Un misterioso mago e hipnotista de extraordinarias habilidades, diríase que sobrenaturales, irrumpe en la vida cultural moscovita de los años 1930s. Los primeros en toparse con él son el director de la prestigiosa revista literaria Massolit y uno de los poetas que escribe en la misma. Sin apenas dilación, una serie de acontecimientos trágicos de resultados funestos empiezan a suceder: el director de la publicación fallece decapitado por un tranvía tras resbalar junto a las vías; el poeta, devastado por la escena que acaba de contemplar, es ingresado en un sanatorio psiquiátrico. A éstos se suma una interminable serie de inexplicables y graves accidentes que tiene lugar tras la única actuación de Voland, que así se llama el nigromante, en un teatro de la capital soviética. En el sanatorio donde es ingresado el poeta conoceremos a otro desgraciado residente: se trata del maestro, así sin más nombre ni apellidos. Es un escritor novel que entró en una terrible depresión tras ver como el establishment literario rechazaba una ambiciosa novela sobre Poncio Pilatos. El inédito relato, que nos cuenta cómo el quinto procurador de Judea se vio forzado a condenar a muerte a Joshuá Ga-Nozri, un filósofo pacifista, resultará estar relacionado con el turbio prestidigitador de una manera inaudita. Será Margarita, el gran amor del maestro, quien conseguirá la ayuda de ese poderoso hechicero para liberar al escritor de su infortunio, aunque ambos deban pagar un precio que nunca hubieran pensado.
Termino de leer El maestro y Margarita pensando que es una novela preciosa y extraña a partes iguales. Dividida en dos partes, en la primera asistimos a una interminable relación de macabros sucesos provocados por el taumaturgo y su oscuro séquito: Koróviet-Fagot, supuesto intérprete del artista; Popota, un enorme gato negro de habilidades humanas; Asaselo, un cruel asesino. Durante esta exposición de horrores entraremos en contacto con la realidad de la Unión Soviética, donde la envidia, la pobreza, las delaciones, las milicias populares y en definitiva, la indefensión de los ciudadanos ante el todopoderoso estado comunista, causarán más espanto que las calamidades provocadas por el mefistofélico Voland. En la segunda se desarrolla la trama de los personajes que dan título a la novela, quienes buscarán redención en el demoníaco artista.
No voy a negar que ha habido momentos durante la lectura del libro en que no sabía muy bien a qué me enfrentaba. Como ya he adelantado, toda la primera parte resulta un poco desconcertante, pues es poco más que una sarta inacabable de actos malignos descritos muy explícitamente y sin ahorrarnos ni un detalle sanguinario. Aunque el desarrollo está perfectamene hilado y saltamos de un personaje a otro con una coherencia incuestionable, son tantos los personajes secundarios que aparecen y además, globalmente tienen una relevancia tan baja, que te hace cuestionarte el porqué de su presencia. Sin embargo, a pesar de este caos, hay aspectos muy interesantes también: la vida en la sociedad soviética era terrible, eso ya lo he comentado, pero Mijaíl Bulgákov también retrata un pueblo comprometido con la igualdad y entusiasmado con todos los avances que ha logrado la revolución. El autor logra transmitir toda la ilusión y las ganas de vivir de los moscovitas (los rusos en general), a pesar de todas las dificultades a las que se enfrentan. Ahora bien, es en la segunda parte cuando la narración ha conseguido cautivarme irremediablemente. Entremezclados con unos soberbios capítulos extraídos de la novela de Poncio Pilatos, asistí atónito a una fábula de tintes fantásticos que trata del amor incondicional, del dolor y el sufrimiento, del perdón y la salvación. Todo ello escrito con un estilo pulcro, preciso, intachable, con unos diálogos ingeniosos y brillantes. En definitiva, a pesar de que por momentos la historia parece algo anárquica, es tremendamente original y deja un estupendo sabor de boca. Y os recuerdo que no soy precisamente fácil de contentar cuando se trata de celebrar las maravillas del amor, así que cuando un cenizo como yo vierte estos elogios, es porque la obra que los merece es convincente e inteligente. Si he de rendirme ante Cupido, la derrota no resulta tan humillante cuando viene provocada por un relato así de bien ejecutado. Más reseñas de esta maravilla en Confieso que he leído, Letras libres y Las lecturas de Guillermo, que os dejo tal cual en el orden en que me las ha devuelto Google.
"Soy un bárbaro" de Edgar Rice Burroughs
Hace 4 horas
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