A India Morgan Phelps (Imp para los amigos) la locura le viene de familia. Que ella sepa, su madre, su abuela y una tía de su abuela también padecieron trastornos mentales de importancia. Por suerte su esquizofrenia está controlada con la medicación. Y su afición a la pintura y la escritura le sirven como terapia para canalizar sus problemas. Nada de lo cual impide que tenga delirios, manías u obsesiones que según en qué ocasión pueden ser preocupantes. Una de sus fijaciones es el cuadro de un pintor simbolista no demasiado conocido llamado Phillip George Saltonstall que se titula La joven ahogada. Lo vio por primera vez con tan solo once años, en una visita a un museo motivada por su afición vocacional a los pinceles. Y la verdad es que no puedo contar mucho más del argumento porque es tan lioso, tan inconsistente, tan, tan esquizoide, que solo puedo reconocerle el mérito a Caitlin R. Kiernan por su habilidad a la hora de transmitir la forma de actuar de un enfermo mental. Porque el relato al que asistimos son las memorias escritas por la protagonista y por tanto, sufre de todas las dificultades que desde mi total desconocimiento clínico y personal, podría suponer que tiene un enfermo de estas características.
Para empezar la narradora no solo no es fiable sino que es contradictoria. No resulta difícil entender que las mentiras, omisiones y diferencias del discurso entre lo que nos cuenta en un capítulo y dos más adelante podrían ser producto de bloqueos, fantasías, alucinaciones, constructos mentales con que se intenta proteger o que simplemente toman control de sus actos. Hay un capítulo en concreto, supuestamente escrito después de haber abandonado la medicación sin conocimiento de su psiquiatra, que es, simple y llanamente, incomprensible. De los cut-ups de William s. Burroughs se pueden sacar más cosas en claro que de aquí. ¿Escritura automática de los surrealistas? Tan objetiva y unívoca como el prospecto de un medicamento en comparación con Imp sin sus pastillas. De todas maneras tengo la impresión de que llegar a escribir de manera tan ininteligible no deja de requerir un gran esfuerzo. Otra cosa es que el resultado final compense el tiempo dedicado a leerlo. Que en mi opinión es un NO rotundo.
En cualquier caso y al margen de mi total incapacidad para sacar nada en claro, el libro tiene ideas buenas. Kiernan trabaja sobre todo el concepto de hechizo o encantamiento como una idea perniciosa que se transmite y propaga contagiando a las personas. Es en cierta manera el efecto nocivo de una transmisión cultural maligna equiparable a un meme, y nos da varios ejemplos de ello. Así se refiere a Aokigahara, el famoso bosque de los suicidios de Japón. Lo interesante del caso es que dicho paraje solo empezó a ser destino de los suicidas tras la publicación en 1960 de la novela 'Kuroi Jukai' ('El Bosque Negro') de Seicho Matsumoto, en la cual dos amantes eligen ese bosque para quitarse la vida. Luego también me parece digo de mencionar que la protagonista sea lesbiana y que su pareja sea una mujer transexual. Que yo recuerde, es la primera obra de ficción en la que me encuentro un personaje transexual, al menos uno que tenga tanta importancia en la trama y a quien se otorge un enfoque tan normalizador y positivo (ninguna de las dos muere, tumbando así el tropo tan habitual de los personajes LGTB en la literatura). Como no podía ser de otra forma, hay una razón de peso para la elección de las protagonistas: la propia autora es una mujer transexual y lesbiana, aunque ahora prefiere denominarse a sí misma como género fluído (vía Wikipedia). De todas formas estas ganas de sacar algo de provecho son solo patéticos intentos de compensar lo que para mí ha resultado una pérdida de tiempo total. La historia no solo me ha resultado un lío sin pies ni cabeza, sino además, bastante pedante. Extractos de poemas a cada poco, insufribles incursiones en el mundo del arte, sesudos análisis de cuentos y leyendas tradicionales, sectas suicidas, bla, bla, bla. Un pastiche que debería haber aumentado mi lista personal de abandonos y que a decir verdad, todavía no entiendo por qué lo he terminado.
Complaining
Hace 1 hora
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