Alice, Annabel y Corvus son tres amigas adolescentes que viven en un poblacho de la desértica Arizona. Están algo perdidas, como suele ocurrir siempre en la adolescencia. Las tres son huérfanas de madre y tienen familias que sin llegar a ser desestructuradas, sí que tienen muchas peculiaridades que las alejan del modelo tradicional. Las tres tienen además personalidades muy diferentes, con lo cual su amistad incorpora tensiones originadas por sus constantes desavenencias. A lo largo un verano seremos testigos de sus andanzas, que tanto por sus temperamentos como por el entorno en que transcurren, son cualquier cosa menos convencionales.
Debido a la reciente publicación de un volumen de Cuentos escogidos de Joy Williams en Seix Barral, empecé a toparme con artículos y entrevistas en torno a su persona por todo Internet como parte de la estrategia de promoción del libro. En dichos textos se dejaban claras sus simpatías y apoyo a la causa animalista, así que de pronto mi interés en acercame a su obra se hizo urgente. Y hete aquí que hoy me encuentro reseñando esta novela protagonizada por Alice, que como personaje de película indie sería fantástica (toda la novela promete como película indie multipremiada en el festival de Sundance). Segura de sí misma a ratos. Indecisa a otros, que al fin y al cabo tiene apenas 16 años. Animalista, ecoactivista y vegetariana, paradojicamente odia a los gatos. Annabel es la pija, la más superficial. Su objetivo en la vida es ser guapa, popular y deseada. Pero como acaba de mudarse a esta pequeña ciudad no ha conocido aún a nadie más. Los padres de Corvus acaban de morir en un accidente estúpido. El duelo por su pérdida le hace atravesar momentos muy oscuros y como expiación a su dolor trabaja de voluntaria en una residencia de ancianos. Allí conoceremos a Daisy, una enfermera cínica, irreverente y a vuelta de todo. La residencia es uno de los negocios de Stumpp, un tiburón de las finanzas aficionado a la caza mayor que deja al rey emérito Juan Carlos I, el Campechano, a la altura del betún. Su colección de animales salvajes disecados se expone en un grotesco museo. Emily Bliss Pickless, una niña prodigio de 8 años repelente y adorable a partes iguales, inicia una campaña contra dicho museo de los horrores. El nuevo novio de su madre es un antiguo vecino de Corvus, John Crimmins, quien mató al perro de ésta última harto de escuchar sus ladridos a varias millas de distancia. El padre de Annabel, Carter Vineyard, se ha encaprichado de su joven jardinero tras la muerte de su esposa, Ginger. Por cierto que la difunta progenitora se aparece a su marido por las noches para reprocharle lo mal esposo que fue. Y no nos olvidemos de este personaje, y aquél, y el de más allá. Y casi seguro que me dejo alguno.
No es por tirar del refranero, pero quien mucho abarca, poco aprieta. Como toma de contacto con la obra de esta autora de culto americana, Los vivos y los muertos me ha dejado bastante indiferente por muy finalista que quedara en el premio Pulitzer de 2001. Y no es que sea mala lectura, al contrario. Para empezar es muy crítica e incluye ácidas reflexiones sobre la naturaleza humana que ponen de manifiesto nuestra estupidez, dejando poco o ningún margen a la réplica. También es muy entretenida, abundan los momentos divertidos y ocurrentes, disparatados en muchas ocasiones. El problema es que no hay argumento. La trama a la que asistimos no es tal, sino una serie de relatos breves de una red de personajes relacionados entre sí en mayor o menor grado por mil motivos distintos. Que no es que no sea un formato válido dentro del amplio abanico de la creación literaria, ¡faltaría más! Pero después de tanta alabanza leída en Internet yo esperaba mucho más. Más cohesión. Más globalidad. Más intención. Pero no ha podido ser. Esto es lo que hay. No hay nada más que rascar. En cuanto a las reseñas de la blogosfera, hay división de opiniones. Por ejemplo en La medicina de Tongoy y Desde Otranto coinciden conmigo en que la falta de trama juega en contra del libro aunque no impide disfrutar de él. Sin embargo en Generación reader y Blisstopic solo leemos maravillas al respecto.
Un siglo en Urano
Hace 1 hora
2 comentarios:
Lo compré en su momento, lo dejé en la estantería varios meses y mucho después lo presté (esperaba aún a que me lo devuelvieran), pero ya si me dices que tiene cierta pretensiodad indie, quizás la pérdida no sea para tanto.
Como siempre, muchas gracias por tu reseña, Cities. Últimamente no tengo mucho tiempo libre para ver que se cuece por la blogosfera, pero Das Bücherregal siempre tendrá en mi a un fiel seguidor.
@Lucas Despadas: Yo seguiré intentándolo con Joy Williams aunque hasta que no consiga el libro de cuentos en la biblioteca no repito. Es posible incluso que lo compre, ahora que ya casi todo lo que leo lo saco de una biblioteca pública se me ha quitado la sensación de tirar dinero en libros que la blogosfera describe como auténticas maravillas. Como siempre, gracias por pasarte por aquí y por tus comentarios.
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