25 dic 2021

El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes - Tatiana Țîbuleac

Aleksy es hijos de inmigrantes polacos afincados en Londres. Tuvo una adolescencia muy difícil, marcada por la muerte de su hermana pequeña y la ingrata separación de sus padres. El fallecimiento de la pequeña Mika también marcó a su madre, que pasó más de medio año totalmente ida, ignorando todo y a todos, incluído su hijo. Este rechazo tan directo hizo que Aleksy se volviera violento, desarrollando además un odio visceral hacia ella. Cuando lo conocemos acaba de terminar la secundaria y tiene pensado irse a Amsterdan con unos amigos. Sin embargo su madre tiene otros planes para los dos: pasar el verano en un pueblecito de Francia. Y aunque al principo se niega, tras unas jugosas promesas acepta ir con ella. 

En el mismo artículo de Babelia con los 50 mejores libros de 2021 que mencioné en Valle inquietante, también aparecía El jardín de vidrio, de Tatiana Țîbuleac. Como en mi biblioteca pública habitual solo tenían su anterior título decidí intentarlo con él. No sé cómo será su ultimo lanzamiento, pero El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes ha sido uno de los libros más extraordinarios que he leído no solo este año, sino en toda mi vida. La autora moldava ha capturado con un detalle asombroso todos los matices de las relaciones familiares, y en especial de la relación entre madres e hijos. Y al tratarse de una relación particularmente difícil, destacan sobremanera los sentimientos más amargos: rencor, indiferencia, pena, rabia, impotencia, frustración. Țîbuleac nos muestra que ese sentimiento sublime que llamamos amor puede conducir al dolor más espantoso. Pero también es precisamente ese amor lo que nos inclina al arrepentimiento y el perdón. O al menos así ocurren en su novela.

El libro se desarrolla como unas memorias escritas por Aleksy a petición de su terapeuta. Asistiremos al relato de lo que ocurrió ese verano de la mano del protagonista ya adulto, convertido en un artista de éxito cuyos inquietantes cuadros se inspiran en la turbia y agridulce relación con su madre. Țîbuleac vapulea al lector enfrentándole a un chaval con incontrolables estallidos de rabia que ya le han causado serios problemas. La actitud violenta hacia su madre nos incomoda, pero vistas las terribles experiencias familiares a que se ha visto expuesto desde pequeño no nos resulta difícil entender su comportamiento. Sin embargo también expone sutilmente la gran necesidad de amor y reconocimiento que busca sin cesar en su madre. Cuando ella por fin le confiesa que le han diagnosticado un cáncer muy agresivo, ambos iniciarán una reconciliación en la quedarán cosas por perdonar pero que al menos les permitirá cerrar capítulo.

Țîbuleac nos cuenta una historia muy, muy cruda. Lo que ocurre el verano que madre e hijo pasan en el pueblín de Francia es capaz de emocionar hasta al más insensible. Para contrarrestar tanta pena y angustia, la autora intercala divertidos episodios costumbristas habituales en unas vacaciones: personajes pintorescos, choques culturales, el flechazo por una joven que vive en el pueblo. Pero también nos relata de manera fragmentada la situación presente del Aleksy adulto: retazos de una vida desgarradora a la que apenas nos asomamos. Su estado actual nos deja más dudas que certezas, pero resulta tremendamente absorbente precisamente por ese aire misterioso, a incógnita no aclarada del todo. En definitiva, una historia portentosa, arrebatadora y emotiva. Una auténtica maravilla que huye de todo sentimentalismo y genera un torbellino de sensaciones encontradas pero 100% satisfactorias. Si el precio que he tenido que pagar por leer esta obra de arte es el truño de Anna Wiener, bien pagado está.

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