La editorial berlinesa Mittwoch Verlag ha invitado a una serie de escritores reconocidos mundialmente a poner sus opiniones sobre temas de actualidad en papel con total libertad, que ellos publicarán en un volumen conjunto que se habrá de llamar 'Opiniones contundentes'. Un escritor septuagenario que vive en Sidney pero es de origen sudafricano y de quien solo sabemos sus iniciales, J.C., es uno de los participantes en este proyecto. El señor C. vive en los bajos de un enorme bloque de apartamentos y haciendo la colada se topa con Anya, una atractiva joven de veintimuchos años vecina del mismo edificio, por quien experimenta un flechazo instantáneo. Haciéndose el encontradizo, logra entablar conversación con ella. Cuando se entera de que está sin trabajo, le propone que transcriba las grabaciones en las cuales está dejando registrados sus jucios sobre diferentes aspectos de la sociedad actual y el ser humano. De esta manera podrá verla con frecuencia y tenerla cerca. Anya vive en el ático con su pareja, Alan, un agente de bolsa sin escrúpulos de poco más de cuarenta años. El señor C. no es tonto y sabe que no tiene ninguna posibilidad con Anya, pero la compañía de la joven hace sus días mucho más soportables. Anya no es tonta y sabe que el señor C. está loco por ella. Alan tampoco es tonto y sabe que Juan, como empieza a llamarle, desea a su chica en la forma en la que alguien de esa edad pueda desear. A medida que los textos para 'Opiniones contundentes' van desgranándose, la relación entre los tres irá tomando unos derroteros que no prometen nada bueno para alguno de los componentes del triángulo. Sin embargo para otros, serán un revulsivo necesario para seguir viviendo.
Otro libro más de J.M. Coetzee que leo que resulta ser una maravilla. Desde la primera página del primer capítulo ha conseguido que oleadas de emoción me recorran la espina dorsal de arriba abajo. Para empezar, esta rompedora novela/ensayo recopila una serie de opiniones extremadamente críticas con temas de lo más espinoso. A la cabeza va la política, abarcando desde demoledores análisis filosóficos de las autodenominadas sociedades democráticas que ponen de manifiesto sus falacias, a casos reales que muestran la nefasta situación del supuesto "mundo libre" en base a los actuales recortes de libertardes en nombre de la suguridad ante la amenaza del terrorismo islamista. Sorprende la valentía de este autor al no dejar títere con cabeza y señalar la culpabilidad de la clase política, no amilanándose a la hora de dar nombres propios: Tony Blair, Donald Rumsfeld o George Bush hijo, que eran los dirigentes mundiales en el momento en que escribió dichas opiniones. Sus juicios sobre temas de lo más dispares (y aquí hablamos de anarquismo, diseño inteligente, crueldad con los animales, la sociedad australiana y un largo etcétera que incluye la pedofilia), aportan una perspectiva nada complaciente con la corriente de pensamiento mayoritaria y hace tambalear las estructuras llenas de prejuicios sobre las que se asienta nuestra visión personal sobre estos asuntos. Precisamente una de las funciones de la trama de ficción es recoger el conflicto que las opiniones del señor C. provocan en Anya al pasarlos a texto y en Alan en la medida en que su pareja se los transmite.
Por si esto no fuera bastante, el desarrollo de toda la historia es tremendamente original. Los escritos se van viendo interrumpidos tanto por pensamientos del señor C. sobre Anya, como de reflexiones de ésta sobre los pasajes que va transcribiendo. Este narrador doble en primera persona obliga al lector a poner mucha atención para saber quién es el responsable de esta suspensión temporal de las disquisiciones del escritor, si es que quiere encontrar un sentido global a la lectura. Lo que más cuesta arriba se me ha hecho es retomar los razonamientos una vez terminado el paréntesis. Y es que en más de una ocasión he tenido que volver atrás para enlazar con la frase en la que se produjo el corte. A pesar de las molestias que me ha supuesto, a nivel estructural me parece que consigue plasmar muy convincentemente un flujo global de conciencia(s) dentro de la narración. En resumen, un libro fascinante en el fondo y en la forma. Una prueba más de que John Maxwell Coetzee es un individuo terriblemente inteligente y uno de los mejores escritores vivos. Tenéis más reseñas en Letras libres, Un libro al día y Leer sin prisa.
La chica de Kyushu - Seicho Matsumoto
Hace 6 horas
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