Josef K. es detenido por un par de agentes ya que se ha iniciado un proceso contra él. Apenas unas horas después es puesto en libertad y puede seguir con su vida. Pero eso no quiere decir que el proceso no siga adelante. Antes al contrario, apenas se ha iniciado y queda mucho por aclarar. Para conseguir que se resuelva a su favor, K. tendrá que enfrentarse a ciegas a una maquinaria judicial arbitraria y perversa. Pero sabe que casi todos los ciudadanos pasan por si misma situación sufren un largo calvario, de menera que su confianza inicial se va transformando en desesperación a medida que pasa el tiempo.
No resulta complicado compartir la inquietud y la ansiedad del protagonista de El proceso. La amenaza de una autoridad judicial inalcazable e inapelable se vuelve ominosa ya desde las primeras páginas. Franz Kafka se muestra implacable con Josef K. y lo sumerge en una pesadilla, no solo por la gran preocupación que le provoca el proceso, sino además porque el texto incluye una buena cantidad de elementos fantásticos que no son extraños en el mundo de los sueños más angustiosos: edificios con escaleras largas y estrechas por las que apenas se puede pasar; habitaciones de techo tan bajo que obligan a agacharse a quien entra en ellas; grandes salones atestados por una multitud que nos impide atravesarla; puertas de pequeñas dimensiones, semiocultas y bloqueadas por muebles, pero que nos vemos obligados a cruzar; desvanes apenas transitados en donde transcurren escenas que se congelan tras cerrar la puerta, para reanudarse días después al volver a abrirla, etc. etc. Imagenes muy freudianas que entroncan con el subconsciente y proyectan nuestros miedos ante lo incognoscible, ante los retos insuperables que condenan nuestras luchas al fracaso antes incluso de comenzarlas. En ese sentido el libro es una auténtica maravilla y sin duda hará disfrutar a cualquier aficionado al género fantástico. Pero yo he notado cierta falta de cohesión en el desarrollo que podríamos justificar bien aceptando como válido un enfoque onírico/fantástico del mismo, o bien simplemente porque se trata de una novela inconclusa que se publicó de manera póstuma en base al trabajo de edición que Max Brod, gran amigo de Kafka, realizó sobre los manuscritos originales.
En realidad la sensación que me ha quedado es que los capítulos son una sucesión de historias breves que a pesar de mostrar una más que probable linealidad temporal de los acontecimientos, no completan una historia compacta vista en global. Se abordan subtramas para abandonarlas en pocas páginas. Los personajes que podrían ser de gran ayuda a Josef K. en el proceso iniciado contra él de pronto se olvidan o se ven reducidos a una mención posterior anecdótica. Estos dos puntos tienen el efecto de desorientar al lector y no descarto que este enfoque narrativo sea intencionado para transmitir la indefensión del desgraciado protagonista ante el proceso. Lo que está claro es que la duda se refuerza al leer los capítulos inconclusos que aparecen en el apéndice: conoceremos nuevos personajes y situaciones con las que el autor praguense quizá pensaba seguir trabajando, o puede que abandonara porque no terminaban de convencerlo. Pero a pesar de haberse desechado, no son diferentes en nada a los que se han incluido. En los prólogos que contiene la edición que he leído (parte de una colección de obras maestras de la literatura contemporánea), Brod nos explica que Kafka no numeró los capítulos, así que el orden lo decidió él mismo, llegando a cambiarlo en las primeras reediciones. Con esto no pretendo restar valor al trabajo de edición, sino exponer la dificultad de publicar una obra inacabada sin poder aclarar cuestiones tan relevantes con el autor. En resumen y a pesar de que el último capítulo me ha parecido decepcionante, el libro es absorbente y resulta devastador como demostración de los horrores a lo cuales la sociedad moderna y democrática somete al hombre.
Magnifica reseña. Es muy brillante la observación de que la novela transmite a la perfección la angustia de las pesadillas. Y con toda su topografía onírica: pasadizos, escaleras estrechas, salas atestadas, desvanes polvorientos, escenas que parecen congeladas. Exactamente. La novela es fragmentaria, Kafka no la terminó y Max Brod la ordenó de acuerdo con su criterio. Por eso cuando se lee da la impresión de algo inacabado. También muy de acuerdo con esto. No lo estoy, en cambio, con la observación de que el último capítulo es decepcionante. A mí me parece coherente con el carácter determinista de la novela: Joseph K está condenado de antemano por esa justicia indefinida y que actúa de acuerdo con unas leyes y procedimientos imposibles de entender desde una lógica humana. Al final, Joseph K se somete al absurdo y estira el pescuezo. Es el pesimismo total. Un desenlace inevitable dentro de ese fatalismo onírico que es, a mi juicio, el sentido (?) de toda la novela. De la ratonera de la ley nadie escapa. Solo cabe la resignación. La justicia te toma cuando llegas y te deja cuando te vas, como dice el cura. No busques comprensión ni humanidad en esa burocracia todopoderosa: una puerta lleva a otra, y a otra etc. Su lógica inexorable te triturará. Pero bueno, es una opinión más. La novela me entusiasma.
ResponderEliminarUn cordial saludo.
Muy buena reseña, aunque lo de personajes que aparecen y desaparecen, amén de lo del último capítulo, me parece que generan efectos narrativos que benefician sobremanera al conjunto. En cualquier caso, una gran novela de un autor genial.
ResponderEliminar@abc: Resulta difícil rebatir tu explicación del último capítulo, cosa que por otro lado no pretendo hacer. Sin embargo me mantengo en mi impresión sobre el mismo, que visto ha acaparado el interés en los comentarios, debería haber aclarado en la reseña y no aquí. Como ya es tarde para lo primero, ahí va: La decepción que ha supuesto para mí el capítulo final viene por ser tan concreto en un libro en el que todo son insinuaciones de amenazas que no se llegan a definir a las claras. Precisamente es éso lo que más inquietante me parece. Después de páginas y páginas en las que ni siquiera se indica el delito por que se ha iniciado el proceso y en las cuales el mayor espanto es enfrentarse a esa incógnita, me hubiera encajado más un final más abierto que dejara a la imaginación los horrores del veredicto. Como siempre el libro es el que es y no se puede cambiar el final elegido por el autor. De todas formas y excepto por esta pequeña desavenencia, he disfrutado mucho de su lectura.
ResponderEliminarOriol: ¡Nada, que me he quedado solo en mi opinión sobre el final!
;)
Como siempre, muchas gracias a los dos por vuestros comentarios.
Te deja la sensación de que Kafka podría haber escrito el doble de capitulo y también habría estado bien porque la repetición el ciclo y la falta de linealidad es lo que caracteriza sufrir el abrazo de la burocracia. Una influencia ademas en mi serie favorita, El Prisionero.
ResponderEliminar@Santi Pages: La verdad es que siendo el clásico que es, me da cierto reparo no haber leído antes nada de Kafka. Cuando era un adolescente leí 'La metamorfosis', pero no entendí ni aprecié nada. Nada que ver con 'El proceso' unas cuantos años despues, que he disfrutado plenamente. Gracias por pasarte por aquí y comentar.
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