imágenes. Por ejemplo el efecto de desdenfocado que aplica a las viñetas con explosiones para darles realismo es convincente a más no poder.
Resumiendo, un cómic muy entretenido y bien planteado que me ha pillado totalmente desprevenido. Me he tenido que tragar una píldora de humildad por prejuzgarlo tan erróneamente antes de ni siquiera abrirlo. Por cierto, hay una adaptación homónima a la gran pantalla (Colin Theys, 2011). Lástima que la puntuación que recibe en las webs habituales no augure nada bueno de la película. Para otras opiniones podéis leer la entrada que le dedican en De fan a fan.
«¡Oh, no! ¡Otra vez zombies!», diréis. Pues esa misma actitud recelosa tenía yo al empezar Remains, un poco ya harto de una temática que lleva saturándonos desde hace más de 15 años. Y no podía haber elegido peor ocasión para hacerlo, la verdad. Aun siendo una historia de terror en un mundo postapocalíptico plagado de zombies, por encima de eso estamos ante un relato de convivencia entre dos personas que no se soportan y se ven obligadas a cooperar para mantenerse vivos en el más absoluto aislamiento y en un entorno terriblemente hostil. ¡Anda que no me gusta a mí que las miserias humanas queden al descubierto! Considerando la brevedad habitual de este formato (el volumen se fulmina en 30 minutos escasos), creo que es toda una proeza conseguir que te olvides del trasfondo de horror y una vez terminado, la idea que persiste en tu cabeza sea la dificultad de la convivencia.
El guión correa a cargo de Steve Niles, quien empieza a ser todo un habitual en este blog. Hasta el momento no se puede decir que sus tramas me hayan parecido especialmente originales, pero desde luego hoy no puedo decir lo mismo. Del apartado gráfico se encarga Kieron Dwyer, quien tiene un estilo poco pulido intencionadamente. Casi se diría que los dibujos en realidad son bocetos, borradores previos de las viñetas definitivas que no llegaron a realizarse. Su gran dominio a la hora de plasmar los paisajes, las perspectivas o las escenas de acción contrasta con unos trazos y unos colores que parecen terminados a toda prisa y sin interés. Que evidentemente no es el caso. Como ocurriera con Ben Templesmith en Manchada de sangre, a Dwyer no le tiembla el pulso a la hora de aplicar técnicas de postprocesado digital para manipular sus imágenes. Por ejemplo el efecto de desdenfocado que aplica a las viñetas con explosiones para darles realismo es convincente a más no poder.
Resumiendo, un cómic muy entretenido y bien planteado que me ha pillado totalmente desprevenido. Me he tenido que tragar una píldora de humildad por prejuzgarlo tan erróneamente antes de ni siquiera abrirlo. Por cierto, hay una adaptación homónima a la gran pantalla (Colin Theys, 2011). Lástima que la puntuación que recibe en las webs habituales no augure nada bueno de la película. Para otras opiniones podéis leer la entrada que le dedican en De fan a fan.
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12 sept 2018
Za Za, emperador de Ibiza - Ray Loriga
Hoy retomo la deshonesta pero cómoda costumbre del fusilamiento de sinopsis editoriales para dar las pinceladas justas de la trama de Za za, emperador de Ibiza:
Tras la decepción que me supuso Ya sólo habla de amor, Loriga ha vuelto a darme razones más que de sobra para demostrar por qué es uno de mis autores favoritos. La trama está perfectamente construída y me ha parecido super original. Todos los capítulos rebosan escenas que consiguen su objetivo de divertir y asombrar. He de admitir eso sí que el cierre de la historia me ha parecido un poco confuso y enrevesado, lo que le resta un poco de valor global pero no desvirtúa todo lo leído. De todas formas y pesar al claro contenido humorístico de esta obra, el texto está repleto de las habituales reflexiones agudas que caracterizan la prosa del escritor madrileño. Lo comento porque lo que a unos nos parece inteligente y acertado a sus detractores le resulta pedante y pretencioso. Avisados quedáis. Más reseñas en Cuéntate la vida, La orilla de los libros y el Club de lectura de Parla Este. En los dos primeros ha gustado, en el último no tanto.
«Zacarías Zaragoza Zamora, alias Za Za, disfruta en Ibiza de un retiro tranquilo y sin sobresaltos, convencido de que sus tiempos de dealer habían acabado hace años. Pero el pasado ha regresado con sonido preciso a su vida para convertirle en emperador de la isla. ¿Despropósito? Hay quien lo llama destino.»Ray Loriga vuelve a bordarlo en esta hilarante novela de contundente base de género negro. Los elementos que el autor madrileño maneja para asombrarnos son los contrastes por un lado, y las coincidencias fatales por otro. En relación a las primeras, las que más juego da es sin duda el protagonista. Nos encontramos ante la personificación de la sencillez (de la simpleza más bien), el anonimato, el regocigo autocomplaciente y la falta de ambiciones. Con cincuenta y pocos años, no tienen el más mínimo interés en salir de la burbuja de confort e indolencia en que logró entrar hace ya un par de décadas gracias a su esmero, dedicación y profesionalidad en el eslabón final del tráfico de drogas en Madrid durante sus años mozos. En su ánimo por ponerse fuera de la circulación una vez dejó el negocio, a Za Za no se le ocurre otra cosa que instalarse en Ibiza, capital veraniega del hedonismo, el desmadre sexual y la diversión potenciada por sustancias recreacionales. Un escritor del talento de Loriga es capaz de contraponer el carácter anodino de este personaje con la vanidad habitual de esta isla para generar decenas de situaciones ingeniosas y descacharrantes. A mí desde luego me ha sido imposible aguantar la risa. Y si a esto añadimos los avatares del azar y las casualidades, es descontrol está garantizado. Resulta que el neuropsicólogo sudafricano Zlatan Zalkenberg ha descubierto una fármaco psicoactivo totalmente inocuo para el hombre que estimula los mecanismos de la labilidad emocional para provocar una felicidad incontenible. Para darle salida comercial, denomina a su estupefaciente ZAZA. Una vez vendida la patente, las mafias se aprovecharán de la coincidencia entre el nombre de la droga y el del pobre diablo afincado en Ibiza para urdir un plan que les facilite la distribución de la misma. ¡Más madera!
Tras la decepción que me supuso Ya sólo habla de amor, Loriga ha vuelto a darme razones más que de sobra para demostrar por qué es uno de mis autores favoritos. La trama está perfectamente construída y me ha parecido super original. Todos los capítulos rebosan escenas que consiguen su objetivo de divertir y asombrar. He de admitir eso sí que el cierre de la historia me ha parecido un poco confuso y enrevesado, lo que le resta un poco de valor global pero no desvirtúa todo lo leído. De todas formas y pesar al claro contenido humorístico de esta obra, el texto está repleto de las habituales reflexiones agudas que caracterizan la prosa del escritor madrileño. Lo comento porque lo que a unos nos parece inteligente y acertado a sus detractores le resulta pedante y pretencioso. Avisados quedáis. Más reseñas en Cuéntate la vida, La orilla de los libros y el Club de lectura de Parla Este. En los dos primeros ha gustado, en el último no tanto.
7 sept 2018
El lunes empieza el sábado - Arkadi y Boris Strugatski
Alexander Ivánovich Priválov conduce rumbo a Solovets para unas vacaciones cuando recoge a dos jóvenes autoestopistas. En la conversación intrascendente que se establece durante el breve trayecto que les queda para llegar a aquella ciudad, les informa de que es programador de ordenadores. Ambos resultan encantados de saberlo, puesto que necesitan un programador en su instituto. Para convencerle y no perderle de vista, le ofrecen alojarse en unas dependencias anexas a su centro de trabajo durante las dos noches que tenía pensado quedarse por allí. Una vez instalado empezarán a pasar cosas extraordinarias y totalmente fuera de lo normal. Un gato enorme que canta y toca una especie de cítara. Personas que aparecen en su habitación, discuten y se desvanecen sin previo aviso. Un lucio que habla. Voces que proceden del interior de un espejo. Una moneda de cinco kópeks que siempre vuelve a su bolsillo. Todo cobrará más de sentido, o puede que no, cuando el protagonista sepa que el instituto del que hablaban los dos autoestopistas no es otro que el NICASO: Nuevo Instituto Científico de Adivinación y Sortilegios.
En El lunes empieza el sábado, Arkadi y Boris Strugatski actualizan al S. XX las novelas de magia y fantasía, tomando como punto de partida muchos elementos del floklore ruso y la tradición europea de hechiceros y seres míticos sobrenaturales. El objetivo al contraponer modernidad y ciencia con tradición y taumaturgia no es otro que llevar al humor. No obstante lo que soy yo, no me he reído ni una sola vez. Digamos que el humor de los hermanos Strugatski es más bien absurdo y en lugar de carcajadas, lo que provoca es cierta sorpresa y admiración por lo enrevesado del mismo. Que no es que no tenga mérito, que lo tiene, pero hay que saber encontrarle la chispa para poder apreciarlo.
El libro está divido en tres partes, la primera como presentación transcurre en Solovets y las dos siguientes en el interior del instituto. La última es la que más me ha gustado, ya que aparecen ciertos elementos especulativos propios de la ciencia-ficción que elaboran una teoría muy interesante en torno a los viajes en el tiempo. Sin embargo no hay una trama definida y en realidad, podríamos decir que la narración no deja de ser una recopilación de anécdotas sobre sucesos increíbles protagonizadas por personajes de lo más original y extravagante. Así, capítulo tras capítulo tras capítulo tras capítulo. Esta impresión se confirma al llegar al posfacio escrito por Boris Strugatski, que viene a decir poco más o menos eso mismo. La lectura es muy fácil y entrenetida, aunque yo desde luego espero de un libro algo más que una relación inconexa de chascarrillos ocurrentes. Si tal y como se indica en el prólogo hay una crítica velada al modelo de vida soviético, o bien es muy sutil o bien hay un gap cultural que me ha impedido verlo. Otras opiniones en el Sitio de Ciencia-ficción, Crítica de libros y El anaquel, todos los cuales han quedado maravillados. Uno lee esas reseñas y da la impresión de que estamos ante una obra del calibre de Solaris o Stalker, ¡manda narices!
En El lunes empieza el sábado, Arkadi y Boris Strugatski actualizan al S. XX las novelas de magia y fantasía, tomando como punto de partida muchos elementos del floklore ruso y la tradición europea de hechiceros y seres míticos sobrenaturales. El objetivo al contraponer modernidad y ciencia con tradición y taumaturgia no es otro que llevar al humor. No obstante lo que soy yo, no me he reído ni una sola vez. Digamos que el humor de los hermanos Strugatski es más bien absurdo y en lugar de carcajadas, lo que provoca es cierta sorpresa y admiración por lo enrevesado del mismo. Que no es que no tenga mérito, que lo tiene, pero hay que saber encontrarle la chispa para poder apreciarlo.
El libro está divido en tres partes, la primera como presentación transcurre en Solovets y las dos siguientes en el interior del instituto. La última es la que más me ha gustado, ya que aparecen ciertos elementos especulativos propios de la ciencia-ficción que elaboran una teoría muy interesante en torno a los viajes en el tiempo. Sin embargo no hay una trama definida y en realidad, podríamos decir que la narración no deja de ser una recopilación de anécdotas sobre sucesos increíbles protagonizadas por personajes de lo más original y extravagante. Así, capítulo tras capítulo tras capítulo tras capítulo. Esta impresión se confirma al llegar al posfacio escrito por Boris Strugatski, que viene a decir poco más o menos eso mismo. La lectura es muy fácil y entrenetida, aunque yo desde luego espero de un libro algo más que una relación inconexa de chascarrillos ocurrentes. Si tal y como se indica en el prólogo hay una crítica velada al modelo de vida soviético, o bien es muy sutil o bien hay un gap cultural que me ha impedido verlo. Otras opiniones en el Sitio de Ciencia-ficción, Crítica de libros y El anaquel, todos los cuales han quedado maravillados. Uno lee esas reseñas y da la impresión de que estamos ante una obra del calibre de Solaris o Stalker, ¡manda narices!
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3 sept 2018
El hijo cambiado - Joy Williams
Pearl es una joven de poco más de veinte años que conoce a Walker, un hombre maduro muy rico que se enamora de ella. Como nuestra chica está bastante perdida (su madre acaba de morir y no tiene más familia, lleva apenas una semana casada con un joven sin futuro), Walter se la lleva a su isla privada, donde vivirá en el caserón construido por su abuelo, el fundador de la dinastía. Allí compartirá vivienda con Thomas, el hermano de Walter, cuyo carácter altruista le lleva a acoger niños con problemas de adaptación y a darles toda la libertad y el cariño que necesitan. Pearl empezará a sentirse asfixiada desde el primer momento por el entorno tan reducido en que se ve obligada a vivir. Cuando comienza la historia acaba de tener un bebé y ha huído con él a Miami. Alcohólica y deprimida, su pareja pronto dará con ella y la hará volver a la isla de Hart, donde las cosas no mejorarán demasiado que digamos.
El hijo cambiado es la segunda novela de Joy Williams, que por lo que podemos leer en la ficha editorial y el prefacio, ha sido considerada su obra maldita durante mucho tiempo. No me extraña, la verdad. Sin ser mala novela, hay que reconocer que no es precisamente unas castañuelas. Para empezar la protagonista y narradora es alcohólica y está deprimida, desorientada, perdida. No sabe qué hacer con su vida, pero no soporta dejarse conducir ni la posición tan aparentemente cómoda a la que ha llegado. Su familia política es muy desafecta y prácticamente la ignoran. Los niños que pululan descontrolados por la isla y se van renovando a medida que entran en la adolescencia establecen un vínculo especial con Pearl, pero ella apenas los aguanta. Y tampoco hay mucho más que contar, no hay una evolución significativa en los personajes. Solo un gran nubarrón negro que cubre toda la acción debido al estado psicológico de la protagonista. La visión que nos da de lo que ocurre es borrosa y está empañada por efecto del vodka, el vino o la ginebra que bebe desde primera hora del día.
Se podría decir que la narración se divide en dos grandes bloques. El primero hasta el nacimiento de Sam, su hijo, que se usa para ponernos en contexto y se cierra con un golpe de efecto de intención mágico-catártica. El segundo transcurre siete años después y entra de lleno en el vórtice destructivo que es la vida de Pearl. Sinceramente me resulta difícil de creer que en ese periodo tan largo no haya habido más que alcohol y depresión en la vida de la protagonista. No digo que algo así no pueda darse, pero para dar credibildad a la trama yo habría necesitado algunos contrapuntos. Estamos hablando de una persona que se pasa siete años deprimida y emborrachándose a diario. Es que ya solo a nivel físco y de salud me hace falta un ingreso en un hospital o un intento de suicidio. Pero no, ella se limita a coger cogorzas todos los días y a quejarse de su existencia. Luego tenemos la presencia de esos críos difíciles y pseudoasilvestrados. La constante idealización de la infancia que se quiere transmitir se me ha hecho muy cansina. Todo el potencial que pueden desarrollar, el ansia de saber, la curiosidad, bla, bla. Lugares comunes bienintencionados. ¿Y la crueldad, la desubicación o la dependencia propia de los niños? ¿Eso no cuenta? Su participación en la acción y los diálogos aporta la incoherencia propia de quienes no pueden alcanzar a comprender la mezquindad adulta. En ese sentido Williams se muestra especialmente habilidosa y verosímil, pero en cualquier caso no me ha resulta de interés. Sin duda se debe a que la psique infantil nunca me ha atraido lo más mínimo y siempre he tenido una opinión bastante pobre de los niños como personajes de novelas. Los últimos dos o tres capítulos son un desbarajuste lisérgico y experimental donde no se sabe si los pequeños están sacados de El señor de las moscas del William Golding o ¿Quién puede matar a un niño? de Narciso Ibáñez Serrador. En definitiva, la idea general es la de despropósito, un despropósito extraño y muy bien contado, pero despropósito al fin y al cabo. Sea cual fuera la intención de esta autora al escribir la novela, a mí se me ha escapado. Con todo me lo he terminado sin demasiados problemas, pero puesto que no sé muy bien qué he leído, no me atrevería a recomendar esta novela a nadie. Tenéis más reseñas en El momento de Raquel, Je dis ce que j'en sens y Página 12.
El hijo cambiado es la segunda novela de Joy Williams, que por lo que podemos leer en la ficha editorial y el prefacio, ha sido considerada su obra maldita durante mucho tiempo. No me extraña, la verdad. Sin ser mala novela, hay que reconocer que no es precisamente unas castañuelas. Para empezar la protagonista y narradora es alcohólica y está deprimida, desorientada, perdida. No sabe qué hacer con su vida, pero no soporta dejarse conducir ni la posición tan aparentemente cómoda a la que ha llegado. Su familia política es muy desafecta y prácticamente la ignoran. Los niños que pululan descontrolados por la isla y se van renovando a medida que entran en la adolescencia establecen un vínculo especial con Pearl, pero ella apenas los aguanta. Y tampoco hay mucho más que contar, no hay una evolución significativa en los personajes. Solo un gran nubarrón negro que cubre toda la acción debido al estado psicológico de la protagonista. La visión que nos da de lo que ocurre es borrosa y está empañada por efecto del vodka, el vino o la ginebra que bebe desde primera hora del día.
Se podría decir que la narración se divide en dos grandes bloques. El primero hasta el nacimiento de Sam, su hijo, que se usa para ponernos en contexto y se cierra con un golpe de efecto de intención mágico-catártica. El segundo transcurre siete años después y entra de lleno en el vórtice destructivo que es la vida de Pearl. Sinceramente me resulta difícil de creer que en ese periodo tan largo no haya habido más que alcohol y depresión en la vida de la protagonista. No digo que algo así no pueda darse, pero para dar credibildad a la trama yo habría necesitado algunos contrapuntos. Estamos hablando de una persona que se pasa siete años deprimida y emborrachándose a diario. Es que ya solo a nivel físco y de salud me hace falta un ingreso en un hospital o un intento de suicidio. Pero no, ella se limita a coger cogorzas todos los días y a quejarse de su existencia. Luego tenemos la presencia de esos críos difíciles y pseudoasilvestrados. La constante idealización de la infancia que se quiere transmitir se me ha hecho muy cansina. Todo el potencial que pueden desarrollar, el ansia de saber, la curiosidad, bla, bla. Lugares comunes bienintencionados. ¿Y la crueldad, la desubicación o la dependencia propia de los niños? ¿Eso no cuenta? Su participación en la acción y los diálogos aporta la incoherencia propia de quienes no pueden alcanzar a comprender la mezquindad adulta. En ese sentido Williams se muestra especialmente habilidosa y verosímil, pero en cualquier caso no me ha resulta de interés. Sin duda se debe a que la psique infantil nunca me ha atraido lo más mínimo y siempre he tenido una opinión bastante pobre de los niños como personajes de novelas. Los últimos dos o tres capítulos son un desbarajuste lisérgico y experimental donde no se sabe si los pequeños están sacados de El señor de las moscas del William Golding o ¿Quién puede matar a un niño? de Narciso Ibáñez Serrador. En definitiva, la idea general es la de despropósito, un despropósito extraño y muy bien contado, pero despropósito al fin y al cabo. Sea cual fuera la intención de esta autora al escribir la novela, a mí se me ha escapado. Con todo me lo he terminado sin demasiados problemas, pero puesto que no sé muy bien qué he leído, no me atrevería a recomendar esta novela a nadie. Tenéis más reseñas en El momento de Raquel, Je dis ce que j'en sens y Página 12.
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