Estamos en Los Angeles a principios de los años 1950s. John Fante y su joven esposa, Joyce, van a tener su primer hijo. El trabajo de escritor y sobre todo como guionista para unos grandes estudios de cine le han proporcionado la seguridad económica para decidirse a ello. También se han comprado una casa con jardín. Pero la venta no ha resultado todo lo conveniente que pensaban porque de pronto, el suelo de la cocina cede bajo el peso de la embarazada: hay una infestación grave de termitas. Como no se pueden permitir contratar a profesionales de la construcción, deciden pedir ayuda al padre de John, Nick Nante, que ya está jubilado pero ha trabajado en el sector durante décadas. Así que las circunstancias obligarán a nuestro protagonista a vérselas por un lado con el futuro abuelo, un emigrante italiano de armas tomar y con la emoción a flor de piel ante la perspectiva de tener su primer nieto varón, y por otro con su mujer, a quien el cóctel de hormonas pre-mamá ha despertado una, hasta entonces inexistente religiosidad, y está decidida a abrazar el catolicismo antes de dar a luz.
Hace unos días me tropecé con una entusiasta reseña de Llenos de vida en Cuchitril Literario. Empujado por no sé bien qué extrañas fuerzas de la psique, no han pasado ni dos semanas y ya he leído esta fantástica novela corta de John Fante. Ágil, ingeniosa, divertida o emotiva, son solo algunos de los calificativos que podríamos dar a esta sátira de la vida familiar en los EEUU de mediados del siglo XX. Fante, un completo desconocido para mí hasta ayer mismo como quien dice, tiene una pluma aguda y ácida pero también comprensiva y bondadosa, de manera que consigue hacerte sonreir exponiendo lo que en el fondo son las miserias de las relaciones familiares. Imposible no identificarse con el protagonista en las mil batallas con su padre, la conexión especial con su madre y las trifulcas de enamorado con Joyce. A pesar de ser vapuleado emocionalmente por sus seres queridos, que le tratan como un pelele de opiniones totalmente soslayables, el cariño que siente por ellos y un poco de cordura extra consigue que todo acabe bien en lugar de en batalla campal.
Una verdadera joya que se lee en un pispás y que deja un entrañable regusto agridulce. El único aspecto negativo es que esos diálogos cargados de réplicas y contra réplicas aproximan el texto a las sitcoms de TV, lo que tampoco sorprende sabiendo cual era el trabajo del autor en aquellos años. De todas formas esta queja no es óbice para que os recomiende su lectura con tanto ahínco como el propio Palimp. Además de la suya, tenéis más reseñas en Monólogo interior, Un libro al día y Papel en blanco.
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1 comentarios:
Gracias por la referencia :) Aunque la reseña la he publicado hace poco lo leí el año pasado... me encantó. Desde entonces voy siguiendo al autor.
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