Unión Soviética a finales de la década de los 1940s. Dos hermanos (hermanos de madre siendo más exactos) son acusados arbitrariamente de fascistas por las autoridades con una diferencia aproximada de un año. Casualmente coinciden en el mismo campo de trabajos forzados de la tundra ártica de Siberia. Lev, es el más joven y el último en llegar. Debido a su pacifismo y su inexperiencia recibirá la soterrada y a veces indeseada protección del mayor, antiguo héroe de la II Guerra Mundial, protagonista y narrador, y cuyo nombre no llegamos a conocer. Lev se presenta con una noticia que resulta un mazazo para su hermano: se acaba de casar con su antigua novia, Zoya. A mediados de la década de los 2000s, el protagonista, que emigró a EEUU a finales de los 1980s, se volvió a casar y logró amasar una buena fortuna en la industria armamentística, regresa a su Rusia natal siendo casi nonagenario para redimirse antes de morir. Durante este viaje y de forma epistolar, relatará la historia de su vida a su hijastra Venus, empezando poco más o menos en los hechos descritos. Como no podía ser de otra forma, comprobaremos que su historia está irremediablemente asociada a la de la URSS y la Federación de Rusia.
La casa de los encuentros es una extraordinaria novela donde Martin Amis realiza una crítica despiadada al sistema político de la Unión Soviética mediante elementos de drama y de comedia negra. La trama desarrolla un triángulo amoroso compuesto por dos hermanos y una atractiva y desinhibida rusa de origen judío, lo cual le permitirá hacer un recorrido histórico por Rusia (no solo la URSS), haciendo que los tres experimenten en toda su brutalidad los episodios más oscuros de aquel país, algo de lo cual este autor ya demostró ser un experto en Koba el Terrible.
En mi opinión estamos ante una de las obras más redondas del escritor británico, al menos de las que yo he leído. No solo nos muestra lo inextricable y contradictorio de las relaciones personales, ya difíciles de por sí, pero mucho más todavía si se trata de dos hermanos enamorados de la misma mujer. Es también una maravillosa demostración de la gran capacidad de ser humano para resistir las situaciones más duras, tanto física como emocional y psicológicamente. De cómo pequeños actos de resistencia y dignidad, aparentemente pueriles y ridículos, pueden conseguir que mantengamos la cordura incluso siendo esclavos del estado en el infierno helado del permafrost. Por otro lado el texto, entendido como aproximación histórica a Rusia, es un magnífico documento que abarca desde mediados de los 1940s hasta mediados de los 2000s. Pero si algo destacaría de Amis es su habilidad para buscar un lado cómico a las situaciones más crueles e inhumanas, y aquí se incluye la descripción de violaciones y otros crímenes de guerra o de las terribles condiciones de vida de los gulags; vivir bajo la represión, la persecución y el terror arbitrario de los gobiernos totalitarios; las hambrunas o los estertores de la muerte en un miserable hospital ruso. El británico consigue imprimir a cada una de sus perspicaces frases un giro irreverente y perversamente ingenioso que en un primer instante provoca la risa, pero evidentemente esa risa, que en parte tienen mucho de mecanismo de defensa ante las atrocidades que acabamos de leer, se nos hiela en un instante y nos hace reflexionar sobre los impensables niveles de degradación y degeneración que el hombre es capaz de alcanzar. Lo mejor que he leído de este novelista hasta el momento, en serio. Tenéis más reseñas en Confieso que he leído, Un libro al día y La tormenta en un vaso. Los primeros son especialmente críticos con el libro y aunque no comparto su opinión, admito que se trata de un análisis muy interesante. Las otras dos son igual de entusiastas que la mía.
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2 comentarios:
Yo también creo que es un novelón. ¡Salud!
@Deborahlibros: Tengo mis más y mis menos con Martin Amis pero desde luego este libro le ha quedado estupendo :)
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