Da la sensación de que John Varley puso un poco de todo lo que se le ocurrió para idear la trama de Y manaña serán clones. Alienígenas en estado gaseoso que habitan el contínuo espacio-tiempo y que invaden la Tierra para salvar a las ballenas y delfines de la plaga que supone el ser humano. La humanidad que huye del planeta para sobrevivir, colonizando el Sistema Solar. Una señal procedente de una estrella a 17 años luz que lleva 400 años emitiendo información sobre avances tecnológicos impensables para el hombre. Sexo. Diversidad sexual. Homo y bisexualidad. Mutaciones y mejoras genéticas conseguidas gracias a la información recibida de esa extraña fuente de datos. Cambios de sexo, por supuesto. Ingeniería plantearia, agujeros negros, campos de vacío para no someterse a la tiranía de la gravedad. Viajes en el tiempo. Y cómo no: clonación humana, factor este último que permite desarrollar muchas tramas paralelas con el mismo personaje que no se interrumpen por más que muera en un accidente o sea asesinado una y otra vez. Como podéis ver hay un poco de las temáticas habituales en la Edad de Oro de la Ciencia-Ficción (invasiones, colonización del espacio, etc.), pero con un enfoque más propio de la New Wave (ecología, cuestiones filosóficas sobre la individualidad, normalización de la diversidad sexual, etc.). A nivel formal también muestra características habituales de la New Wave, ya que combina diferentes formatos dentro de cada capítulo: notas de prensa, extractos de libros de historia o resoluciones judiciales se mezclan con la acción para dar al lector un contexto que permita entender lo que se cuenta.
La novela es absurda, inútil y totalmente prescindible. No es más que una space-ópera, una serie de aventuras intrascendentes que pretenden generar asombro pero que no conducen a ningún sitio. Ahora bien, es tan desmadrada y tan disparatada que hace gracia. Un poco como me pasó con La imagen de la bestia de Philip J. Farmer. Y eso a pesar de la confusión que generan las tres o cuatro tramas paralelas simultáneas que se desarrollan en torno a la protagonista, clonada hasta la saciedad. Y de los múltiples narradores (no solo los clonados en primera persona, también está el omnisciente en tercera). Y de esos golpes de efecto inesperados que el autor se saca de la manga y que le permiten salir de apuros. Total, ¿qué más da? Partiendo de que el libro se articula sobre civilizaciones extraterrestres desconocidas y muy avanzadas tecnológicamente, cuando no casi omnipotentes, si hay un sitio adecuado para meter deus ex machina sin complejos es en una narración como ésta. Así que una vez aceptas que la historia no tiene ni pies(1) ni cabeza, incluso lo puedes pasar bien leyéndola.
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(1) Los pies, las piernas y el resto de extremidades sufren amputaciones sin parar, bien por moda, bien para hacer más fáciles los viajes espaciales.
A la caza del amor - Nancy Mitford
Hace 25 minutos
3 comentarios:
Lo haces a propósito, ¿no? Llenas el primer párrafo de cosas chulas, para hacernos la boca agua, y luego empiezas el segundo párrafo diciendo que CACA.
Eso tiene un nombre: sadismo.
Ahahaha, las amputaciones "por moda" es lo más, imagina que seré más cool si me falta el brazo y una pierna XD XD. Gracias por la reseña
@gongow: Tengo cierta merecida fama de destruir los sueños de las gentes con un derroche de la realidad más cruda. Supongo que se debe a mi carácter estoico y a una boca que me pierde, bueno me pierde la boca y el tono, por si lo primero no fuera suficiente. De todas formas mírate la reseña de este mismo libro en Rescepto. Viene a decir lo mismo pero con bastante más seriedad.
@Scabbers: En ese batiburrillo de temas que Varley incluye en la novela no podían faltar referencias a Limbo de Bernard Wolfe. Otro despropósito más.
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